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- 16/09/2023 00:00
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La aldea de Tasa Wirgan, situada en una zona montañosa al sur de Marrakech, sufrió el pasado viernes el seísmo que causó miles de muertos y heridos en varias regiones de Marruecos, pero también recibió un regalo inesperado: agua.
El río Azaden y una acequia construida durante la era colonial francesa en los años cincuenta, que atraviesan Tasa Wirgan y que suelen estar secos en el verano desde mediados de los noventa, están ahora rebosantes de agua. El terremoto abrió grietas, afectó a la permeabilidad del subsuelo y recondujo las aguas subterránes, lo que hizo que brotaran manantiales en la superficie y el nivel de agua de muchos pozos subiera.
"En este sitio no había agua. No recuerdo que hubiera ahí ningún manantial, pero nuestros abuelos nos contaban que sí lo había", dice a EFE señalando hacia el lugar donde brota el nuevo riachuelo, Hayib ait Zgui, de 35 años, que se encarga de organizar los horarios del acceso al agua de los agricultores.
Hayib está "contento y triste" al mismo tiempo. Por una parte, el seísmo le causó heridas graves a uno de sus vecinos, que se encuentra ahora en coma, y destruyó su casa y las de sus familiares; Pero, por otra parte, asegura: "Dios le dio al pueblo esa agua".
"La vamos a aprovechar para beber y regar. Esta agua es potable, el agua para regar es la que está en el río. Hay hasta 30 manantiales similares en la parte de arriba. Cuando se secaron las fuentes no encontrábamos agua para beber y hemos tenido que excavar pozos de entre 70 y 120 metros de profundidad", explica.
Asu Lahsen, de 63 años, también se alegra por el regalo líquido que ha traído el terremoto. "El seísmo nos trajo bendición, el agua y la solidaridad de la gente", dice a EFE. Recuerda cómo estaba el río lleno e incluso habitado por truchas. Cuando era joven, dice, su cauce permitía a los pueblos que viven en sus orillas como Azaden y Tasa Wirgan regar sus melocotoneros, manzanos y ciruelos.
Según explica a EFE Katsu Goda, catedrático e investigador de la Universidad de Western Ontario (Canadá), un terremoto cambia el estado de tensión bajo la superficie terrestre y puede crear nuevas grietas subterráneas. Estos efectos físicos alteran el curso del las aguas freáticas , que puede aflorar a la superficie o cambiar de dirección.
El experto indica que la permanencia o no de estos manantiales depende de las nuevas condiciones que se hayan creado en el subsuelo. "Puede volver a la situación anterior, pero esto puede llevar algún tiempo", afirma Goda.
El director del Instituto Nacional de Geofísica de Marruecos, Nasser Jabbour, que coincide en sus conclusiones con Goda, confirma que el terremoto provocó el surgimiento de nuevos manantiales de agua en otras zonas de Marruecos afectadas por el seísmo.
Y no únicamente en zonas cercanas al epicentro, sino también en regiones lejanas, como Al Hayeb, situada a unos 330 kilómetros de Marrakech.
El experto marroquí, que no descartó que estos manantiales permanezcan largo tiempo, destaca que, además del brote de fuentes, las montañas del Atlas crecieron unos centímetros más debido al terremoto del pasado día 8 que sacudió el país con una magnitud de entre 6,8 y 7 en la escala de Ritcher y que causó casi 3.000 muertos y más de 5.000 heridos.