La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 13/01/2024 00:09
- 12/01/2024 19:51
¿Se imagina a un popular presentador de la televisión panameña boca abajo, con el cañón de una pistola en la nuca y transmitiendo en directo? ¿O que le llegue por redes sociales el video de la ejecución con un tiro en la sien de un custodio de la Gran Joya y que salgan despavoridos cientos de jóvenes estudiantes del campus universitario huyéndole a los disparos de sicarios enmascarados?
¿O que al exalcalde de un importante distrito le vuelen el auto en la puerta de su casa y a su sucesor le manden un manifiesto con amenazas de muerte, y los informales le organicen una marcha de protesta porque erradicó una toma de una calle iniciada hace 48 años?
De locos, ¿no?, pero son realidades que nos tocan de cerca, en países vecinos como Ecuador y Perú, que viven tensiones sociales y una encarnizada lucha contra del crimen organizado.
“Nuestro problema principal es la corrupción, eso está acabando a Ecuador”, me compartió un empresario del país andino cuando el pasado domingo coincidimos en el Aeropuerto Internacional de Tocumen camino a la estación del Metro, luego de explicarle cómo usar el servicio y dónde bajar para visitar un centro comercial mientras esperaba su conexión.
Años atrás este señor, sesentón ya, visitaba la Zona Libre de Colón para hacer negocios; hoy viaja hacia el norte a descansar y en el corto trayecto manifestó su admiración por el progreso de Panamá, mientras lamentaba que la crisis de gobernabilidad se ha extendido a toda Sudamérica, sin importar el color político.
Días antes fui testigo de cómo el 1 de enero una enorme cuadrilla de trabajadores resguardados por decenas de policías antimotines y de serenazgo de varios distritos, se presentó en el otrora mercado informal de Chacra Cerro –una larga calle ocupada informalmente por casi cinco décadas por unos 2.000 vendedores– en el distrito norteño de Comas, en Lima, capital del Perú, para levantar pavimento y aceras para repararlas.
Con los vapores del año nuevo pocos estaban presentes pero el burgomaestre de la localidad, Ulises Villegas, recordó que ya estaban advertidos todos, lo cual fue respaldado por varios vecinos, pero eso no detuvo la organización de una marcha pacífica de protesta el 8 de enero tildándolo de “matón y abusivo” porque les quitó el lugar donde buscaban su sustento.
El ambiente se caldeó cuando el antecesor de Villegas, Miguel Saldaña, fue blanco de dos ataques con explosivos, sin que se registraran víctimas, pero que destruyeron instalaciones de un local comercial y parte de la fachada de su vivienda, este último acto el mismo día 8.
Tanto en Ecuador como en el Perú se ha generado una mafia de extorsionistas que piden la “vacuna” (coima) a figuras públicas y a comerciantes, bajo amenaza de muerte, algo de lo que no se habla mucho en Panamá, pero que definitivamente tiene inspiración foránea.
Y aunque suene brutal, en el Perú si te resistes a que te roben el teléfono móvil tranquilamente te meten un tiro en la cabeza o te arrastran por la calle sin que nadie se meta, la mayoría por temor.
Ecuador ha sido atractivo para los panameños en el último decenio, pues de 2014 a 2017 los visitantes crecieron de 11.000 a 18.000, pero en 2020 no pasaron de 4.900, aunque de 2021 a 2023 las visitas a la nación sudamericana fueron casi 15.000 anuales, de acuerdo con cifras de la subsecretaría de Migración del Ministerio de Gobierno de ese país.
Lo curioso es que casi todos los años consultados, son más los panameños que salen que los que entran a Ecuador.
Son “pocos” los panameños que residen en Ecuador; de hecho, la cancillería panameña confirmó que no tenía una cifra actualizada, pero sí que ante la actual situación de suspensión de garantías, la legación diplomática del país centroamericano está trabajando en modalidad virtual.
No se ha reportado ningún panameño afectado por los actos de violencia.
Según datos de la ONU citados por Expansión.com, en 2020 vivían en el Perú 644 panameños, dato que la cancillería panameña no pudo actualizar.
En 2014, 100.916 panameños visitaron el Perú, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inei) peruano
De acuerdo con la misma fuente, para ese mismo año en Panamá estaban radicados 5.155 peruanos y 3.201 ecuatorianos.
El Servicio Nacional de Migración de Panamá da cuenta que en 2023 entraron 84.654 ecuatorianos y salieron 77.191, o sea, se quedaron 7.463. Podría considerarse que ya unos 10.000 han hecho de este país su nuevo hogar permanente.
De los peruanos refiere que el año pasado ingresaron 58.305 y se fueron 57.158, lo que da una cifra de 1.147 que se quedaron y se sumarían a los otros reportados hasta 2020 para un aproximado de 6.300 inmigrantes legales.
Guayaquil (2,58 millones) y Quito (2,88 millones), más inmensos que ciudad de Panamá (2,01 millones) y Comas (598.000 habitantes), distrito obrero y producto de invasiones iniciales como San Miguelito (370.000), son urbes que se asemejan por su problemática socioeconómica y laboratorios de la transformación que vive esta parte del mundo.
El sociólogo y antropólogo Jon Subinas nos recuerda que en el Latinobarómetro 2023, la corrupción aparece como principal problema del país según las personas encuestadas en Panamá, mientras que en la región es considerado el cuarto problema.
De modo similar, en las Encuestas CIEPS (Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales) de Ciudadanía y Derechos de 2021 y 2023, la corrupción pasó a ocupar el primer puesto como principal problema, sustituyendo a la inseguridad.
Pero recuerda que no es una actuación individual, sino que constituye una red de operadores que buscan lucrar al margen de la ley, siguiendo la investigación del politólogo Sergi García Rendón, y por lo tanto plantea el reto de elaborar políticas anticorrupción que no sean vacías ni caigan en saco roto, como ocurre a veces con las generalizaciones.
“Los significantes vacíos en la política facilitan construir repertorios en torno a realidades complejas, posibilitando la toma de posición y la acción política, pero tienen el riesgo de afectar la capacidad de análisis de la realidad, que no se puede reducir a un solo factor, eclipsando otros problemas sociales y políticos. A su vez pueden obstaculizar la posibilidad de arbitrar soluciones frente a una realidad compleja que en ningún caso es unidimensional”, reflexiona Subinas.
Por ello la corrupción aparece ahora ligada a las mafias del narcotráfico e infiltrada en la institucionalidad, como lo han advertido diversos estudios y casos como el de la fiscal general del Perú suspendida, Patricia Benavides, acusada de manejar políticamente una red para desvincular a una hermana jueza de varios casos de liberación de barones de la droga en el país andino.
“Con pena tengo que decirles que vivimos en un narco-Estado. Jueces, policías, periodistas, abogados, asambleístas (diputados) coludidos con los narcotraficantes y bandas mafiosas”, resumía el martes pasado una colega desde Guayaquil.
Otra periodista confesaba ese mismo día, “estoy con un nudo en la garganta... estoy en Quito, donde todo es un caos, la verdad esto es lo peor que nos ha pasado en temas de inseguridad”.
No esperemos que esta ola nos alcance. Panamá cuenta con una Estrategia Nacional de Seguridad Ciudadana 2017-2030, pero los datos reportados por este mismo diario en 2023 indican un incremento de varios delitos, unos 500 homicidios, de los que casi el 40% ocurre en ciudad de Panamá, el 20% en San Miguelito, y un porcentaje similar en Colón.
Caminamos tranquilos todavía por los grandes centros comerciales y de esparcimiento, casi todo el año. Comparativamente el nivel de seguridad de Panamá es uno de los más elevados en Latinoamérica, pero ¿vamos a perder eso?
*periodista independiente y profesor universitario