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Paradojas panameñas
- 17/06/2023 00:00
- 17/06/2023 00:00
Mientras el Gobierno panameño aprueba un polémico contrato de la nación con una compañía minera canadiense para que continúe extrayendo cobre, oro y molibdeno en un área considerada parte del Corredor Biológico Mesoamericano, los líderes indígenas, afrodescendientes y las comunidades de los bosques se reúnen en este país para clamar por los derechos sobre la tierra.
Mientras las comunidades locales cercanas a cerro Quema, en Azuero, apoyadas por grupos ambientalistas rechazan la eventual aprobación de la explotación de oro en sus montañas, fuente de donde mana el agua dulce para miles de pobladores y en la costa caribeña de Colón estallan las denuncias por los planes de extraer miles de toneladas de arena, que matará la vida marina en sus paradisíacas playas, el silencio es ensordecedor en el Palacio de las Garzas.
Al menos dos centenares de dirigentes indígenas y de comunidades locales de todo el mundo, autoridades regionales, organizaciones no gubernamentales, donantes y organizaciones de defensa de los derechos sobre la tierra asisten desde el martes pasado hasta el viernes 16 de junio a la primera Semana Climática Mesoamericana, y sin duda están nutriéndose de las polémicas ambientales que se viven en el país centroamericano.
La abogada y dirigente indígena emberá Sara Omi, presidenta de la Coordinadora de Mujeres Lideresas Territoriales de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB), adelantó que “los objetivos (de defensa de la tierra) están ahí, consagrados legalmente, ahora tenemos que pensar en alcanzarlos, por lo que demandamos a nuestros gobiernos poner en marcha los mecanismos necesarios para hacerlo de manera urgente”.
Omi, muy respetada y conocida en el Sistema de Naciones Unidas, es una de las lideresas que puso a su pueblo en el libro de récordsGuinness hace pocos años al elaborar el patacón más grande del mundo, con la finalidad de dar a conocer los desafíos y carencias que enfrentan endémicamente, y para promover un producto turístico que les permita generar ingresos a sus pobladores.
“Tenemos que garantizar el reconocimiento y la protección de todos los pueblos indígenas en sus lugares culturales y sagrados. Tenemos que acelerar nuestra acción, ayudando a ampliar y promulgar las soluciones que nos dieron nuestros antepasados”, apuntó en una declaración.
Sara Omi encabezó la presentación del Plan Regional de Género y Cambio Climático junto con Guadalupe Leiva, de la Red Mexicana de Organizaciones Campesinas Forestales (Red Mocaf).
Los dirigentes se congregaron en un hotel de la capital panameña para recibir –como en otras partes del mundo escogidas– la segunda edición del informe '¿Quiénes son los dueños de la tierra del mundo?', levantado por la organización internacional Rights and Resources Initiative (RRI) que “aporta más pruebas a las ya existentes que confirman lo que los pueblos indígenas, los pueblos afrodescendientes y las comunidades locales siempre han mantenido: que son los mejores gestores de sus tierras y recursos”.
El informe enlista las recientes victorias jurídicas en tenencia de la tierra de estas poblaciones, como el reconocimiento de derechos del pueblo indígena Naso Tjër Di a más de 160.000 hectáreas de tierra, en el caso de Panamá, en donde aún gobierna el único rey del continente americano, aunque lucha porque el respeto a esa decisión se dé plenamente.
También se destaca el reconocimiento de los derechos de tenencia de la tierra y de propiedad colectiva en las constituciones nacionales de varios países de América Latina.
No obstante, a pesar de estas victorias, de acuerdo con el informe, la superficie donde los derechos sobre la tierra de estas comunidades son reconocidos solo ha aumentado un 0,5% en Mesoamérica en los últimos cinco años.
La región mesoamericana es el nombre que se le da a una región económica internacional, compuesta por nueve estados del sur de México y los países centroamericanos: Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Está reconocida por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).
La data actualizada reseña que los bosques mesoamericanos contienen el 47% de las reservas forestales de carbono de la región, aproximadamente el 8% de la biodiversidad mundial y cubren solo el 0,5% de la superficie terrestre. “Estos bosques sustentan a más de 5 millones de personas de más de 60 grupos étnicos y lingüísticos, que dependen en gran medida de los recursos naturales que proporcionan”, apunta.
La AMPB, precisa, gestiona el 24% de los bosques de la región, lo que equivale aproximadamente a 105.000 km cuadrados.
“Estos bosques, el 40% de los cuales se encuentra dentro de áreas naturales protegidas, desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad. También son responsables de almacenar el 26% del carbono total que poseen todos los países de la región, que asciende a 3,6 millones de toneladas”, advierte.
Los participantes también debatieron sobre los retos a los que se enfrenta el reconocimiento de los derechos sobre la tierra, especialmente en el contexto de los países mesoamericanos, donde al menos el 15% de las tierras comunitarias sigue sin ser reconocido, concluye el reporte de la RRI, que reúne más de 150 organizaciones.
Levi Sucre Romero, indígena bribri y coordinador de la AMPB, señaló que “Nos estamos uniendo para aprovechar estos avances positivos, para demostrar que el cambio es posible gracias a las luchas arduamente ganadas por nuestras comunidades indígenas y locales en todo el mundo”.
Reprochó que “en Mesoamérica se encuentra una gran masa de bosques que dan equilibrio al planeta y, a pesar de eso, aumentamos solo un 0,5% en el reconocimiento de los derechos de la tierra en los últimos cinco años. ¿Cómo pretendemos lograr las metas de cambio climático a este ritmo? ¿Cómo vamos a resolver un problema de impacto global con un avance tan lento en el reconocimiento de derechos?”.
Sucre expuso sobre Criminalización y justicia climática en la región, mientras sus compatriotas del Congreso Emberá Rodolfo Berrugate y Leónides Cunampía (cacique) se refirieron al impacto de la migración en su comunidad y en los bosques, enclavados en Darién, usados por miles de extranjeros que buscan llegar a Estados Unidos.
Durante la Semana Climática Mesoamericana se puso de relieve la emergencia mundial que supone la degradación de los ecosistemas y el papel fundamental que desempeñan los derechos sobre la tierra para garantizar la conservación y la protección de los bosques, las fuentes de agua y la diversidad biológica y cultural, nada más propicio para reflexionar en medio de la ola de calor que el fenómeno de El Niño está provocando en el país...y apenas empieza, según los científicos del clima.
Los dirigentes conocieron también temas como la Financiación territorial directa, el Desarrollo de capacidades, la Agricultura ancestral y la Gobernanza y Gestión forestal.
Examinaron “cuestiones apremiantes desde una perspectiva territorial, haciendo hincapié en la conectividad ecológica y biológica y explorando los retos a los que se enfrentan los cinco grandes bosques de Mesoamérica”, añade una declaración.
En tanto, Miriam Morris, bundorgan del Congreso Guna/IIDKY, compartió su experiencia en la creación del Primer Centro de Aprendizaje y Atención de la Agroecología y Medicina Guna en Bigandí, en la comarca Guna Yala, un jardín botánico con plantas medicinales y comestibles que están creando los aborígenes que será un “modelo vivo del sistema ancestral de siembra Guna (Nainu).
En 2022 la RRI informó de que financió 21 proyectos por casi un millón de dólares a través del mecanismo de respuesta estratégica, incluyendo a las mujeres indígenas organizadas de Panamá.
Ya desde 2022 lo tienen claro los dirigentes, quieren una nueva generación de líderes fundacionales, la libertad de vivir con dignidad y derechos, adoptar la tecnología para crear nuevas narrativas y la creación de un nuevo modelo indígena de economía, según el informe 'Cielos azules'.
¿Será necesario un mayor azote de la naturaleza para que se empiece a oír en serio a la sabiduría ancestral, o preferiremos como sociedad el “pan para hoy y hambre para mañana”?