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- 14/11/2019 00:00
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Los crímenes contra las mujeres son cada día más recurrentes y atroces en todos los estratos de la sociedad panameña.
Las estadísticas oficiales hacen referencia a un número minúsculo de femicidios. Pero, “la realidad podría ser mucho peor”, advierte Julia Elena Sáenz González. doctora en derecho, docente universitaria y escritora de El feminicidio y su relación con los delitos de violencia doméstica y acoso sexual. Los casos de muertes de mujeres de manera violenta podrían llegar a más de mil anualmente en el país si se suman en conjunto con los delitos sexuales y de violencia doméstica como parte del feminicidio.
La mujer también puede morir jurídicamente cuando, por ejemplo, compite con un varón por un puesto y, aunque tenga todos los méritos, no logra el objetivo por su condición. Este tipo de situaciones debe evitarse, por lo que la abogada propone un anteproyecto que reestructure la Ley 82 de 2003, para que se cree un tipo penal autónomo denominado “feminicidio”, que penalice la muerte física y jurídica de la mujer. Y que contemple los delitos sexuales y de violencia doméstica como feminicidios, agregó la docente y escritora.
Las mujeres continúan siendo vulnerables por razones históricas, sociales, políticas y económicas, continúa Sáenz González, también investigadora jurídica. Y muchas ni siquiera quieren referirse al tema del feminicidio por temor a exponer su vulnerabilidad, apunta.
Siempre he estado interesada en investigar sobre todas las situaciones que están afectando a la mujer.
La mujer es la columna vertebral de la familia. Y si bien es cierto que la familia es para mí como una empresa conformada por dos altos ejecutivos que se desempeñan en la gerencia, que son el hombre y la mujer, ella es la encargada de estructurar el plan de trabajo y la que alimenta los valores del hogar. Entonces, ella tiene que ser fortalecida y para lograrlo hay que ver todos los aspectos que en algún momento puedan afectar su salud y su desarrollo social y económico. Hago esto porque soy una persona que cree en la familia, que siento que en la actualidad todos los problemas que estamos enfrentando es porque la hemos dejado a un lado.
Son primero de carácter personal, porque se produce una afectación a nivel de individuo. A la persona cuyo proyecto de vida fracasa le quedan huellas. El matrimonio es un compromiso de vida e implica deberes de ambas partes. El hombre o la mujer entran en un periodo de autocrítica o análisis cuando fracasa ese proyecto de vida. Es allí donde entra un desgaste emocional.
Pero las afectaciones son distintas cuando sientes que cumpliste y que la otra persona falló o si las fallas son de ambas partes o solamente tuyas. Eso es a nivel de individuo. A nivel económico también hay afectaciones, porque en ese proyecto de vida se invirtieron bienes, ¿en manos de quién quedan?
Además, hay una afectación familiar, sobre todo cuando hay hijos. Pero también hay una fractura a nivel de amistades y de la familia extendida. Y es que cuando te casas con una pareja también lo haces con su familia y con sus amigos. Son muchas las afectaciones.
No se ha querido aceptar. Y la primera que no lo quiere aceptar es la mujer, porque piensa que si está empoderada hablar del tema es de poca importancia. Ella es la primera que no quiere aceptar la realidad.
La mujer es considerada por Naciones Unidas uno de los grupos vulnerables y no porque tengamos algún tipo de discapacidad que no nos permite evolucionar como el resto de las personas, sino por razones históricas, religiosas, económicas, sociales y políticas. Hemos estado rezagadas a un segundo plano. Se nos ha considerado personas de segunda categoría desde los tiempos de la Biblia, cuando se establece que nacimos de la costilla de Adán, que la mujer está solo y exclusivamente como apoyo del hombre. Nosotros somos seres humanos que nacimos para trabajar en equipo. Entonces, este es un fenómeno social que conviene a muchos que pase desapercibido. Y las mujeres tenemos un poco la culpa de eso porque no queremos hablar lo suficiente del tema. Hubo muchas luchas para que el femicidio fuera tipificado. Fueron varios intentos en la Asamblea Nacional, antes de lograrse la Ley 82 de 2013. Ese fue un avance; sin embargo, hubo graves errores.
A la denominación de la figura, que se le colocó femicidio y no feminicidio. Es decir, que se colocó como un hijo del homicidio, no como un tipo penal autónomo. Por eso es que voy a presentar un anteproyecto de ley, que lo va a prohijar la diputada Petita Ayarza, de la comarca Guna Yala. Al ponerse al femicidio como un hijo del homicidio, hace que se divorcie esta figura de otros delitos previos al femicidio.
Entre ellos, la violencia doméstica y los delitos sexuales. La violación carnal, por ejemplo, se puede producir por desprecio a la mujer, como consecuencia de varios factores psicológicos o de carácter social. Entonces, al estar amarrado el femicidio al homicidio cuando se va a tipificar la conducta hay quienes estiman que no existe un delito. Y, si te vas a las estadísticas del Ministerio Público, del Sistema de Estadísticas Criminales, que tiene la Dirección de Investigación Judicial (DIJ), te establecen que al año solo se dieron 12 femicidios, en su mayoría en Panamá....
Estamos ante la presencia de mil femicidios por año, entre las diez provincias.
MÁS QUE UNA ESCRITORA
Investigadora jurídica y profesora a nivel doctorado
Por la mala tipificación que se hizo de la figura delictiva. Al no ponerse la figura delictiva como un tipo penal autónomo nosotros dejamos de establecer una relación de los casos de femicidio con los de violencia doméstica. El delito de femicidio, cuyo nombre correcto es feminicidio, involucra varias aristas. El feminicidio es un delito violento que tiene su raíz en la violencia de género, que nace en el núcleo familiar a través de la violencia doméstica.
La muerte violenta de una mujer por diferentes situaciones, por condición de género, por violencia doméstica, por delitos sexuales, donde se le menosprecia; y para tratar de esconder la figura delictiva que se cometió y no dejar huellas, se mata.
Que el femicidio solamente se refiere a la privación de la vida a la mujer por su pertenencia de género. El feminicidio va mucho más allá. Desde la muerte violenta de la mujer por distintas razones; por pertenencia de género, por violencia doméstica y por delitos sexuales atroces, entre otras, y también la muerte jurídica de la mujer.
Es cuando el Estado no provee, a través de mecanismos jurídicos, formas de protección legal a la mujer. Si no lo tiene ni siquiera en la norma jurídica, hay femicidio. Otro aspecto de la muerte jurídica de la mujer es cuando está en la norma y un funcionario público que representa al Estado lo desconoce. Por ejemplo, una contienda donde se concursa por un puesto un varón y una mujer y yo reúno todos los requisitos para ese puesto, pero favorecen al varón. Y cuando voy a interponer los mecanismos jurídicos establecidos en la norma, la autoridad los desconoce aún sabiendo que son válidos para mi defensa. Allí hay un feminicidio jurídico porque me estás aniquilando aún teniendo la razón y existiendo los mecanismos jurídicos.
Pero todavía tenemos baches que sanar. Y esto no quiere decir que a la mujer, por su condición, hay que darle todo, no es así. En cuanto a los puestos, yo siempre me refiero a la paridad con equidad. Que quiere decir que si la mujer tiene el perfil, que se le dé el puesto. Eso es la paridad con equidad, con mérito.
Porque sienten el temor de decir que no han superado su condición de vulnerabilidad, que viene de los antepasados.
Hemos roto esquemas del pasado, pero todavía seguimos siendo vulnerables ante la figura del varón, por lo que él representa para la sociedad. Todavía estamos en sociedades patriarcales. Nosotras hemos logrados avances, pero en ciertas partes del mundo continuamos rezagadas.