Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
A un mes de las elecciones, Colombia recuerda el estallido social de 2021
- 29/04/2022 00:00
- 29/04/2022 00:00
Decenas de miles de personas salían hace un año a las calles colombianas pidiendo la derogación de una reforma tributaria. Las protestas se extendieron durante semanas y dejaron 83 muertos, más de la mitad, presuntamente, a manos de la policía. Hoy apenas quedan atisbos de aquel movimiento.
Fue el estallido de una crisis social –en un país con una de las mayores desigualdades del mundo– que se venía fraguando desde antes de la pandemia, pero que los confinamientos agrandaron, al empujar a un sector de la población de nuevo a la pobreza y con miles de jóvenes sin trabajo ni dinero para financiar sus estudios.
Los gritos de “El pueblo no se rinde, carajo” se mezclaban de forma festiva por las mañanas en las calles, pero cuando caía el sol, sobre todo en barrios populares de Cali, la tercera ciudad del país, el ambiente se caldeaba y las arremetidas de la policía eran contestadas por los manifestantes.
En total hubo, según el Ministerio de Defensa, más de 14.000 concentraciones, marchas y bloqueos desde el 28 de abril, y 83 personas murieron, de las cuales al menos 44 presuntamente por acción desproporcionada de la fuerza pública. Hubo también 96 víctimas de violencia ocular y 35 de violencia sexual por parte de la fuerza pública.
Un año después, y a pesar de que parecía que el estallido social pudiera repetirse en cualquier momento, la movilización social está casi congelada, a pesar de que los problemas siguen ahí.
Ayer jueves hubo convocatorias a protestas y sobre todo actos de conmemoración en Cali y Bogotá, pero no se esperan grandes manifestaciones como las del año pasado.
“Hay una herida abierta porque habíamos tenido grandes brotes de violencia en protestas, pero nunca habíamos tenido unos escenarios con tanta represión estatal y tan prolongada”, consideró Alejandro Rodríguez, coordinador del observatorio de violencia policial GRITA de la oenegé Temblores, que monitorizó cada protesta.
Pese a que inició algún proceso judicial contra los culpables de los homicidios, aún no hay condenas. “La impunidad es lo que ha reinado en este tiempo y mientras tanto sí ha habido toda una serie de judicializaciones en masa a jóvenes que eran parte de las primeras líneas”, aseguró Rodríguez a EFE, refiriéndose a los jóvenes que, encapuchados y con escudos caseros, enfrentaban a la Policía.
El aniversario de las protestas se cumple a un mes de las elecciones presidenciales y el país se divide entre “el continuismo de las políticas de la derecha que encarna el candidato (Federico) Gutiérrez y algo mucho más alternativo, propuestas que vienen más de participación popular, de liderazgos de movimientos sociales y demás que vienen del candidato Gustavo Petro”, explicó Forero.
Las consecuencias de las protestas pueden verse justamente en las urnas, en las que buena parte de la población “tiene bastante esperanza” en Petro “para avanzar en la agenda relacionada con las causas estructurales de la protesta”.
Aunque sí es cierto que las protestas sirvieron para unir el tejido social de algunos barrios, como Puerto Rellena (rebautizado Puerto Resistencia) en Cali, donde se vivieron “momentos de angustia, de impotencia, de rabia ante cómo reaccionaba el gobierno”, como lo describe Ceci, una de las madres que salió a cuidar a los jóvenes.