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La conquista de la frontera digital y el nuevo orden mundial
- 14/05/2021 12:40
- 14/05/2021 12:40
Desde el uso de drones en China, asistentes virtuales de telemedicina como Rosa y Raisa en Panamá, aplicaciones de trazabilidad en Corea del Sur, hasta asistentes médicos robóticos en Indonesia, la tecnología digital fue la punta de lanza de las estrategias exitosas de control pandémico. Sin embargo, la desigualdad en términos de inclusión digital en América Latina se exacerbó durante la pandemia. Un ejemplo evidente son los más de 154 millones de niños que no lograron la transición hacia la educación virtual y quedaron fuera del sistema. Los vencedores de la pandemia problematizaron la falta de capacidades tecnológicas para gobernar efectivamente. La tecnología será el pilar central del nuevo orden mundial.
El orden internacional actual nació al final de la Segunda Guerra Mundial.
Los vencedores del conflicto diseñaron un orden entre las naciones del mundo para evitar las guerras y garantizar la paz.
Durante su discurso inaugural en 1949, el presidente de EE.UU. Harry Truman estableció los objetivos del orden mundial posguerra. Su discurso de toma de posesión es conocido como el “four points speech” o el discurso de los cuatro puntos en donde detalló los pilares de un nuevo sistema internacional.
Y compartir y homogeneizar los estándares tecnológicos de EE.UU. Desde el despliegue de cadenas logísticas hasta planes nacionales de crecimiento económico.
Una consecuencia inmediata de la situación postsegunda Guerra Mundial fue el fin de la era colonial/imperial. El orden mundial actual encontró en la democracia y el crecimiento económico la fórmula para acabar con las guerras mundiales. La democracia fungió como la arquitectura de contrapesos para la resolución de conflictos sociales. El crecimiento económico actuó como medio para satisfacer las necesidades básicas de las personas y supuestamente eliminar la amenaza del autoritarismo.
Tras la caída del muro de Berlín, la supremacía del orden occidental pareció ser absoluta. La exportación de patrones de consumo, la instalación de más de 800 bases militares en 70 países y el despliegue de 11 súper portaaviones patrullando los océanos aseguró que nadie tuviese una duda de la jerarquía del orden mundial.
La pandemia no es lo mismo que una guerra mundial, pero sí sometió a la humanidad a un periodo de crisis e inestabilidad. Ningún país estuvo a salvo, y ningún país supo cómo responder. Peor aún, el sistema internacional nos falló. Por más de un año entero, el poderío económico y militar de una nación con respecto a otra no produjo mayor seguridad. Por más de un año las democracias en el mundo estuvieron suspendidas. El uso de estados de emergencia como solución a la amenaza epidemiológica reveló la insuficiencia del contrato social para resolver la crisis.
El pánico y el temor hicieron que las relaciones internacionales se despojaran de los antifaces de liberalismo y los discursos sobre derechos humanos. Presenciamos la devolución del orden internacional a un realismo primitivo. El 83% de las más de 1,3 mil millones de vacunas administradas a nivel global para mediados de mayo ocurrieron en países de altos ingresos que representan menos de un cuarto de la población del mundo. Mientras que las 54 naciones del continente africano juntas, por ejemplo, recibieron menos del 1,6% de las dosis a nivel mundial. EE.UU. prohibió la exportación de vacunas a pesar de tener más de 30 millones de dosis de vacunas de AstraZeneca cogiendo polvo en un depósito en West Chester, Ohio. La Unión Europea impuso restricciones a la exportación de vacunas priorizando a los países del bloque regional. Y el sistema Covax de las naciones unidas, a falta de apoyo de las potencias mundiales, solo logró entregar 53 millones de las 237 millones de dosis estimadas para ser entregadas entre febrero y mayo de 2021.
Los vencedores de la pandemia ya tienen sus boletos comprados en primera fila para determinar el nuevo orden mundial. EE.UU. superó los 200 millones de vacunados en el país y alcanzará la inmunidad de rebaño en el mes de julio. La Unión Europea inmunizará a 70% de la población adulta antes de finales del verano. Y China, a pesar de no compartir información sobre los procesos de vacunación, alcanzó la normalidad el mismo 2020.
Cada uno de los tres polos centrales de poder (EE.UU., Unión Europea, y China) tiene una propuesta distinta para el mundo poscovid-19. Los vencedores de la pandemia ya están en una carrera por determinar, a través de propuestas digitales, el nuevo orden mundial.
La transformación que viene es evidente. Tan solo implementar los procesos de transición a 5G en América Latina supondría un incremento de hasta 290 mil millones del PIB regional. A nivel mundial los cambios tecnológicos resultarían en la reducción de hasta 12 giga toneladas de emisiones de CO2, abriendo un camino a una economía más sostenible. Los beneficios de la automatización e incorporación de nuevas agrotecnologías incrementarían el rendimiento de los cultivos un 30% y ahorraríamos a nivel mundial 300 trillones de litros de agua anualmente.
La estrategia de la Unión Europea, delineada por la Comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo, es desarrollar cuanto antes una red de regulaciones del espacio digital del mercado único más grande del mundo. La fórmula deberá balancear el potencial de las nuevas tecnologías digitales, los derechos de los ciudadanos europeos y los intereses de los consumidores locales. Es decir someter a todo aquel que transite el espacio digital europeo a una serie de regulaciones que mantenga el statu quo socioeconómico y político del bloque regional.
La propuesta de EE.UU. busca capitalizar del éxito y poderío actual de las compañías tecnológicas americanas. La fórmula incluye promover una visión más laissez faire a las políticas de comercio digital con las protecciones básicas que requiera el sector para el beneficio de las compañías locales.
Y la propuesta China, delineada en el plan China Standards 2035, es desarrollar estándares gubernamentales y corporativos eficientes para el uso de tecnologías emergentes como 5G y el internet de las cosas. Claro, esta propuesta está sujeta al control absoluto de las plataformas digitales y el acceso a toda la data privada por parte del Partido Comunista chino.
La coexistencia de las tres propuestas o incluso dos de ellas resultaría en la fractura del internet en bloques geopolíticos. Y la carrera armamentística de nuevas tecnologías tanto en regímenes democráticos como autoritarios probablemente resulte en la desaparición de la privacidad bajo pretextos de seguridad.
Y de todas formas, la supremacía de una de las propuestas sobre las otras o un consenso igual traerá disrupciones y una revolución del orden internacional, lo que nos obliga a considerar:
¿Cuál será el bloque multilateral que dé legitimidad a una nueva hegemonía? ¿Las potencias mundiales financiarán el desarrollo tecnológico de la digitalización del mundo en desarrollo, algo así como un plan Marshall digital? ¿La defensa del espacio digital estará en manos de los Estados o de las corporaciones? ¿Qué polo mundial establecerá los patrones de consumo y estándares tecnológicos en América Latina? Y finalmente, ¿cuál sistema político pasará a los anales de la historia como sucedió con el colonialismo?