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- 05/08/2021 00:00
Los abogados, el Derecho y los valores fundamentales
EL DÍA DEL ABOGADO. En Panamá, conmemoramos el 9 de agosto como el Día del Abogado, en honor del patricio e ilustre panameño, DON JUSTO AROSEMENA, nacido, en los albores de nuestra independencia de Panamá de España, el 9 de agosto de1817. Jurista, escritor, codificador, estadista, y conspicuo pensador político.
Un honor merecido, otorgado a una figura prestigiosa, que, en palabras del Dr. Rolando Murgas, es “sin duda alguna la figura panameña más relevante del siglo XIX”. Atinadamente se le ha reconocido como el jurista nacional más distinguido de esa centuria, como el gran teórico e ideólogo de la nacionalidad.
Es tan alta la catadura moral, jurídica, intelectual y ética del Dr. Arosemena, que, luego de obtener su licenciatura en leyes en la Universidad Central de Bogotá, “hace una deslumbrante revalidada de su título en la Universidad de Chile, hasta el punto de que, como lo describe Guillermo Andreve, se le atribuye a uno de los miembros del tribunal calificador la frase: “El doctor Arosemena no viene a someterse a un examen, sino a enseñarnos cosas que no sabemos. Su tesis es la mejor que conozco”.
EL DERECHO. El abogado está inmerso en la ciencia del Derecho, la cual, según el jurista romano Ulpiano, es una “constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Para Rojina Villegas “es un sistema o conjunto de normas que regulan la conducta humana, estatuyendo facultades, deberes y sanciones”; y, según el alemán W. Goldschmidt, el derecho “tiende a regular conductas humanas, por medio de normas, buscando la realización de le Justicia”.
Así, pues, los abogados son los peritos del Derecho (las normas o reglas consagradas en la ley en todas sus formas) y de allí que en ellos debe siempre representarse la Justicia y el bien común, valores esenciales del Derecho.
IMPORTANCIA DEL DERECHO. El Derecho es la fuerza que coordina las actividades sociales del hombre; es la síntesis de todas las incontables energías de la sociedad, porque todas ellas se destruirían mutuamente y matarían el organismo social, si el Derecho, como fuerza soberana, no interviniera conciliando, en una suprema síntesis de equilibrio, todas esas corrientes impetuosas de la vida humana, de la vida material y económica, de la vida intelectual, de la vida artística, de la vida moral, de la vida religiosa. Si el Derecho desapareciera, la humanidad solo duraría el tiempo necesario para su propia destrucción.
El Dr. Dorantes Tamayo, en su obra ¿Qué es el Derecho?, nos reafirma que únicamente el ser humano puede llegar a descubrir el Derecho, a crearlo, porque solo él posee esa gracia divina que se llama razón. Y, como lo dice del Vecchio, “no se concibe sociedad sin Derecho ni un Derecho sin una sociedad humana”.
LA ABOGACÍA. Para el procesalista E. Couture (Los mandamientos del abogado), “La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. Tu deber es luchar por el Derecho: pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia”.
Es una profesión libre e independiente, destinada para colaborar con la justicia en su objetivo de concordia y paz social, mediante el consejo y la defensa de derechos e intereses públicos y privados, aplicando criterios y conceptos propios de la ciencia y técnicas jurídicas.
LA ÉTICA Y LA MORAL. Y es tan alta, valiosa y orientadora la misión del abogado, que la ética, la rectitud y la moral deben ser sus soportes y escudos en la tan importante misión de ejercer el Derecho en la sociedad.
La Abogacía es un constante ejercicio de la virtud. La virtud de obrar y actuar correcta y honestamente. La tentación pasa siete veces cada día por delante del abogado. Este puede hacer de su oficio la más noble de todas las profesiones o el más vil de todos los oficios.
Lo anterior es ratificado por el jurista Bielsa, quien nos enseña que: “El atributo esencial del abogado es su moral. Es el “substratum” de la profesión. La Abogacía es un sacerdocio; la nombradía del abogado se mide por su talento y por su moral”.
De allí que la Abogacía es un constante servicio de valores superiores que rigen la conducta humana. La profesión demanda el sereno sosiego de la experiencia y del adoctrinamiento en la justicia; pero cuando la anarquía, el despotismo o el menosprecio a la condición del hombre sacuden las instituciones y hacen temblar los derechos individuales, entonces la Abogacía es militancia en la lucha por la libertad.
Podemos suprimir la toga, como prenda de otros tiempos; pero nunca su “alma”, que es la que nos hace ser abogados, que es como decir sacerdotes de la justicia.