'La supremacía blanca y el terrorismo doméstico, vamos a enfrentarlo'

Actualizado
  • 21/01/2021 00:00
Creado
  • 21/01/2021 00:00
Joe Biden inicia el mayor desafío de su carrera política, unir un país polarizado y golpeado por la pandemia. Estados Unidos vivió un cambio de mando atípico, con una capital militarizada y un presidente saliente ausente
Joe Biden intentó llegar a la Presidencia en dos ocasiones.

Joe Biden, el segundo presidente católico en asumir el cargo, y el número 46 en la lista de presidentes que toma el mando de la nación más poderosa del mundo, inicia a sus 78 años una de las batallas más desafiantes de su carrera política: unir a una nación dividida hasta el tuétano. Un estandarte que ha levantado como la columna vertebral de su gobierno en defensa de una democracia que mostró su fragilidad el pasado 6 de enero luego del asalto al Capitolio protagonizado por radicales que reclamaban el robo de las elecciones presidenciales de Donald Trump.

Unas horas después de tomar posesión, Biden firmó 15 órdenes ejecutivas relacionadas con temas migratorios, alivio financiero a afectados por la pandemia de covid-19, cambio climático y la incorporación al Acuerdo de París.

El presidente entrante tomó ventaja del foco de las cámaras del mundo entero que transmitían el acto, para pronunciar un discurso inaugural con un llamado reiterativo a la unión –aunque él mismo admitió que puede sonar como una fantasía–, a la solidaridad, y cuyo eje central apuntó a solidificar el sistema democrático amenazado por el 'terrorismo doméstico' que 15 días atrás se evidenció en el mismo sitio donde este miércoles fue juramentado en el cargo, junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris, la primera mujer en la historia de Estados Unidos en convertirse en vicepresidenta.

Biden asumió el poder en medio de una crisis sanitaria sin precedentes, azotada por la pandemia que ha dejado más de 400 mil muertes y 24 millones de contagios acumulados por covid-19 desde que se declaró oficialmente el primer caso del virus en esa nación.

El presidente Joe Biden, y Kamala Harris, vicepresidenta, acompañados de sus respectivos cónyuges.

Será una presidencia difícil, sin poder predecir la medida de su éxito.

La ceremonia de cambio de mando no sufrió contratiempos como vaticinaban las amenazas que intentaban boicotear el acto. En un escenario sin precedentes, con un presidente saliente ausente, una ciudad militarizada completamente por más de 24 mil efectivos, un reducido público, inédito comparado a experiencias anteriores cuando multitudes asistían al traspaso de mando. En esta ocasión eran miles de banderas las que conformaban una alfombra en conmemoración de los 400 mil fallecidos por la pandemia.

“La supremacía blanca y el terrorismo doméstico, vamos a enfrentarlo. Le pido a los estadounidenses que se unan a mí en esta causa para luchar contra los enemigos que enfrentamos, violencia, enfermedades, falta de empleos; escuelas seguras, recompensar a la clase media”, manifestó Biden en un fragmento de su discurso.

La administración Biden pretende revertir varias políticas de la era Trump. Una que genera gran expectativa entre la población latina tiene que ver con la migración. Biden pretende introducir una reforma migratoria. Como parte de ello, envió una propuesta al Capitolio para legalizar a 11 millones de indocumentados, que, de ser aprobada por la mayoría demócrata, les permitirá permanecer cinco años en el país hasta solicitar su Green Card.

El mandatario ha conformado un gabinete diverso, integrado por cuatro latinos, uno de ellos al frente de la migración, volverá a incluir la participación de su país en organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, y suavizar la relación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un trato que Trump calificó en un principio de injusto, y obligó a sus miembros a pagar cuantiosos montos ya que consideraba que Estados Unidos estaba corriendo con el costo del mundo.

Unos minutos antes de iniciar la juramentación, la nave Air Force One en la que viajaba el presidente saliente Trump, aterrizó en Palm Beach, Florida. En Washington, su leal vicepresidente Mike Pence y su esposa atendían sus últimas horas de mandato en la ceremonia atípica. “Volveremos pronto de alguna forma”, dijo Trump quien una noche antes indultó a 143 personas entre perdones y conmutación de sentencias.

Los últimos instantes como presidente se le vio montándose a un auto negro con rumbo a Mar-a-lago en la Florida, donde estableció su residencia.

Unos minutos después de esa escena, las cámaras apuntaban la entrada de la vicepresidenta Kamala Harris al Capitolio, una mujer que hace historia, primero por ser la primera mujer que logra llegar a un cargo de esta naturaleza, y también por la mezcla ascendente que la caracteriza, afrodescendiente, asiática y latina.

Hija de Shyamala Gopalan, quien migró a Estados Unidos, como millones otros que aspiraban alcanzar el sueño americano, y que a punta de mucho esfuerzo se convirtió en una científica y pionera en cáncer de mama por su propio mérito, recibió su doctorado el mismo año que la vicepresidenta nació.

Harris abre la trocha para el resto de las mujeres que la miran como un ejemplo de vida y de carrera cumpliendo una de las frases que su madre le insistía: “Kamala, tú puedes ser la primera en hacer muchas cosas, pero asegúrate de que no seas la última”.

A las 11:48 a.m. fue juramentado Joe Biden, el presidente número 46 de EE.UU.

La popular cantante Lady Gaga, ataviada con una chaqueta negra con un prendedor de paloma color dorado brillante y una falda roja de gran volumen, interpretó la letra del himno nacional con tono patriótico.

La primera latina que ha servido en la Corte Suprema de Justicia, Sonia Sotomayor, juramentó a Kamala Harris quien prometió guardar la Constitución de Estados Unidos contra todo enemigo externo e interno.

A continuación, Jennifer López, quien ha apoyado la campaña demócrata, interpretó “América The Beautiful”, y durante la presentación exclamó emocionada en español: una nación indivisible con libertad para todos.

El juez presidente de la Corte Suprema de Estados Unidos, John Roberts, hizo lo propio con Joe Biden, quien juramentó preservar, defender la Constitución de Estados Unidos y ejercer fielmente su cargo como el presidente 46 de esa nación.

“Estados Unidos ha sido puesto a prueba, pero hoy celebramos el triunfo de una causa, de la democracia, la voluntad del pueblo ha sido escuchada. La democracia es frágil, pero ha prevalecido. Ahora en este sitio, donde hace unos días la violencia hizo sucumbir los cimientos de la democracia, nos unimos para presenciar la transición de poder, ponemos nuestra mirada en la nación que sabemos que podemos ser”, dijo Biden en sus primeras palabras.

“Hablar de unidad puede sonar como una fantasía, sé que nos dividen fuerzas profundas, pero nuestra historia nos ha enseñado que fuimos creados iguales uno a otro, la historia nunca se asegura, la Guerra Civil, el 911, han mostrado que debemos unirnos para superarlo. Podemos vernos no como adversarios, sino como vecinos, unir las fuerzas y bajar la temperatura, porque sin unidad no hay paz ni progreso”, alentó Biden a sus conciudadanos.

Enseguida manifestó que la política no tiene que ser un fuego que destruye todo a su paso, y que era necesario rechazar la cultura que alega que “los hechos se manipularon y se inventaron mentiras”.

Se apoyó en la historia del país como experiencia para superar el divisionismo: “el Capitolio se culminó durante la guerra civil cuando aún había divisiones, donde Martín Luther King habló de su sueño. Hoy estamos juramentando a la primera mujer vicepresidenta; no me digan que las cosas no pueden cambiar, estamos aquí días después de que la turba pensó que quería silenciar al pueblo, quería detener el trabajo de la democracia y hundir este sitio tan sagrado. No ocurrió y jamás ocurrirá”.

Luego añadió: Hay verdades y hay mentiras dichas para obtener el poder, hay deberes como ciudadanos que tienen ustedes para defender la Constitución y derrotar las mentiras, en alusión a los alegatos de Trump, pero sin pronunciar su nombre.

Exhortó a tener fe y confiar en un futuro próspero: “podemos darnos la mano, ayudarnos unos a otros. Si lo hacemos, tendremos un país más próspero. Podemos estar en desacuerdo, pero nos necesitamos unos a otros, estamos entrando al momento más duro y mortal del virus, vamos a enfrentarlo como una nación unida”.

Más adelante se concentró en una reflexión sobre la frágil democracia: “Es el momento de pruebas, nos encaramos a un ataque contra nuestra democracia, la falta de igualdad, el estigma del racismo, crisis, los desafíos profundos que encaramos de golpe. Hagamos la prueba y decir presente, hay tanto por hacer, les prometo que lo vamos a resolver. Controlar el momento difícil y dar a nuestros hijos un mejor mundo, y cuando lo logremos vamos a escribir una nueva historia”.

Apeló a la sanación, a rechazar la cultura que manipula y que fabrica hechos falsos, a solidarizarse unos con otros sin distinción de colores azul o rojo, liberales o conservadores.

Acompañado de los expresidentes del país, la ceremonia concluyó con la visita a la tumba del soldado desconocido en el cementerio de Arlington, como es costumbre en ese país.

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