El buen trato en casa y una vida sin violencia son algunos mensajes incluidos en las letras de las ‘Chiquicoplas’, una versión de las tradicionales coplas...
En días recientes, efectivos de la fuerza pública se presentaron ante la entrada de la Universidad de Panamá para disuadir a los universitarios de cerrar las vías en forma de protesta por la presencia amenazante del secretario de Estado del Gobierno estadounidense Marco Rubio.
Al parecer, la protesta de los estudiantes incomodó a miembros de la Policía Nacional, quienes entre medio de provocaciones e insultos a los manifestantes, uno de ellos se abalanzó contra una joven universitaria, siendo socorrida por sus compañeros, que generó un hecho confuso, y por cierto reprochable, de violencia contra manifestantes.
La protesta no era más que un volanteo de concienciación y educación de estudiantes, docentes y trabajadores administrativos de la máxima casa de estudios, sin impedir el tránsito ni paralizando la vía Transístmica.
La fuerza pública no puede impedir la protesta social, mucho menos tomar de costumbre la excusa del cierre de las vías para dar rienda suelta al salvajismo y poco profesionalismo de sus unidades ante acciones legítimas de lucha de la ciudadanía, a la que están obligados a proteger.
¿Qué circunstancias ideológicas motivaron el desprecio y la agresión de estos efectivos de la Policía contra los estudiantes? ¿Quién en su sano juicio, tomaría represalias contra universitarios panameños por indignarse ante la visita de un representante de otra nación que amenaza con quitarnos el Canal? ¿En un juicio de valores, resulta razonable que la Policía Nacional se preste al ensañamiento represivo contra universitarios panameños, en contraposición a la indignación nacional generalizada ante las amenazas y exigencias del Gobierno de Estados Unidos a Panamá? ¿Es más fuerte, la malacostumbrada subordinación de la fuerza pública ante Estados Unidos, que la dignidad nacional y la defensa de nuestra soberanía?
Veamos este comportamiento con detenimiento, puesto que mucha de la formación militaroide de diversos estamentos de la fuerza pública panameña proviene de agencias de seguridad norteamericana. No conforme con esto, la Dirección de la Policía Nacional sale a la palestra a mentir desvergonzadamente en medios de comunicación sobre los hechos, mientras se difundían en redes sociales los golpes propinados por el uniformado contra la estudiante, y la evidencia de sus moretones, pretendiendo colocar a la víctima como victimario. Seguido al actuar violento y desproporcionado de la Policía, no mediaron palabras para asediar las entradas de la Universidad de Panamá, acosar a funcionarios y estudiantes con detenerlos, e incluso, pretender revisar sus pertenencias bajo amenazas de un posible detención ilegal y arbitraria.
Posteriormente, y en un acto de corte dictatorial, ejecutaron allanamientos a domicilios de estudiantes con la participación de agentes de inteligencia y escuadrones encapuchados, logrando la detención de dos de ellos para ser presentados al país como si fueran delincuentes. Basta decir que quienes sean privados de su libertad sin motivo, ni por comisión de delito alguno, ni que medie orden por parte de autoridad competente, es secuestro. Es además persecución y criminalización del patriotismo estudiantil.
Este comportamiento solo logra explicarse bajo la lupa cuestionable y preocupante de desviaciones fascistas entre efectivos de la fuerza pública; comportamiento antinacional y en perjuicio de los propios panameños, violentando las libertades ciudadanas y los sentimientos nacionalistas de una población hastiada por los ataques y calumnias del presidente estadounidense, Donald Trump, coincidentemente fascista. ¡Qué casualidad!
¿Tanta fue la ofensa al Gobierno estadounidense, a criterio de la Policía Nacional, para dirigir su atención contra estudiantes panameños que protestaban ante el llamado unísono de unidad nacional para defender nuestro Canal?
Parece que la visita de Marco Rubio generó silencios humillantes en el Palacio de las Garzas, pero también sentimientos encontrados y problemas de identidad entre algunos efectivos de la Policía Nacional. No permitamos que se criminalice el sentimiento nacional de defensa de nuestra soberanía, de nuestro Canal y la memoria de nuestros mártires, también vilipendiados y satanizados en su momento bajo la bota militar. Aplausos a esa juventud rebelde, combativa y patriota. Investigación, judicialización y sanción contra efectivos policiales abusivos y represores.