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Ausencia de cuidados parentales: una data imprecisa en América Latina
- 22/01/2022 00:00
- 22/01/2022 00:00
“Cuando tenía dos años de edad mi madre me regaló con todo y papeles a una mujer que no podía tener hijos, decía mi tía. Cuando cumplí 11 me fui a vivir con uno de mis hermanos –menor de edad– que residía en Panamá”. Así entreteje Marcos (nombre ficticio) las anécdotas y recuerdos de su primera infancia y adolescencia.
Aunque Marcos no formó parte de la cifra de niños institucionalizados, era uno más de los miles de niños privados del cuidado de sus padres.
La cifra exacta de los niños, y adolescentes sin cuidados parentales en América Latina se desconoce. Según organizaciones internacionales como la Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar (Relaf), Aldeas Infantiles S.O.S., la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), existe un gran déficit de datos y de información confiable que permita conocer la situación, y por consiguiente se entorpece la elaboración de políticas sociales que beneficien a este grupo vulnerable.
“Mi hermano trabajaba en un supermercado cerca de donde vivía”, continúa Marcos. “Alquilaba un cuarto pequeño en la casa de una familia. Cuando me fui a vivir con él, empecé a hacer trabajitos de limpieza y otros a los vecinos, hasta que él cumplió la mayoría de edad y se fue a trabajar a un taller a donde me llevaba. Gracias a Dios nunca fui a ningún albergue ni nada de eso; entre los dos salimos adelante”.
La problemática que hoy nombramos “niños sin cuidado parental” es visible no solo en Panamá, donde en febrero de 2021 estalló el escándalo por abuso de menores en albergues bajo la supervisión del Estado, es decir de niños y adolescentes carentes de cuidados familiares. Según cifras oficiales de niños institucionalizados, en Panamá hay cerca de 1,200 en alrededor de medio centenar de albergues.
Este problema recorre enérgicamente países de América Latina. Pese a no contar con cifras exactas, la información disponible en los países de la región permite una aproximación cuantitativa de la situación. De acuerdo con las proyecciones de población (2018) del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de la vecina República de Colombia, el 31,02% de la población colombiana (15.454.633) son niños y adolescentes. “De esos 15.454.633 una tercera parte vive solo con uno de sus padres y más de 1.100.000 no viven permanentemente con ninguno de ellos”, según un informe cuyo autor es la Relaf.
El documento, que se desprende del Informe Latinoamericano, realizado a partir de los informes de 13 países de la región y actualizado en 2018, apunta que en Ecuador se estima que el 8,65% de los niños del país, es decir 490.383 niños no viven con sus padres. En México, el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas ha hecho observaciones al Estado sobre la falta de datos respecto a la cantidad de niños en esta situación, las cifras oficiales del país reportan un total de 412.456 niños privados de cuidado parental (1,09% de la población infantil). En Nicaragua, donde la estructura institucional que vela por los derechos del niño está compuesta por el Sistema Nacional de Protección y el Sistema Nacional para el Bienestar Social (SNBS), 676.591 (35%) menores de 15 años, que viven en áreas urbanas, no viven con su padre, 483.279 (25%) solo viven con su madre, y 193.311 (10%) no viven con ninguno de los dos, según la última Encuesta en Demografía y Salud (Endesa) del país. El país centroamericano se rige bajo el marco normativo de un Convenio Internacional de Sustracción y Restitución de Niños y Adolescentes (1980), la Ley 287 Código de la Niñez y la Adolescencia (1998), y la Ley 870 Código de la Familia (2014).
El informe de la Relaf, en conjunto con Aldeas Infantiles S.O.S. Internacional, detalla que en Paraguay, según el censo 2002, son 289.000 los niños que no viven con sus padres, lo cual representa el 12,12% de la población infantil total. El escenario es aún más crítico en República Dominicana, país que ha reportado un total de 580.781 niños menores de 15 años privados de cuidado parental para el año 2007, lo cual representa el 18,8% de la población infantil del país.
En Panamá, “la visión que hemos tenido en 2020 y 2021 es que hay un aumento de casos de desprotección de niños y adolescentes, que también tiene que ver con el contexto de la pandemia”, indica la psicóloga Silvia Santamaría, exasesora de Desarrollo de Programas de Aldeas Infantiles S.O.S. Panamá. “En este tema –niños y adolescentes sin cuidados parentales– se debe hablar del contexto covid, el confinamiento en muchas ocasiones produce que haya maltrato porque no son las condiciones de vida adecuada de una familia y así surgen diferentes aspectos que no ayudan a la relación y termina en violencia”, afirma Santamaría.
Las causas de la carencia de cuidado parental son diversas y complejas; entre ellas están las migraciones forzadas por temas políticos, entre otros, pobreza, problemáticas sociales y culturales como violencia familiar, adicciones, trabajo infantil y explotación sexual comercial.
Marcos, hoy de 20 años de edad, puede identificar como vinculadas a su desprotección familiar cuando era un niño, dos de estas causas: adicciones y pobreza. “Como mi mamá, la señora que me crió hasta los casi 11 años, trabajaba casi todo el día, yo siempre me le escapaba a la muchacha que me cuidaba, primero me escapaba cerca, luego más lejos y más... y en una de esas escapadas, cuando tenía 10 años, conocí a mis padres biológicos”.
El joven relata que empezó a frecuentar a sus padres. “Me di cuenta de que tenía nueve hermanos, que mi papá y mamá tenían adicciones. El lugar donde vive, hasta hoy, mi mamá con cuatro hermanos es carente de todo, no hay agua potable ni baño, no se cómo comen... es una historia triste”, afirma.
Marcos es uno de los cientos de niños en Panamá y miles en América Latina que sufren o sufrieron la desprotección parental.
Informes, estudios, investigaciones de organismos internacionales y a lo interno de cada país, dan fe de que América Latina es un continente que se caracteriza, primero: por una profunda desigualdad económica y social, disparidad que se ha incrementado en las últimas décadas, y segundo, por la cantidad de población que vive bajo la línea de pobreza.
“La pobreza y la desigualdad están identificadas como las principales causas de pérdida o riesgo de pérdida de cuidados parentales en la población infantojuvenil”, señala el informe de la Relaf denominado “Niños y adolescentes sin cuidados parentales en América Latina”. “En este punto”, añade el documento, “es imprescindible comprender que si bien la pobreza está identificada como causa principal de la problemática estudiada, esto no permite establecer una relación lineal entre niños y adolescentes pobres y aquellos carentes de cuidado parental”.
María Inés Castillo, ministra de Desarrollo Social de Panamá, asegura que tras desarrollarse diversas mesas de trabajo sobre niños y adolescentes institucionalizados, el enfoque como país en el tema “es el derecho a vivir en familia”, sea esta “la familia nuclear, la familia extendida, la familia acogente o la familia adoptiva”.
“La Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf) ya comenzó un programa para incentivar a las familias acogentes, porque como país no es costumbre y no tenemos muchas en listado. Se requiere de ellas para lograr que los niños no entren en las instituciones sino a estas familias”, indica Castillo.
Coincide con Castillo la psicóloga Santamaría, quien afirma que “como país tenemos como respuesta a la protección de niños la institucionalidad, es decir que si un niño es separado de su familia biológica es enviado a alguna institución”. “La institución no ayuda al desarrollo sano e integral del niño”, enfatiza. “Estamos llamados a caminar y hacer esfuerzos en dar respuesta más de tipo familiar a niños y adolescentes que entran en el sistema de protección”, recomienda Santamaría.
Hace un llamado a que “como país, Estado y sociedad civil nos pongamos a ver qué quiere decir la protección del niño. No es nada más separarlo de la familia y enviarlo a un albergue. Se debe ver qué requiere la familia para que ese niño retorne a ella y qué necesita la familia panameña para que ese infante nunca entre a una institución”, manifiesta.
Con 11 años de experiencia en Aldeas Infantiles S.O.S. Panamá, Santamaría puede dar fe de que hay “bastantes” experiencias de niños y adolescentes sin cuidados parentales que han tenido éxito, y no son solo en el ámbito profesional, sino también en el emocional. Sin embargo, “la mayoría no lo logra”. El éxito “depende mucho del tipo de cuidados que se les brinde en el lugar donde estén”, asegura.