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Luis Casal: 'Mi mensaje es que vayan a los conciertos y apoyen a su propia gente'
- 26/08/2021 00:00
- 26/08/2021 00:00
Con un compromiso por el desarrollo social y cultural del país fue concebido el Festival Internacional Alfredo De Saint Malo, una importante plataforma de la música clásica que desde 2007 se realiza en Panamá.
El violinista Luis Casal explicó que el deseo de su hermano Isaac Casal, fundador del festival, era que sus amigos tuvieran la misma oportunidad cultural que él tuvo al compartir espacios con artistas nacionales e internacionales y aprender unos de los otros.
“El Festival Alfredo De Saint Malo se creó con ese deseo, el de brindar oportunidades, enriquecer a los músicos y ayudarlos a crecer”, agregó el violinista.
En su versión XV, que se realizará del 1 al 12 de septiembre de 2021, el festival rinde homenaje a los renombrados pianistas Jaime Y Nelly Ingram. Obviamente, para esta edición, los pianistas tendrán un espacio central. Pero también los violinistas, los boleritas, los juglares de música folclórica y los rockeros sinfónicos, entre otros espectáculos.
El festival ofrece a los jóvenes y artistas panameños un espacio para su formación y desarrollo profesional a través de un programa académico.
“Muchos de los estudiantes panameños conocieron a sus profesores en el festival. Ellos decidieron darles una oportunidad y se los llevaron a Estados Unidos”, concluyó Cas al.
El fundador es mi hermano (Isaac Casal). Él viajaba mucho con la Orquesta de Las Américas, que quizás es el festival de jóvenes más importante de Latinoamérica. Creo que llevan 16 años de existencia, quizás un poco más. Mi hermano estuvo en el segundo año y fue el primer panameño en asistir al evento. Él viajó a muchas partes del mundo y se ganó montones de premios internacionales como embajador de la música clásica; vio un ambiente de riquezas (culturales). Y me comentó, a los 23 años, que quería dar a sus amigos la misma oportunidad que él estaba teniendo. Así decidió crear un festival parecido a los que él había asistido, con la participación de artistas nacionales e internacionales. Con los músicos extranjeros buscaba un convivió con los nacionales para atraer a estudiantes y motivarlos a incursionar en la música. El Festival Alfredo De Saint Malo se creó con ese deseo, el de brindar oportunidades, enriquecer a los músicos y ayudarlos a crecer.
Es el violinista más prestigioso de nuestro país. Fue director del Conservatorio Nacional, en los años 50. Es un violista muy famoso, pero pareciera que aquí no se le conoce mucho. En los años 80 era la eminencia.
Sí. Ellos son los pianistas más renombrados de Panamá, por eso les dedicamos el festival. Jaime estudió en Juilliard School. Él tiene 93 años, pero su labor tanto de pianista como de diplomático es eminente, es uno de los pianistas y concertistas más relevantes de la música contemporánea.
Él y la esposa, de origen brasileño, se radicaron en Panamá. Ambos son los pianistas más importantes de nuestra nación y merecen ser homenajeados. Casi siempre hacemos reconocimientos a figuras que han fallecido, pero era propicio hacerlo a alguien que está con nosotros.
Es la música académica, la clásica, la sinfónica, la orquestal, de conservatorio. Eso implica música de coros, música de cámara y obviamente de todos los compositores que hemos heredado de Europa. Y, de Latinoamérica, donde tenemos muchos que sobresalieron.
En cada festival tratamos de hacer reconciliación con las artes. Y no solo reconciliación, sino atraer. Hay festivales que han incorporado la pintura, es decir, exposiciones en la apertura de conciertos. Este año vamos a tener más mezclas porque lo propicia la pandemia. Entonces va a ver ballet clásico, rock sinfónico... También hay música folclórica. Pero los juglares que van a tocar lo han concebido como un concierto. Para ellos es nuestra música nacional y quieren que se escuche, que se le preste atención.
Obviamente, se resalta el piano porque el homenaje es a dos pianistas. Los Ingram fundaron la competencia internacional de piano de Panamá, con un sentido similar, atraer a muchos pianistas de distintas partes del mundo a competir. Sin lugar a duda la figura primordial del festival de este año es el piano.
En realidad todo está dedicado a los jóvenes, primordialmente. Lo que queremos es que los jóvenes vayan a los conciertos o los papás. El festival es una rama del Funsincopa (Fundación Sinfonía Concertante de Panamá), creadores del Festival Alfredo De Saint Malo. La fundación tiene el programa de filarmónicas juveniles cuya meta es llevar la música a jóvenes de bajos recursos. En realidad hay mucha gente que visualiza la música clásica como elitista y de difícil acceso. Pero cada vez es más accesible y el festival está dedicado justo para que todos puedan participar.
El festival va junto con un programa académico que brinda clases a los jóvenes. Está modificado por la pandemia, pero casi siempre los jóvenes participan.
Funsincopa tiene su programa anual para darles clases a los jóvenes y ellos también participan del festival. El programa está abierto internacionalmente porque esa es la riqueza del aprendizaje, el poder ver y aprender de otros. Allí es donde se pone más competitivo, pero nosotros nos aseguramos de reservar espacio a los muchachos locales.
El genio de esto es mi hermano. Él ha traído a muchos artistas internacionales. Y eso me ha beneficiado. Yo, después, me los encuentro en Nueva York, toco con ellos. Muchos de los estudiantes panameños conocieron a sus profesores en el festival. Ellos decidieron darles una oportunidad y se los llevaron a Estados Unidos. Así que hay una remada de alumnos que son fruto del festival, que se fueron a estudiar porque alguien los escuchó y los invitó a estudiar en el extranjero. Esto está dando frutos.
Lo que estamos haciendo es un regalo para Panamá, estamos pensando en los Ingram. A mí me da tristeza que no muchas personas sepan quiénes son Alfredo De Saint Malo y Roque Cordero, que es el compositor más importante de Panamá, que falleció en 2008. Y estos son nombres que se conocen a nivel internacional. Este festival es bien significativo porque podamos homenajear a los Ingram, hoy, ahora. Ellos eran nuestros embajadores culturales. La meta es que Jaime Y Nelly Ingram estén contentos.
Hay limitada entrada, pero hay público. Eso es lo más hermoso que he escuchado hoy. Nada reemplaza la música en vivo. He tenido que dar recitales por internet para recaudar fondos para el conservatorio solo, sin nadie que te aplauda. Bueno te aplauden, pero no te están viendo. La pandemia ha sido así.
Hay una cosa importante que debe hacerse y no solo es la formación de músicos, sino también la del público. Pero creas el público casualmente con más conciertos, pero si nadie los patrocina, entonces es muy difícil.
Yo voy a otro país y escuchan salsa, música folclórica y música clásica. Eso es parte de su cultura. Pero aquí no se escucha música clásica.
Yo doy conciertos y casi siempre digo lo mismo: la gente que va es la que sabe de este tipo de música.
Intenten ver la mayor cantidad de conciertos que puedan. Cada día es un artista diferente. Cada día es una propuesta musical diferente y tiene artistas panameños que necesitan ser escuchados. Es gente profesional que está practicando en sus casas. Hay artistas nacionales e internacionales. Si pueden ir a verlos en persona, mejor todavía, porque no solo no se van arrepentir sino que les van a dar mucha felicidad a los músicos. Hay que apoyar a los artistas nacionales. Eso es lo que mi hermano quiere, que apoyen a su gente, que los conozcan porque son tremendos músicos los que tenemos, pero obviamente no están en el nicho del comercio. Mi mensaje es que vayan a los conciertos y apoyen a su propia gente.
Nuestra vida artística está dividida, como Danilo Pérez. Tienes tu carrera y le das a tu país. Nosotros tenemos nuestra carrera. Yo vivo en Nueva York, mi carrera está allá, pero vengo al festival como participante. Yo toco violín y viola, a eso me dedico. Pero también enseño en unos cinco conservatorios. En la pandemia es lo que más he hecho porque el mundo del espectáculo falleció.
Llevó 29 años en Estados Unidos.
Yo me fui a estudiar porque en Panamá, en los años 80, no había la licenciatura en violín. Me gané una beca y me fui a estudiar. Poco a poco hice dos maestrías en violín y viola. Después hice un diplomado especial. Y después hice un doctorado en viola. Y luego trabajé en Texas. Por razones sentimentales, el amor, me fui a vivir a Nueva York, y me quedé.