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- 16/06/2013 16:47
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A veces parece que Estados Unidos tuviese dos gobiernos, uno abierto y otro no tanto. El presidente Barack Obama encabeza ambos, tratando de no tropezarse con él mismo.
Desde que ascendió a la presidencia, Obama ha aplicado un número impresionante de directrices en cumplimiento de sus promesas electorales de dirigir "el gobierno más transparente en la historia".
Creó un centro dedicado a levantar el secreto de archivos y divulgarlos. Anunció una iniciativa para un gobierno abierto. Una cantidad vertiginosa de información fluyó a los bancos de datos públicos. Se crearon nuevos métodos para mostrarles a los contribuyentes cómo se gastaba su dinero. Se prometió lealtad hacia el cumplimiento con la ley.
Sin embargo, existe el otro gobierno.
Bajo el mandato de Obama se procesa a quienes filtran secretos como nunca antes. Ejerce privilegios sobre secretos de Estado para aplastar los juicios en contra del gobierno. Oculta un gran número de directivas y opiniones legales en soporte de las acciones del gobierno, no sólo en el campo del espionaje y no sólo en lo relativo a la seguridad nacional.
Ahora se sabe que realiza una vigilancia generalizada de los registros de llamadas telefónicas y que espía las actividades en internet de ciudadanos comunes mediante programas que eran secretos hasta que reveló los detalles un empleado de un contratista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés).
Dick Cheney vaticinó que esto sucedería.
Conocido como el maestro de la manipulación detrás del poder cuando fue vicepresidente con George W. Bush, Cheney pronosticó al inicio de la presidencia de Obama que no bajaría mucho la implacable campaña de críticas contra un gobierno en las sombras.
"Creo que una vez que lleguen (al poder) y se enfrenten con los mismos problemas cotidianos que enfrentamos nosotros, comenzarán a apreciar algunas de las normas que establecimos", manifestó. "Necesitarán de toda la autoridad de la que puedan armarse".
El imperio de los secretos persiste.
Steven Aftergood, director del proyecto sobre secretos del gobierno de la organización Federation of American Scientists (Federación de Científicos Estadounidenses), opina que Estados Unidos tiene a la vez el gobierno más transparente del mundo y, sin lugar a dudas, el más secreto.
Estados Unidos revela a diario una cantidad incomparable de información, pero sus secretos de seguridad nacional también crecen diariamente en cantidades asombrosas.
Inicialmente había indicios de que Obama no iba a cumplir cambiar drásticamente el equilibrio fundamental de su universo paralelo pese a sus promesas de llevar al gobierno en una nueva dirección transparente y que la apertura a orillas del río Potomac tendría que esperar.
Un indicio: Las órdenes de Obama en 2009 para imponer el secreto a ciertos documentos son casi parecidas a las de sus predecesores, por lo menos hasta Ronald Reagan.
Asimismo, una revisión hecha en 2011 sobre la forma en que el gobierno de Obama manejó los pedidos de archivos públicos bajo la Ley de Libertad de Información (FOIA por sus siglas en inglés) subrayó que hubo muchos puntos positivos del presidente y su equipo sobre su empeño de seguir una cultura de transparencia.
Ésta cultura incluyó una orden ejecutiva en su primer día de gobierno, pero el análisis llevó a esa discordante conclusión cuando las acciones se compararon a sus palabras: "Muchos indicios de transparencia ni siquiera han regresado al promedio de los años (del gobierno) de Bush, un período conocido por su secrecía". El reporte provino de la oficina conocida como OMB Watch, actualmente llamada Center for Effective Government (Centro para un Gobierno Efectivo).
Destacando lo positivo, Aftergood dice que el gobierno coloca más y mayor información en internet que antes, pero agrega que en el fondo, "la actividad de imponer secretos es muy alta".
"El ocultamiento se ha convertido en un obstáculo en muchos campos de la política pública y seguimos viviendo con un sistema de archivos secretos que constituye un legado de la era de la guerra fría", agregó.
Si el presidente Dwight Eisenhower estuviese con nosotros, diría que, "no tendría ningún problema en entender cómo opera el sistema de imposición de secretos. Se sentiría muy a gusto. Todos los demás sentimos que estamos viviendo en un "episodio de los Picapiedra".
La cara secreta del gobierno tiene mucha facetas, algunas diseñadas con un Congreso sumiso, otras que emergen de su propio seno.
A continuación una mirada a algunas de ellas y su marco del más extraño torbellino político: ___ ¿ME REPITE A CUÁL DE ELLOS APOYA USTED? En el súbito debate que se ha presentado sobre los secretos del gobierno, se requiere de una hoja de cálculo para saber a qué partido o candidato respaldan muchos. La normal división partidista que lo demarca casi todo en Washington ya no constituye una guía. Por momentos, Obama parece estar en ambos lados a la vez.
En una esquina, están la legisladora demócrata Dianne Feinstein, de California, que preside la Comisión de Inteligencia del Senado en dupla con John Boehner, republicano por Ohio y presidente de la Cámara de Representantes.
Ambos están indignados por las acciones de Edward Snowden, el ex contratista de la NSA que filtró información sobre los programas de espionaje. "Traición", exclamó Feinstein. "Traidor", le llamó Boehner. Los líderes de ambos partidos en cuanto a seguridad nacional están de acuerdo.
En la otra esquina se halla a una extraña colección de liberales, libertarios y conservadores que sospechan del alcance del gobierno y que está en contra de una súper vigilancia del gobierno tipo Big Brother. La Asociación Nacional para la Defensa de los Derechos Civiles (ACLU por sus siglas en inglés), los favoritos del movimiento conservador Tea Party y los progresistas se hallan en una extraña convergencia.
"Me temo que estemos a punto de convertirnos en un estado bajo vigilancia", destacó el representante John Conyers, demócrata por Michigan, de la Comisión de Asuntos Jurídicos de la cámara.
Otros demócratas, entre ellos los senadores Ron Wyden, de Oregón y Mark Udall, de Colorado, también se han manifestado hostiles al gobierno sobre el asunto.
___ DIRECTRICES SECRETAS Y PRIVILEGIOS Estas herramientas se han usado con la misma energía durante los años del gobierno de Bush, dicen los organismos de control, pese a los pocos avances hacia la rendición de cuentas.
El privilegio del gobierno en cuanto a los llamados secretos de Estado permite al gobierno retener documentos de sensibilidad a la seguridad nacional en procesos judiciales.
El gobierno también opera con amplias regulaciones, opiniones legales y directrices políticas que nunca llegan a conocerse.
Los asesinatos con aviones no tripulados, la reciente filtración de los programas de vigilancia de registros telefónicos y de correos electrónicos y un programa que existía durante el gobierno de Bush de grabaciones secretas sin órdenes judiciales eran desconocidos.
En un paso hacia la transparencia, el gobierno de Obama ha revelado algunas opiniones sobre secretos legales pero sólo las del gobierno previo, con respecto al trato de los terroristas detenidos y algunos otros asuntos específicos de los años de Bush.
___ LA FALTA DE RESERVA PROVOCA DESASTRES El gobierno de Obama ha emprendido un número sin precedente de investigaciones contra quienes filtraron secretos del gobierno y ha tomado medidas extraordinarias para lograrlo.
Entre esos figuran la incautación secreta que hizo el Departamento de Justicia de los registros telefónicos de 20 líneas de la agencia Associated Press durante dos meses y el conjunto de correos electrónicos del periodista de Fox News James Rosen, en ambos casos con el objeto de identificar fuentes vinculadas con informaciones.
A la vez, Obama promulgó una ley que mejoraba la protección de quienes revelan hechos que por lo general son personas dentro del gobierno que exponen abusos de desperdicio, fraude o abuso. Quienes revelan secretos de seguridad nacional no están incluidos.
Todos los gobiernos han mantenido secretos sobre la base de que la información delicada podría caer en manos de adversarios y que las discusiones directas entre naciones y dentro del gobierno deben mantenerse confidenciales hasta que pierdan importancia. Sin embargo, la historia está plagada de secretos mantenidos por causas políticas, para ocultar corrupción o simplemente para evitar la incomodidad o la vergüenza.
El caso de la filtración de los secretos Documentos del Pentágono en 1971 revelaba esfuerzos perniciosos del gobierno para engañar a los ciudadanos sobre la involucración de Estados Unidos en el sureste asiático. Una serie de revelaciones en esa época dejaban al descubierto maniobras de espionaje nacional para perturbar los derechos civiles y las protestas por la guerra de Vietnam, complots de asesinatos contra líderes extranjeros y campañas de desprestigio contra el líder de los derechos civiles Martin Luther King hijo.
Actualmente se le ha aplicado corte marcial al soldados Bradley Manning destacan la gravedad de los secretos que reveló cuando los entregó a WikiLeaks, con más de 700.000 documentos secretos sobre reportes de la guerra, cables diplomáticos y grabaciones de video mientras trabajaba como analista de inteligencia en Irak.
Sus abogados afirman que el daño fue mínimo, mientras que el gobierno alega que las revelaciones incluían información delicada que ponía en riesgo la vida de personas, al revelar desplazamientos de tropa, códigos secretos, nombres de los sospechosos bajo investigación y mucho más, y que algunos de éstos cayeron a las manos de Osama bin Laden.