La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 02/04/2020 06:00
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La respiración es la acción trascendente para la continuidad de la vida, nos permite el desarrollo y la efectividad de los movimientos que realicemos; en la respiración hacemos el intercambio de gases, permitiendo el ingreso de oxígeno y expulsando el dióxido de carbono, como resultado del movimiento de estos dentro del cuerpo.
La efectividad de la respiración no solamente consiste en inhalar y exhalar, sino en llegar a la asimilación del oxígeno, en donde se cumplen diferentes fases como la hematosis, en la que el oxígeno llega a los pulmones, siendo transportado por la sangre a las diferentes células del organismo, proporcionando la energía necesaria para el desarrollo de las diferentes actividades que se realizan de forma voluntaria o involuntaria.
Al hacer actividad física de forma organizada, como es una rutina de ejercicios, permitimos el desarrollo de la capacidad respiratoria. Estos ejercicios deben ser combinados, de forma que admitan el mayor ingreso de aire a nuestros pulmones.
De forma normal, respiramos de 12 a 16 veces por minuto, lo cual se incrementa de 30 o 40 veces por minuto al realizar ejercicios sencillos, pudiendo llegar a 50 con ejercicios de mayor intensidad, recordando la premisa de realizar media hora diaria de ejercicios.
Como método de prevención, hacer ejercicios organizados nos ayuda a mantener una capacidad respiratoria óptima, que representa una fluidez de los gases, principalmente oxígeno en el cuerpo, que coloca al organismo en una posición ventajosa al adquirir alguna enfermedad respiratoria. Señalan los investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), que morimos habiendo utilizado solo el 30% de nuestra capacidad respiratoria, lo que nos lleva a analizar lo mal que respiramos.
El ejercicio físico en las enfermedades respiratorias crónicas es de gran relevancia por la variación en el consumo máximo de oxígeno (VO2), dado por la condición física en que se encuentre o desarrolle. Se ha demostrado por diferentes estudios que puede darse este cambio en el paciente.
La actividad física debe ser desarrollada por ejercicios programados, controlados y de acuerdo con la condición física del paciente, pudiendo modificarse según la respuesta del volumen de oxígeno máximo (VO2 máx.).
Los determinantes sobre la efectividad de los ejercicios en las enfermedades respiratorias deberán basarse, luego de medido su VO2 máximo, en la intensidad, la frecuencia, tipo, tiempo de duración de cada tipo, volumen y el programa de progresión de los ejercicios. En la evaluación, el volumen de oxigeno máximo (VO2 máx.) de un individuo se puede utilizar como referente de los rangos de la tabla Astrad:
Pobre 30-35
Regular 35-40
Buena 40-45
Muy buena 45-50
Excelente 50-55
Excepcional +55
La respiración efectuada durante el ejercicio va a ser el resultado de la exigencia del cuerpo para el desarrollo de la actividad, que corresponde a la serie de contracciones musculares que aumentan las demandas de oxígeno. De aquí lo importante del control de los movimientos respiratorios durante los ejercicios, que conducen al mejor rendimiento. Esta respiración deberá ser profunda, relajada y rítmica.
La deficiente respiración o la realización de la respiración incorrecta, puede llevar al mal desarrollo de la actividad física. No se produciría la energía suficiente para su ejecución, por lo cual es importante resaltar las ventajas de realizar una respiración adecuada, que consiste en inhalar por la nariz, llegando hasta la caja torácica y área abdominal, expandiendo el abdomen y bajando el diafragma; así se garantiza un ingreso completo del aire.