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- 27/05/2014 02:01
Los partidos del siglo 21
América Latina pasa por un período crítico de falta de líderes, prácticamente todos los países enfrentando la reelección y permanencia de dirigentes en la presidencia: Evo Morales, Correa, Maduro, Santos, Cristina Kirchner, el retorno de la Bachelet, Ortega, etc. Da la impresión que no surgen nuevas figuras en nuestra América quizás por la indiferencia de nuevas generaciones al tema político, ahuyentados por las constantes denuncias en los medios de corrupción, coimas, excesos mostrados por funcionarios. Pero si los políticos están dando un pésimo ejemplo a las nuevas generaciones, el problema se agrava cuando analizamos a los partidos.
Hace muchos años, casi más de medio siglo, los partidos representaban una corriente ideológica. Unos liberales, otros conservadores, otros nacionalistas, otros socialistas. Panamá tuvo su dosis de partidos ideológicos, los distintos grupos de la sociedad civil se agruparon en ellos, PRT, PST, FRAMPO, Partido del Pueblo, PDC, Republicano, Liberal, etc. Omar Torrijos en los setenta crea el PRD, partido populista, instrumento para mantener al pueblo en el poder. Hoy, a solo 24 años de la invasión norteamericana, la democracia panameña ha dado un vuelco y con ella los partidos políticos han cambiado totalmente su naturaleza.
Hoy, ya no hay ideología, hay intereses de grupos. Más actúan como los antiguos partidos los gremios y algunas asociaciones. Los partidos de hoy volvieron a ser los de ayer, grupos de políticos unidos con un líder, que generalmente financian la agrupación, con seguidores y simpatizantes, con la única propuesta de llevar al líder al poder. El panameñismo de Mireya fue reemplazado por el panameñismo de Varela. El PRD pasó por el PRD de Toro, al PRD de Martín y ahora de Navarro. En juego ahora está la lucha de Navarro de mantenerse, versus los aspirantes a líderes del partido.
Lo interesante en esta nueva concepción de partido está en la actitud de la membresía. Para la gran base PRD la decisión está en a quién quiere como candidato en el 2019. Los aspirantes buscarán controlar al partido o, en mejor panameño, adueñarse del partido. Para eso deben mostrar capacidad económica, estar dispuestos a gastar desde ahora hasta el 19, ir montando su aparato interno del partido que le garantice delegados y estamentos de dirección regional. Al final, el partido se presentará al electorado como el partido que postula a fulano, esperando que la popularidad del fulano garantice una afluencia de votos.
Los políticos han demostrado en esta última elección que la campaña finalmente es solo tomar los problemas principales del electorado y prometer soluciones, mostrando algunas de ellas con efectividad. Nadie duda que en estas elecciones los tres candidatos principales tenían la misma lectura de las necesidades populares: canasta básica, seguridad, falta de agua. Los tres prometían lo mismo, solo que Varela fue más convincente en el tema de la canasta, Navarro en la seguridad mientras que Arias se fue por otras ofertas (ciudad mujer, hub de universidades, hombre de pie) que no le interesaban al electorado.
Lo más probable es que para 2019 seguiremos con los mismos problemas, canasta básica, seguridad y agua, puesto que es muy difícil resolver esos temas de forma definitiva. Por cinco años, veremos primero la lucha por controlar a adueñarse de los partidos, primero el PRD, luego Molirena, seguido por el Panameñista, donde Varela pudiese dejar sucesor, y Cambio Democrático (CD), que si no se baja la reelección presidencial a 5 años, lo que abriría las puertas a Martinelli a volver en el 19, surgirán las aspiraciones a ser el ungido por Martinelli en el 19.
Estas primeras luchas dentro de los partidos estarán afectadas además por el transfuguismo de miembros en los mismos partidos, donde es predecible una salida de CD masiva, una vez fuera del poder, así como un aumento en el panameñismo desde el poder. El PRD debe disminuir igualmente aunque quizás menos en proporción del CD.
Lo triste de este nuevo período es la realidad de partidos políticos con dueño, donde la membresía simplemente sigue al ‘dueño’ del partido, con la esperanza que llegue a la presidencia. Al final, el miedo de Omar que su propio partido tuviese dueño y que solo aquellos con poder económico lo pudiesen liderar, pasó. No solo al PRD, a todos los partidos. Nuevamente la política queda en manos del poder económico y con el agravante que en caso de diputados y representantes, el electorado no distingue en el origen del dinero y por eso, independiente de rumores y comentarios de café, lo importante es que el candidato tenga dinero.
ANALISTA POLÍTICO