• 20/09/2024 00:00

Carta abierta al ministro de Ambiente, J.C. Navarro

...busquemos maneras creativas de eliminar los plásticos en su origen...

Estimado Sr. Navarro: Soy un experto internacional en urbanismo y vivienda, panameño, y voté por el gobierno del que usted forma parte. Lo hice porque el Sr. Mulino es una figura con carácter, que respeta la justicia. Estas dos características hacen de su estilo de liderazgo probablemente la única oportunidad que tendremos como país para aprobar leyes ambientales innovadoras en el mediano plazo.

Hoy, Panamá se caracteriza por haber atravesado una década perdida, donde el crecimiento económico no genera empleo y donde los mejores panameños de todas las clases sociales no logran aportar.

Ambientalmente, desde la planificación territorial a la administración del transporte o la gestión de desechos, somos el hazmerreír del planeta. Si no lo cree, pregúntele a la gente que vive en La Chorrera: personas con trabajos precarios en la ciudad de Panamá, que no tienen agua en sus viviendas caras y calurosas, rodeadas de basureros improvisados, alejadas de los servicios básicos e institucionales.

A pesar de este contexto, creo que usted tiene la experiencia para darse cuenta de que el reciclaje o la economía circular son paliativos hipócritas que no reducirán considerablemente el volumen de los desechos ni disminuirán la huella de carbono. Sin embargo, la experiencia de eliminar las bolsas plásticas, a pesar de sus fallos, nos demostró que la eliminación del desecho en su origen es una alternativa viable. De esta manera, no se incurre en gastos de transporte, exceso de empaques ni en el consumo de energía adicional para reciclar o transformar. Hoy en día, decirle a una población empobrecida que debe dedicarse a transformar desechos es una burla. Además, hay un límite para la cantidad de maceteros hechos con botellas de soda de tres litros que una vivienda puede tener.

Aprovechando que está en un gobierno con carácter y que respeta la justicia, le solicito encarecidamente que evalúe algunas propuestas que presenté hace unos años en uno de mis libros, Panamorfosis. Primero, busquemos maneras creativas de eliminar los plásticos en su origen. Por ejemplo, la compañía Coca-Cola llegó a Panamá durante la construcción del Canal. Hoy en día, vende un porcentaje significativo de bebidas en botellas plásticas, muchas de las cuales podrían comercializarse en paquetes de concentrado y en botellas reutilizables. Deles a ellos y a sus competidores un año para dejar de vender botellas plásticas y encontrar una solución inteligente al problema. Con esto, eliminaría una enorme cantidad de desechos en su origen. Lo mismo debería hacerse con los envases de poliestireno o los paquetes de marcas que venden papitas. Esos envases podrían ser biodegradables, pero hoy terminan matando cormoranes.

La estructura oligopólica de la economía panameña permite que usted dialogue directamente con los propietarios de las grandes empresas locales. Llegue a un acuerdo para reducir empaques en cada industria. Es simple: quien genera basura debe hacerse cargo de ella o al menos pagar el triple de impuestos y que esos impuestos vayan a la gestión de desechos sólidos. Le aseguro que Coca-Cola no quebrará, pero los ríos de este país se lo agradecerán. Si no me cree, visite el BOB.

Solo un gobierno con carácter, de pantalones o faldas bien puestas y un enfoque de justicia ambiental, puede poner fin a la hipocresía de la economía circular. Ni un ejército de recicladores tendría sentido: estos emplean energía para transportarse, para limpiar y clasificar los deshechos, y también para transformarlo. Luego, para reutilizar el producto reciclado, hay que transportarlo nuevamente, aumentando la huella de carbono. ¿Dónde está la ganancia? Solo en los bolsillos de unos pocos. Lo ideal es acabar con esta farsa y eliminar el desecho en su origen. Los días de enriquecerse contaminando pueden terminar con usted. Sea el pionero de la única causa justa, la del futuro de la vida sobre el planeta.

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