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‘Palestinos cristianos y musulmanes sufrimos por igual la ocupación israelí'
- 03/03/2019 01:00
- 03/03/2019 01:00
Un millón de rosarios fueron repartidos durante los seis días de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Panamá. Algo esperado dentro de uno de los eventos juveniles más importantes del mundo católico.
Esta sarta de cuentas, un símbolo inequívoco de la cristiandad guiada desde Roma, hubiera pasado inadvertida si su elaboración no hubiese tenido como lugar de origen la ciudad de Belén en Palestina.
Los rosarios fueron confeccionados por mujeres, niños y trabajadores palestinos, con madera de aquella tierra y buscando enviar un mensaje claro: ‘la paz de Palestina también será las paz mundo', cuenta a La Estrella de Panamá , Tamara Alqassis, joven cristiana palestina, secretaria en una escuela católica y parte de la delegación de este país que participó en la JMJ.
‘Con la ayuda de Caritas y monseñor Pierre Bürcher, el pueblo palestino hizo los rosarios para ser distribuido entre todos los participantes de la JMJ (...) se entregaron dos a cada persona, uno para que lo conservaran y otro para compartir en su tierra natal. Así podrán rezar por la paz y por Palestina', dijo Tamara, nativa de Belén, localidad que la tradición cristiana ubica como el lugar donde nació Jesucristo.
El padre Bashar Fawadleh, explica que el proyecto contó con el apoyo del Vaticano e incorporó parte de las preocupaciones del papa Francisco sobre la grave situación humanitaria que enfrentan los territorios palestinos ocupados por Israel.
‘Los rosarios se fabricaron con madera de árboles de olivo, cuyas ramas representan universalmente la paz, ese era el significado de aquella idea (...) la paz y la justicia tienen que empezar en Jerusalén, de allí al Medio Oriente y luego al resto del mundo', apunta el sacerdote y jefe del grupo de 43 jóvenes católicos de la nación árabe, que visitaron Panamá en enero pasado.
Con una mayoría musulmana, se estima que en Palestina solo el 1% practica el cristianismo, esto sin contar a la diáspora; un cifra que no ha dejado de bajar en los últimos años frente a la difícil situación socioeconómica y política que se viven en los territorio ocupados.
‘Las condiciones en las que vivimos los jóvenes palestinos son muy malas, aunque llegues a alcanzar una buena educación no se encuentra trabajo, el dinero no alcanza, de allí que muchos dejen el país buscando oportunidades en el extranjero' señala Icamel Matar, miembro de Caritas en Jerusalén.
De acuerdo a datos de la Cruz Roja Internacional, la política de ocupación ha empeorado los problemas humanitario en Cisjordania y particularmente en la Franja de Gaza, una región de 360 kilómetros cuadrados que alberga a dos millones de personas bajo ‘cortes de energía, agua contaminada, alto desempleo y una economía ahogada' por el bloqueo israelí.
‘Para ir al trabajo tengo que pasar por decenas de puestos de control militar israelí, pierdo casi cinco o más horas al día solo en eso, arrebatandome el tiempo con mi familia y mis amigos', relata Dana Salah, una ingeniera eléctrica de 23 años que trabaja en Jerusalén y una de pocos peregrinos que tuvo la oportunidad de conversar con Francisco durante la JMJ.
En un perfecto español, aprendido de manera autodidacta, Dana recuerda su encuentro con el papa en el Seminario Mayor San José, en especial el particular sentido del humor del pontífice. ‘Es una personas muy divertida, algo que verdaderamente me sorprendió' destaca Dana entre risas.
‘Hablamos sobre los palestinos obligados a migrar de la Tierra Santa por la dura situación (...) me dijo que sin importar lo que pase, aquella tierra no dejará de ser cristiana y me alentó a que mantuviera la esperanza de que los cristianos allí, podremos vivir libremente y en paz', relató Dana a La Decana .
Al preguntar al grupo de jóvenes sobre su la relación con los musulmanes —más del 93% de la población del país—, estos afirmaron que pese a tener distintas tradiciones y algunas diferencias que a veces crean distancias, ambas comunidades comparten una ‘hermandad' y en esos mismo términos sufren las arduas condiciones del país. Es algo que los une.
‘Entre palestinos musulmanes y cristianos, nos vemos como una familia en la misma tierra, enfrentamos los mismos problemas. Ciertamente podemos tener peleas, como es normal entre hermanos y hermanas, pero tratamos de resolverlos y vivir juntos', apunta Tamara.
Aunque desde afuera el conflicto que vive la región se suele mirar como una cuestión religiosa, en opinión del padre Fawadleh, el fondo es ante todo un asunto político.
‘El principal problema en Palestina no es si se es cristiano o musulmán (...) el problema es que estamos bajo una ocupación, es la que genera muchos de los problemas entre los musulmanes y los cristianos. Las políticas israelíes nos discriminan a los dos por igual', subraya el religioso, que pone como ejemplo las dificultades para movilizarse entre las colonias israelíes en la zona.
‘El Gobierno puede otorgar permisos de viaje para cruzar los puntos de control (entre los asentamientos), en ocasiones se entregan a algunos cristianos y al mismo tiempo se les niegan a los musulmanes, algo que está mal', remarca Fawadleh, que considera, busca generar divisiones dentro de la comunidad palestina.
Como una de las políticas más cuestionadas de Tel Aviv desde 1967, los asentamientos en territorios palestinos son considerados por la mayoría de los países del mundo como contrarios a las normas internacionales, incluyendo a la Unión Europa, la Liga Árabe y Estados Unidos, el más importante aliado de Israel.
Al respecto, el Consejo de Seguridad de la ONU, en su resolución 2334 de 2016, aprobada unánimemente, señala que ‘la construcción y expansión de los asentamientos, el traslado de colonos israelíes, la confiscación de tierras, la demolición de viviendas y el desplazamiento de civiles palestinos, en violación del derecho internacional humanitario (...) no tiene validez legal y constituye una flagrante violación del derecho internacional y un obstáculo importante para el logro de la solución biestatal'.
‘El principal problema en Palestina no es si se es cristiano o musulmán (...) el problema es que estamos bajo una ocupación',
BASHAR FAWEDLEH
JEFE DE LA DELEGACIÓN PALESTINA EN LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
Nirmeen Odeh, traductora legal de 26 años que reside en Jerusalén y una de las peregrinas que también pudo conocer al papa durante la JMJ, precisa que en algunas ocasiones, dentro de Israel, buscan invalidar ‘cualquier crítica a las políticas de ocupación como una ataque antisemita', afirmando que de ninguna manera rechazan el judaismo ni al pueblo judío, sino al ‘sionismo como movimiento político'.
‘El sionismo dice que nosotros no tenemos derecho a nuestra tierra lo que transgrede nuestros derechos a la soberanía y a tener un país... entonces como palestinos, musulmanes o cristianos, somo antisionistas porque es un movimiento político, colonial. No somos antisemitas porque no odiamos razas, solo rechazamos las acciones que van contra de la ley en especial el derecho internacional', enfatiza Nirmeen y agrega, ‘ser antisemita significaría ser también antipalestino, incluso visto biblicamente. No tiene sentido para un palestinos ser antisemita'.
Para Dana, aunque ‘los palestinos cristianos pueden llegar a tener algunos problemas como minoría en una región mayoritariamente musulmana y judía', que empuja cada vez a más jóvenes a ver la migración como su única salida, insiste en que si bien hay gente que se va, muchos deciden quedarse, ‘mantener su identidad y resistir'.
Más allá de las vicisitudes, el padre Fawadleh, mira con optimismo el futuro de los cristianos en Palestina, en especial las organizaciones católicas, que además de difundir sus creencias cristianas, mantienen un trabajo social de apoyo a las comunidades: ‘Antes de ser cristiano soy un ser humano y un palestino (...) mi padre, abuelo y tatarabuelo son originarios de esta tierra (...) ser cristiano palestino es un honor, porque somos de la tierra donde Jesús nació, vivió, predicó, murió en la cruz y resucitó, eso me anima a anunciar la voluntad de Dios, de paz y hermandad a todos sin importar sus creencias religiosas o políticas, a todo el mundo desde Palestina y Jerusalén.'