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- 28/05/2024 00:00
- 27/05/2024 20:13
El histórico juicio de Donald Trump en Nueva York entra en su recta final este martes, con los alegatos de cierre ante el jurado, que deberá decidir si dicta la primera condena penal contra un expresidente de Estados Unidos.
A menos de seis meses de que los votantes decidan si Trump vuelve a la Casa Blanca, es difícil imaginar lo que está en juego con el veredicto, tanto para el candidato republicano de 77 años como para el país en su conjunto.
Trump está acusado de falsificar registros contables para comprar el silencio de la exactriz porno Stormy Daniels sobre un encuentro sexual entre ambos en 2006, que podría haber dañado su candidatura presidencial de 2016.
Si es declarado culpable, enfrenta hasta cuatro años de prisión por cada uno de los 34 cargos, pero los expertos legales dicen que, por no tener antecedentes penales, es poco probable que lo encarcelen.
Y lo que es más importante, una condena no impediría que Trump figure en la papeleta electoral de noviembre como aspirante republicano a la Presidencia frente al demócrata Joe Biden.
Fueron necesarias casi cinco semanas, la declaración de más de 20 testigos y algunos fuegos artificiales para llegar a los argumentos finales, la última oportunidad de la fiscalía y la defensa para impresionar con su caso al jurado anónimo de 12 miembros.
Como era de esperar, Trump optó por no testificar en su defensa, una medida que le habría expuesto a riesgos legales innecesarios y a un interrogatorio forense.
Para un hombre que siempre se ha enorgullecido de estar al mando y en control, el papel de acusado silencioso y pasivo no fue fácil.
Hubo momentos intensos y humillantes, como cuando Trump se vio obligado a sentarse y escuchar a Daniels relatar su supuesto encuentro con detalles bastante gráficos.
Frente a los periodistas, antes y después de cada día en el tribunal, el magnate lanzó ataques contra el juez Juan Merchan –llamándolo “corrupto” y “tirano”– y calificando el juicio como una “interferencia electoral” por parte de los demócratas con la intención de mantenerlo fuera de la campaña electoral.
La dimensión política del caso quedó a la vista en los últimos días, cuando un grupo de destacados republicanos –incluidos varios aspirantes a la vicepresidencia– acudieron al tribunal y se pusieron detrás de Trump en un gesto de apoyo mientras hablaba con la prensa.
En total, Merchan lo acusó 10 veces de desacato al tribunal y le impuso una multa de $10.000 por incumplir una orden de silencio que le prohibía atacar públicamente a los testigos, al jurado, al personal del tribunal o a sus familiares.
El juez dijo que espera que los alegatos finales ocupen todo el martes.
Luego dará las últimas instrucciones al jurado, que probablemente comenzará sus deliberaciones el miércoles.
Para emitir un veredicto de culpabilidad o inocencia se requiere unanimidad. Un solo voto en contra significa un jurado en desacuerdo y la anulación del juicio.
Además de Daniels, el testigo clave de la acusación fue Michael Cohen, exabogado y hombre de confianza de Trump ahora convertido en enemigo acérrimo, quien organizó el pago de $130.000 para comprar su silencio.
Cohen explicó a los miembros del jurado los motivos de los pagos y dijo que se hicieron “para garantizar que la historia no saliera a la luz, que no afectara las posibilidades de Trump de convertirse en presidente de Estados Unidos”.
El equipo de defensa del expresidente dedicó la mayor parte de su interrogatorio a tratar de desacreditar a Cohen, recordando que había admitido mentir al Congreso y pasado tiempo en prisión por fraude fiscal.
La defensa solo llamó a dos testigos propios antes de retirarse.
Además del caso de Nueva York, Trump ha sido acusado en Washington y Georgia de conspirar para anular los resultados de las elecciones de 2020.
También se enfrenta a cargos en Florida por presunta manipulación indebida de documentos clasificados tras dejar la Casa Blanca.
No se prevé que ninguno de esos juicios tenga lugar antes de las elecciones de noviembre.