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La muerte en vida de José Ramón Guizado
- 19/10/2023 00:00
- 19/10/2023 00:00
El 2 de enero de 1955, con escasos 9 años de edad, Guillermo Cochez escuchó, en El Cangrejo, lugar donde vivía, los tiros mortales que recibió el entonces presidente José Antonio Remón Cantera, en el hipódromo de Juan Franco, ubicado en la vía España (donde está Galerías Obarrio). De muy pequeño, Cochez vivió en calle 52, Bella Vista, la misma donde, en la esquina con la avenida Federico Boyd, residía Remón. En 1953 su padre lo llevó a la vía España para ver la caravana que paseó a Remón junto con la reina Isabel II, en su primer viaje al continente americano. Esas imágenes se le grabaron para siempre.
Cochez siempre tuvo como una de sus metas escribir sobre el magnicidio, pero, sobre todo, resaltar la injusticia que se cometió con el sucesor de Remón, su primer vicepresidente, José Ramón Guizado, quien había tomado posesión como primer mandatario del país, al día siguiente del magnicidio.
Resulta que a los 11 días de ocurrido el asesinato del presidente Remón, el abogado Rubén Miró confesó ser el autor material del hecho y acusó a Guizado de ser el autor intelectual. La Asamblea Nacional ordena inmediatamente la separación del cargo de Guizado y dos meses después lo juzga y lo condena a prisión.
“Fue un juicio político”, afirma Cochez, y recuerda que ocho diputados votaron en contra de la decisión que, según él, carecía de fundamento. Los diputados que votaron en contra fueron Carlos Iván Zúñiga, Juan B. Arias, Tomás Rodrigo Arias, Aquilino Boyd, Simeón Conte, Francisco José Linares, Antonio Delgado y Plinio Varela Arjona.
Guizado fue condenado por la Asamblea a más de 6 años de prisión en la cárcel Modelo y liberado más de dos años después, cuando un jurado de conciencia absolvió al supuesto autor material del caso, Rubén Miró, pues no tenía asidero mantener preso a Guizado, acusado de complicidad, cuyo autor había sido declarado inocente. Sin embargo, por más que sus abogados lo intentaron, nadie pudo borrar su sentencia condenatoria emitida por una Asamblea Nacional “al servicio de aquellos inescrupulosos que se las ingeniaron para derrocarlo, sencillamente por no prestarse para servir de títere de sus intereses políticos y económicos”.
El presidente tenía 46 años de edad. Recibió los disparos a las 7:30 p.m. y murió en el hospital Santo Tomás a las 9:20 p.m.
“Este episodio destruyó a Guizado. Lo mató moralmente. Le acabó su carrera política que iba en ascenso, le destruyó sus negocios y lo afectó familiarmente”, dice con énfasis el abogado Cochez.
Guizado fue segundo vicepresidente de Arnulfo Arias en 1948; luego de la destitución del mandatario, quedó como primer vicepresidente de Alcibíades Arosemena, quien era el primer vicepresidente de Arnulfo.
En las elecciones de 1952 quedó como primer vicepresidente de Remón, y luego ocupó el cargo de presidente el 3 de enero de 1955, como consecuencia del magnicidio. Duró solo hasta el 12 de enero cuando es vinculado al fatídico suceso. Nunca se ha sabido quiénes fueron los verdaderos responsables de un hecho que marcó la historia del país.
Para Cochez, el 2 de enero de 1955 no solamente se asesinó al presidente Remón Cantera, sino que se ejecutó un acto vil en contra de Guizado al arrebatarle su libertad y despojarlo de su dignidad y moral.
Sobre este nefasto acontecimiento, que estremeció los cimientos de la sociedad panameña, Cochez ha escrito una obra que será presentada al público mañana, viernes 20...” era una de mis metas, un compromiso personal”, afirma el abogado. El libro, de casi 200 páginas, se titula ¿Quién mató a José Ramón Guizado? y el autor espera que el mismo sirva para aclarar las incógnitas de los sucesos del 2 de enero de 1955, que todavía penden en la opinión pública del país.
¿Y por qué el título del libro? Porque, según su autor, la gente no solo muere cuando desaparece físicamente de este mundo terrenal, sino que también fallece cuando pierde su libertad injustamente, cuando siente una sensación de frustración, tristeza y desconcierto, debido a una situación difícil; es como estar muerto en vida... y ese fue el caso de Guizado.
El libro invita a reflexionar sobre quiénes ejercieron el poder antes y después del magnicidio.
El tema del asesinato del presidente Remón me ha llamado la atención desde niño. Siempre me ha interesado y me ha conmovido mucho cómo se cometió una injusticia tan grande contra José Ramón Guizado, un hombre a quien se vinculó al magnicidio y luego de condenarlo a pena de prisión, más de dos años después tuvieron que dejarlo en libertad, pues no se le pudo probar absolutamente nada, y quien lo había acusado se retractó de su declaración, aparte de que un jurado de conciencia dictaminó su inocencia.
Que las cosas no han cambiado en Panamá en ocho décadas, años antes del magnicidio y tras este, en 1955, sobre todo en materia judicial. Ese crimen, luego de 68 años de su ejecución, nunca terminó de esclarecerse por intereses políticos. Por eso es que el país está como está; no aprendemos de la historia.
Que el poder político, unido a los intereses de los grupos oligárquicos, e inclusive con la mafia (hoy conocida como crimen organizado), estuvieron presentes en el magnicidio y en el derrocamiento del ingeniero José Ramón Guizado, tras 12 días de haberse juramentado como presidente de la República en su condición de primer vicepresidente del mandatario. Todo esto fue hecho sin tener prueba alguna de su participación en el crimen.
Los panameños, en los últimos 50 años, sólo hemos pensado en una dictadura: la de Torrijos, Paredes y Noriega. Nos olvidamos de las experiencias vividas en las décadas de 1930, 40 y 50, quizá tan traumáticas o más en términos de democracia, que los años de la dictadura de 1968 a 1989. Eso nos obliga a replantearnos nuestro futuro como país, ya que si seguimos como vamos, caeremos en el despeñadero parecido al de países como Nicaragua y Venezuela.
Que los próximos gobernantes tomen conciencia de que hay que cambiar profundamente un país donde cada vez hay más desigualdades, caldo de cultivo de problemas como la lucha de clases de la cual se aprovechan los extremos, tanto de derecha como de izquierda. Los próximos gobernantes deben ejercer las funciones de gobierno, sin pensar en ellos y sus intereses como ha ocurrido en los últimos años, para enfocarse en temas básicos de la población, hoy tan deteriorados, como son la educación, la salud, el transporte, el servicio de agua, agregados a la falta de oportunidades para los panameños.
El objetivo del libro no fue descubrir nuevas pistas sobre el asesinato del presidente Remón. Fue otro: el que póstumamente se declarase inocente de esta trama –lo cual nunca se hizo– a una de las principales víctimas de todo lo que ocurrió: a José Ramón Guizado. A este, con tal de sacarlo abruptamente del poder, prácticamente lo mataron en vida, pues estuvo casi tres años preso en la nefasta cárcel Modelo, sus prósperos negocios clausurados, su familia desprestigiada y su ascendente carrera política truncada para siempre.
El libro será impreso y espero que pueda obtenerse digitalmente.
Creo que los libros impresos siempre estarán presentes. Soy de la opinión que a quien le gusta leer, prefiere palpar lo que está leyendo. Personalmente me resulta más satisfactorio leer un libro impreso que uno digital. Opino que no desaparecerán, y más cuando estudios recientes han revelado que tanto la mayoría de jóvenes como de adultos, prefieren libros de papel.