“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
Mariejane Waugh, transformando los 'no' en 'sí'
- 15/06/2020 17:05
- 15/06/2020 17:05
"Soy mujer, afrodescendiente y una persona con discapacidad", así se presentó con una amplia sonrisa, Mariejane Waugh a La Estrella de Panamá. Ella es la encargada de la Dirección Nacional de Atención al Asegurado de la Caja de Seguro Social (CSS) desde el 7 de octubre de 2019.
Su testimonio, llena de entusiasmo a los trabajadores de la dirección que lidera, a quienes les habla sobre la importante misión de servir y de laborar en la institución. A estos le transmite el compromiso de amar lo que hacen y de dar siempre su mejor cara.
Su camino no ha sido fácil. Los primeros años de su vida transcurrieron como el de la mayoría de los infantes, pensando solo en juegos y golosinas, pero a los seis años sus padres observan que caminaba de puntillas y sin mayores motivos se caía.
A raíz de esta afección empiezan un sinfín de exámenes médicos y los primeros diagnósticos de la discapacidad motora que la acompañan hasta el día de hoy. Mariejane fue diagnosticada de polineuropatía periférica.
“No hay buena conducción, por eso los músculos de mi cuerpo no funcionan bien, entonces a veces tengo desconexiones, y me desplomo totalmente y es como si me apagaran la luz, y no lo puedo evitar, yo sé que me voy a caer, pero no puedo hacer nada, simplemente me desplomo”, relató.
A lo largo de su vida reconoció que esta afección le generó múltiples fracturas que han significado tiempos de inmovilización.
“Cada fractura significa un tiempo de inmovilidad y es donde la enfermedad gana terreno, porque quedarme tranquila o quedarme quieta es el enemigo más grande que yo tengo”, indicó.
La niñez de Mariejane en el popular barrio de Veranillo en el distrito de San Miguelito fue contrastante. Por un lado, las alegrías propias por la inocencia; pero, por otra parte, vivió el "bullying" de los niños, quienes la llegaron a empujar para verle caer o le lanzaban los balones lejos para burlarse cuando la veían regresar caminando con dificultad.
A pesar de este acoso físico o psicológico, ella callaba para evitar la sobreprotección, a la que llama el “cuarto oscuro”, definiéndolo como la zona donde los padres en una forma de amor mal entendido, cuidan con excesos a las personas con discapacidad, invalidándolos, pensando que así no saldrán lastimados.
En su caso, detalló que meterla desde su temprana niñez en el cuarto oscuro era difícil, porque siempre fue muy intrépida.
El "bullying" se extendió a la escuela; pero, ella gracias a su inteligencia y asertividad supo cómo campear las adversidades de la vida.
“Las cicatrices de mis rodillas era todo el maltrato que me hacían, tuve que crear muchas estrategias de sobrevivencia, nunca fui una niña de estar diciéndole a mi mamá me pegó tal, porque decírselo era complicarme la vida, era aceptar el cuarto oscuro”, detalló.
Varias personas cimentaron su carácter. Su madre que simboliza su fortaleza. “Soy echada para adelante y determinada por ella”, admitió; su padre, heredó su nobleza y profesionalismo. Siempre quiso ser como él, estar orgullosa de alcanzar grandes logros profesionales.
Su padrastro, quien fue su antorcha de esperanza, le decía: tú serás una niña excepcionalmente brillante, sin saber que con sus palabras estaba brindándole mucha energía, razón por la cual lo califica como su motor.
También contaba con un tío que viajaba mucho y que solamente venía en diciembre, pero durante ese mes la preparaba mentalmente, dedicándole muchas horas para decirle qué hacer cuando le hicieran daño, como se iba a defender, sobre todo porque fue blanco de muchos sobrenombres.
“Entonces empecé a ser Mariejane, con una personalidad muy fuerte, imponente”, señaló.
Desde esa temprana edad, siempre le gustó autofinanciarse. De forma jocosa recuerda que su madre en los almacenes mayoristas le compraba para su uso bolígrafos con bonitos diseños, los cuales adquiría a $2 la docena y que ella con suficiente poder de convencimiento, se las vendía a sus compañeritos a un dólar cada uno, lo que dejaba como saldo una buena ganancia.
Siempre mostró excelentes calificaciones, transformándose en una líder entre sus condiscípulos —muchos de ellos que en otrora la trataban rudamente— siendo la pequeña que resolvía todos los problemas, la encargada del Cuerpo de Orden y Disciplina (COD) y la ayudante diligente de las maestras.
A sus trece años, ya tiene el conocimiento más profundo de su condición y pasa por diversas fases: la primera de enojo, principalmente con Dios; seguida de una reconciliación con Él, después empezó a coexistir en cuenta regresiva puesto que, según lo estipulado, viviría solo hasta los 15 años y luego se planta en un estado de negación.
“Dije bueno, eso que dicen que tengo pues no es tan cierto nada. Si causó un daño, pues ya se fue. Las limitaciones que me quedaron eran solamente que yo caminaba como si fuera una modelo”, agregó.
En su pubertad y adolescencia ingresa al colegio José Dolores Moscote, donde continuó con su espíritu de dirigente, siendo su único temor la silla de ruedas, a la que consideraba un mal amuleto.
En ese período declaró que se tuvo que inventar muchas personalidades hasta que un día comprendió que debía ser simplemente, Mariejane.
Se gradúa con honores y becada. En este episodio de su vida se encuentra con dos vertientes: el apoyo de su padrastro y la negativa de su madre, que veía en ingresar a una casa de estudios superiores como un peligro, puesto que en la universidad no había un bus colegial que la trasladara.
“¿Para qué le llenas la cabeza… inventos? Le decía mamá a mí padrastro, pero lo le respondí a mi madre: voy a ir y el día que me gradúe te vas a poner un traje hermoso, pues voy a graduarme con honores. Todos lo no de mi mamá, han sido mis sí”, reseñó con una sonrisa de orgullo porque cumplió cada una de esas promesas, graduándose de la Facultad de Comunicación Social en la licenciatura en Publicidad.
Ingresa a la Caja de Seguro Social en comunicaciones, laborando en el edificio Bolívar, donde estaba en constante contactos con los usuarios y luego es trasladada a la sede en Clayton, donde en ese momento no se contaba con suficiente accesibilidad. Ese año ocurre un hecho que se convirtió en otro reto a superar, cuando sufre una fractura en el fémur tras una caída.
Recuerda que el día que se fracturó no sentía miedo. Sus amigas llegaban devastadas a visitarla al Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo Arias Madrid, pero se iban tranquilas al ver su serenidad. Entre los escollos que encontró, es que era Carnaval y hubo una inundación que inhabilitó casi todos los quirófanos, pero su fe la hizo estar segura que sería prontamente operada.
“Me dice una enfermera ¿de dónde saca eso?, usted no está lista. Al día siguiente me dice la doctora a las 8:30 a.m., no desayune, que la vamos a meter al quirófano. La sala se paralizó, nadie podía entender, todo el mundo empezó a llorar y tuve la certeza que el Padre me respondía”, dijo.
Pronto atravesaría otra dura prueba. Perdió tras la operación, toda la fuerza de su cuerpo por la polineuropatia, y el diagnóstico del que se había revelado y negado que existiera, en ese momento la impactó en el rostro. Corría el año 2017.
“No podía sentarme sola ni sostener mi tronco, los brazos, no podía peinarme. Había un diagnóstico que me decía al oído: ¡ves que no era una fantasía como creías, ves que si soy real y que te voy a destruir!”, rememoró con las lágrimas en sus ojos.
Llegaron las terapias, que representaban sufrimiento necesario. Mariejane relató que la fisioterapeuta que la atendía le decía para no apartarla de su meta: ¡enfócate, solo el dolor, cura el dolor! Y esas palabras la retaron a seguir adelante.
Por un año se concentró en la meta de recuperar la mayor movilidad sometiéndose a un proceso de terapias de rehabilitación en el Instituto de Medicina Física de Rehabilitación y en este “desierto personal” logró acallar aquellas voces llenas de negatividad puesto que muchos veían sus esfuerzos una causa perdida; no obstante, nunca perdió la fe.
Cuando parecía que lo más difícil había pasado, la trasladan en Clayton a un lugar totalmente inaccesible y reconoce que recibió maltrato psicológico.
Su espíritu indomable le impidió doblegar. “Venía de un valle de lágrimas demasiado fuerte, pelee dos años contra el sistema, con todas mis fuerzas”, sentenció.
Con el cambio de administración, llegaron los vientos de esperanza. Y fue en un sitio inusual en una protesta en la que acompañó y asesoró a un grupo de funcionarios de la CSS, que llamó la atención del recién designado director de la Caja, Enrique Lau Cortés.
Lau Cortés la aborda y saca de la protesta para dialogar con ella y le pregunta ¿qué necesitas? Respondiendo “no es que yo necesite, nada, es que las personas con discapacidad, requerimos de lugares accesibles, esta institución necesita tener baños accesibles para recibir a esas personas, ¿qué yo voy a usar? Sí, pero no es para mí, el baño de la casa es el mío, este es para todos”.
Tras esa respuesta, hablaron temas generales y el doctor Lau le lanza una segunda pregunta ¿qué tú tienes muchacha? Al explicarle la discapacidad con la que vive, relató que el director de la CSS le dijo: sabes yo te quiero en mi equipo de trabajo, te voy a poner como directora de inclusión, propuesta a la que respondió: ese cargo no existe.
Durante el fin de semana Lau Cortés consultó para conocer sobre Mariejane y las respuestas que encontraba iban acompañadas por diversos comentarios entre ellos: es una muchacha inteligente, luchadora, valiente, que siempre defiende a todo el mundo y que atiende a la gente con amor.
Tras estudiar esas palabras la designa con la posición de directora nacional de Atención al Asegurado.
“El vio mi potencial y capacidades. Pertenece a las pocas personas que no tiene un discurso inclusivo para quedar bien con la sociedad, todas sus acciones lo prueban”, agregó.
Mariejane confirmó que se siente realizada por las funciones que ejerce, ya que para ella no es un reto el servir, puesto que es su vocación.
Admitió que ha tenido casos de personas que al principio llegan rígidas y malhumoradas y luego se van felices y que ella se siente aún más feliz al poder transformar vidas.
Otro de sus objetivos y que está logrando es llevarles un mensaje a las personas con discapacidad que debido a las barreras que les han impuesto, sienten que no pueden triunfar en la vida.
“Que Dios me permita hacer que muchas almas aligeren sus cargas, para mí es uno de los mayores privilegios. Ser la voz para los que no tienen voz, de representar a más de 400 mil personas con discapacidad, y que puedan verme y decir, sí puedo, porque ella pudo”, sostuvo.
Con la alegría que le caracteriza, declaró que su fuerza también proviene de la sangre afrodescendiente que corre por sus venas.
Con coquetería y humor destacó que le gusta el color de su piel tropical que esconde arrugas y se come la edad.
De sus cabellos acentuó que son rizados e imponentes como su personalidad, pero, quienes le antecedieron el pueblo afro, realzó son su fuente de inspiración por su tesón y coraje.
“Mis antepasados esclavos lucharon con todo su ser para su libertad y esa lucha es lo que me hace sentir orgullo por ellos”, concluyó.