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- 23/02/2017 01:01
Transporte selectivo o transporte abusivo
Cuando el transporte selectivo estuvo en manos de grupos familiares, existió algún nivel de compromiso con los pasajeros y la sociedad en general. De esto hace muchos años, pero los que pintamos canas fuimos testigos del orden en el servicio que brindaban los taxis en Panamá.
En esos tiempos, los taxistas salían a prestar el servicio con su mejor sonrisa, con una buena vestimenta, con sus unidades limpias por fuera y por dentro. Brindaban y exigían respeto a sus usuarios, eran caballeros con la gente de la tercera edad, discapacitados, mujeres embarazadas y por embarazar; en fin, con todo aquel que utilizara el servicio. No era extraño ver un conductor de taxi llevarle las bolsas del supermercado a una señora hasta la puerta de su hogar. Más que un caso aislado, como puede ocurrir hoy, era una norma en el comportamiento de los taxistas de la época.
Eso se ha perdido. Ante la aparición en el gremio de los taxistas de personas sin cultura, sin respeto, sin tolerancia, sin conocimientos de la ciudad, sin capacidad de prestar un auxilio en un momento dado a un cliente, sin modales, sin vestimenta adecuada y, lastimosamente, con la voluntad de hacer daño, en vez de tratar con respeto a los usuarios. Hay taxistas, y es triste decirlo, que salen a la calle todos los días a generar conflictos con sus pasajeros, por alterar las tarifas vigentes que deben aplicar. Ya se toman la libertad de agredir a sus pasajeros, que discrepan por el cobro de un servicio. No importa si es hombre o una dama en cualquier etapa de la vida.
Hace pocos días observamos anonadados a un conductor de taxi que agredió a una dama que se negó a pagarle 50 centavos de más por una carrera que ella hace a diario. Ese sujeto –que a la postre resultó un agente de la Policía Nacional-, se ensañó con la señora hasta agredirla físicamente, para después salir huyendo como el gran cobarde que es. Ojalá haya sido sancionado y ese cupo, eliminado. Ese tipo de salvajes no deben estar en las calles, prestando un servicio que debiera ser, en esencia, solidario con el pasajero, tomando en cuenta que el pasajero es la razón de ser de los taxistas.
La llegada de las mal llamadas concesionarias del transporte, que no son otra cosa que una ‘mafia con aparentes visos de legalidad', que agrupan a las unidades rodantes con certificados de operación, se dedican a alquilarle las unidades a personas que salen a las calles dizque a prestar el servicio, pero se dedican a cometer acciones delictivas en perjuicio de trabajadores, mujeres, hombres, turistas y cualquiera que, por mala hora, cae en sus redes delincuenciales.
Según la ATTT, circulan por las calles de la ciudad capital casi 43 mil autos con certificados de operación, aptos para ser llamados taxis. El clientelismo político y los que se aprovechan de la necesidad de un eficiente servicio de transporte colectivo han dirigido esfuerzos para incrementar sus ganancias, alterando los precios oficiales y utilizando la fuerza bruta para imponer sus criterios, fuera de ley. Es excesiva la cantidad de taxis para la ciudad. Eso permite la saturación del mercado y, por ende, que los que manejan desechen hacer las carreras que les son solicitadas, alegando el famoso ‘no voy'.
Muy poco esfuerzo realiza la ATTT para actuar en defensa de la sociedad. Son pasivos observadores de todas las aberraciones que a diario se cometen. Hay una parte de esas unidades que están al servicio de la delincuencia. Violan, asaltan, hurtan, roban, participan del sicariato en las calles; son utilizadas como unidades rodantes para cometer toda clase de desafueros, pero es poco lo que se hace. Una recomendación es que se empiece a elaborar un patrón que registre en tiempo y espacio a todas las unidades, para eliminar las que no reúnen las condiciones físicas para prestar el servicio, y a las que se vean inmersas en delitos, les sean aplicadas ‘ipso facto', la eliminación del certificado de operación, sin que se afecten las sanciones legales contempladas.
Basta de excusas, señores de la ATTT. Hace falta mayor voluntad y dedicación de ustedes y de la DNOT, para ir resolviendo este problema que crece cada día en perjuicio de una sociedad que se ve afectada. Hay un reducido sector que siente pena por lo que sucede en el gremio de los taxistas y dedican esfuerzos para mejorar la imagen que se tiene de ellos en la sociedad. Para alcanzar objetivos, hace falta una mayor y mejor conciencia de la mayoría de los que están habilitados para ser llamados taxistas, palancas o dueños de cupos. ¿O no?
PERIODISTA