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- 16/10/2020 00:00
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Si existe un problema crónico en la ciudad de Panamá, es el de las inundaciones en la cuenca del río Juan Díaz.
Todo esto como consecuencia de una ocupación de asentamientos informales con provisión inadecuada de servicios básicos y sin seguridad en la tenencia, en una alta proporción; una política de vivienda que estimula la expansión continua y permanente de la ciudad hacia la periferia; la ocupación desordenada de áreas de ecosistemas frágiles; sistemas de drenaje inadecuados o con limitada capacidad para manejar la escorrentía creciente y, finalmente, las secuelas del cambio climático, debido a la transformación en el régimen de lluvias y el aumento del nivel medio del mar.
Las inundaciones del río Juan Díaz han ocupado los titulares y la preocupación de autoridades y moradores cada cierto tiempo, cuando eventos catastróficos afectan la vida y propiedades de cientos e incluso miles de personas que viven en esta cuenca. Por ejemplo, los días 14 y 15 de octubre de 1986, se registró una inundación que afectó unas 12 mil personas en la zona donde actualmente se encuentra el centro comercial Los Pueblos y barrios aledaños.
Otro evento de gran magnitud se presentó los días 17 y 18 de septiembre de 2004, cuando una tormenta dejó caer una gran cantidad de lluvia en un corto periodo. Durante esta tormenta, “el nivel de las aguas fluviales aumentó con rapidez como consecuencia del incremento de los caudales de ríos con cauces estrechos.
En el caso del Juan Díaz, el caudal ascendió ese día a 928 m3/s y el nivel de las aguas se ubicó en 7,24 metros. Esta inundación superó los datos máximos registrados en la ocurrida el 14 de octubre de 1986 cuando el caudal llegó a 845 m3/s y el nivel de las aguas registró 6,90 metros. (Mckay, 2005).
El área de mayor impacto de esta inundación fue la urbanización Prados del Este. En este proyecto, el terreno escogido para las obras había sido una llanura de inundación que, hasta hacía poco, había soportado arrozales. Para resolver el problema, se hizo un gran relleno, pero este quedó con una altura inferior en metro y medio a la señalada en los planos.
El día del desastre, un torrente de aguas desbordadas del río Cabra llegó directamente a la barriada, siendo cubierta por 1,5 metros de agua. Como consecuencia, 720 casas fueron anegadas, perjudicando a 3,600 personas.
El 24 de octubre de 2008 se registró otra inundación catastrófica que afectó comunidades en los corregimientos de Juan Díaz, Tocumen, Pedregal, Las Mañanitas, Las Cumbres, en el distrito de Panamá y parte del distrito de San Miguelito, afectando a 2,706 personas y 657 viviendas (Sinaproc, 2008). Durante esta inundación, el nivel máximo registrado fue de 7,84 metros y el caudal llegó a 1,086 m3/s, el más alto registrado en 47 años. (Etesa, 2008).
Según el informe elaborado por la Universidad de Panamá en 2005, cuando había menor intervención humana en la cuenca, los caudales máximos instantáneos eran bajos y no sobrepasaban los 240 m3/s.
En el segundo período, que correspondió al de la intensa expansión urbana, estos se incrementaron y llegaron a ser muy elevados. En otras palabras, el aumento de la urbanización y de la pérdida de capacidad regular del flujo de agua en la cuenca ha ocasionado que, como se observa en los datos presentados, cada vez las inundaciones sean más graves (Mckay, 2005).
A pesar de las diferentes propuestas de planificación urbana elaboradas para la ciudad de Panamá, como el plan metropolitano de 1997 y su actualización más reciente en 2018; el plan parcial de Panamá este (2013) o de las normas para el control y desarrollo del sector de manglares del corregimiento de Juan Díaz (1980) y la creación del área protegida Humedal Bahía de Panamá (2009), el avance del desarrollo urbano hacia los ecosistemas de manglares y otros de similar importancia, como los bosques en la cuenca alta del río Juan Díaz o la vegetación en la servidumbre de los ríos, ha continuado.
Este modelo de desarrollo ha ido consumiendo las áreas que naturalmente deberían haber sido protegidas para evitar las inundaciones que sufre constantemente el sector.
En Panamá, desde 2002 hay regulaciones ambientales que obligan a los municipios y a MiAmbiente a la elaboración de planes de ordenamiento territorial enfocados en la gestión de cuencas hidrográficas. En el caso de la cuenca del río Juan Díaz, esto no ha sido implementado.
Quizá la próxima inundación catastrófica en esta cuenca será el momento en que autoridades, promotores y ciudadanos recordemos la necesidad de cumplir con esta tarea pendiente.