“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 19/02/2015 01:00
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A sus 40 años, con un supuesto título de médico pediatra, una recién estrenada posición como director nacional de promoción de salud — con un salario de $4,300 mensuales ‘casi’ asegurados durante cinco años—, y su personalidad sencilla, Grimaldo Córdoba se presentaba a la sociedad como la encarnación del ‘sueño panameño’.
Le encantaban los medios de comunicación y regularmente ofrecía entrevistas a la prensa escrita y televisiva, que aprovechaba para hablar de ética, de compromiso, de entrega y de lo mucho que disfrutaba con sus pequeños pacientes.
‘Lo recuerdo en la campaña política pasada, cuando aspiraba a convertirse en representante de corregimiento por San Francisco. Iba a las comunidades y ofrecía consejos médicos a los niños enfermos. Daba una imagen entrañable’, relató una copartidaria panameñista.
Durante el breve paso de Bosco Vallarino por la Alcaldía, Córdoba ganó protagonismo al presentarse en la televisión para dar informes periódicos sobre el cuadro médico del alcalde. ‘Parecía muy convincente. Parecía dominar el tema’, dijo la misma fuente.
Sus credenciales profesionales aparecían en su página web www.grimaldocordoba.com, —eliminada en enero de este año— donde registraba su paso académico y profesional: decía haber estudiado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá (UP) en 1991 y 1992 y culminado sus estudios en la Escuela Doctor Andrés Vesalio Guzmán, en Costa Rica.
‘Pocas veces nos encontramos con personas que se entregan profesionalmente con entera pasión, haciendo eco de sus convicciones y sensibilidad por el prójimo. El Dr. Grimaldo Córdoba es un ser excepcional, un padre ejemplar, a quien hemos invitado a compartir su historia, metas y aspiraciones’, decía sobre él una revista local, texto que puede encontrarse todavía en internet.
Pero detrás de ese hombre sencillo, al que decía que no le gustaba sobresalir mucho, que prefería ser uno del montón, había una gran mentira de la que algunos ya sospechaban.
De acuerdo con el testimonio de un médico relacionado con Córdoba, una vez se sorprendió al escuchar su número de idoneidad, que correspondía —en el sistema de asignación de números por fecha de ingreso a la profesión— a una generación anterior. Pero no le prestó demasiada atención. Y todo quedó allí.
Finalmente, según la información a la que tuvo acceso este diario, una denuncia ante el Ministerio de Salud desbarató la imagen tan cuidadosamente creada.
La Estrella de Panamá pudo averiguar que la denuncia no provino de la Asociación de Pediatras. Hasta el momento, el Ministerio de Salud no ha dicho la procedencia exacta, pero pudo ha berse tratado de una venganza personal desde su círculo íntimo.
La denuncia fue remitida rápidamente al Consejo Técnico de Salud, donde se observó que su nombre no estaba asociado a ningún número de idoneidad profesional, ni como pediatra ni como médico.
Entonces, se le llamó y se le pidió que presentara sus documentos — si no tenía idoneidad al menos podía tener su diploma universitario—.
Pero, en lugar de presentar pruebas, Grimaldo prefirió separarse de su cargo, lo que hizo el 6 de enero pasado.
El jueves 22 de enero, en medio del escándalo, presentaba su renuncia.
El jueves 5 de febrero, el Minsa remitió la documentación ante el Ministerio Público para que fuese investigada su situación profesional.
‘Hasta el momento nadie ha presentado una receta médica que Córdoba haya emitido ni nada que demuestre la usurpación de las funciones de médico’, indicó una fuente del Ministerio de Salud.
El escándalo de Grimaldo Córdoba ha sido dañino para el gobierno de Juan Carlos Varela, sobre todo por las posiciones importantes que el supuesto médico llegó a asumir en el engranaje partidista.
Entre los años 2009 y 2014 fue suplente del diputado Luis Eduardo Quirós. En la campaña de 2014, fue vocero del mismo candidato presidencial Varela.
El caso también ha puesto en la mirilla al Consejo Técnico de Salud, que no solo tiene entre sus obligaciones adjudicar los números de idoneidad a los profesionales de Salud, sino vigilar que se cumplan las normas y políticas nacionales en este tema tan delicado.