Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 27/11/2016 01:00
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LDicen que Fidel murió y Cuba entera está como muda, sin ruidos en las calles ni la algarabía tan característica del Caribe, mientras el mundo se estremece por un tsunami de amor planetario, sin que a nadie, amigos o enemigos, pueda serle indiferente.
Dicen que Fidel fue a reunirse con los grandes de la humanidad en todos los tiempos, desde Cristo a Mahoma, desde los jefes rebeldes contra la esclavitud hasta los emancipadores del capitalismo salvaje, para ocupar su puesto en el panteón de los inmortales.
Tenerlo 90 años fue un gran privilegio para los cubanos, pero también para la humanidad, por eso el universo está igualmente de luto.
La mezquina muerte no lo ha vencido, como no pudo hacerlo tampoco el imperialismo norteamericano con sus fallidos 600 atentados para acabar con su vida, ni los 56 años de guerra económica y bloqueo para doblegarlo.
Fidel trascendió su época con su monolítica ideología, su concepto de patria, su fidelidad y amor al prójimo, su raigal internacionalismo elevado a la máxima potencia por médicos y educadores, y como paladín de la batalla de ideas en la que se cimienta la Revolución triunfante.
Ya lo dijo José Martí, su gran maestro e inspirador del asalto al cuartel Moncada en julio de 1953, de la expedición del yate Granma en 1956, de la lucha en la Sierra Maestra, de la victoria el 1 de enero de 1959, y de la resistencia patriótica a la agresiva política estadounidense: ‘trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra'.
Quien no lo crea, recuerde este concepto con el que abre caminos hacia la eternidad: "Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo'.
Dicen que Fidel murió, que su corazón dejó de latir este viernes 25 de noviembre de 2016, justo cuando se cumplían 60 años de la heroica expedición del yate Granma desde Tuxpan, en México, a las costas orientales, con aquellos 82 héroes de la patria.
Raúl, su hermano, dio la desagradable pero irreversible noticia, cuando ya la mayoría de los cubanos hacían la cama después de la fatiga del trabajo. Cuba entera durmió en luto y la Isla amaneció en silencio, triste, angustiada pero tranquila, a sabiendas que, antes de partir, Fidel había dejado ordenada la casa y en buenas manos.
Dicen que Fidel murió, pero la gente no lo cree porque seguirá siendo el líder invencible e invicto por los siglos de los siglos. El soldado de las ideas está solo tomando un descanso.
ANALISTA