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- 28/10/2019 10:32
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Acudir a las masivas protestas contra la desigualdad social en Chile es exponerse a perder un ojo si resulta el fatídico blanco de las balas de goma que los Carabineros disparan, riesgo que ha llevado a formar brigadas médicas con voluntarios de salud en cada manifestación.
Así se da diariamente desde hace ya más de una semana en la Plaza Italia, de Santiago de Chile, el epicentro de estas protestas, donde decenas de cuadrillas de voluntarios y campamentos improvisados de la Cruz Roja atienden cada jornada a centenares de heridos por estos proyectiles que se pueden llegar a incrustar en el cuerpo.
"Por lo menos 250 personas al día, y el 80 % por impacto de balas de goma", aseguró a Efe el presidente de la Cruz Roja Chilena, Patricio Acosta, cuyo organismo arma cada día un humilde campamento con un flujo de pacientes constante que se incrementa a medida que avanza el día.
En esa posta, ubicada en una de las esquinas de la plaza, han tratado no menos de cuatro casos de personas que se quedaron sin un ojo al ser impactado por estos proyectiles antidisturbios, según señaló Acosta.
"¡De puro gusto me dispararon!", bramaba más atrás uno de los manifestantes al que le colocaban una venda en su pierna todavía ensangrentada.
En la Plaza Italia son 40 voluntarios de la Cruz Roja, pero hay 350 en toda la capital chilena, ya que las protestas se replican en varios puntos de la ciudad, y llegan a ser 4.000 en todo el país para atender a las otras urbes.
"El trabajo es duro porque las fuerzas especiales no respetan el emblema de la Cruz Roja. Hemos sido mojados y también hemos recibidos impactos muy cercanos", denunció Acosta.
Bastaron unos pocos minutos para comprobar esas palabras, pues primero varios botes de gas lacrimógeno cayeron a escasos metros de la zona donde los voluntarios de la Cruz Roja ondean banderas con su insignia para hacerse notar ante las fuerzas del orden.
Cuando la gente se había vuelto a arremolinar, entonces fue el turno del "guanaco", como se le conoce en Chile a los camiones antidisturbios que lanzan agua.
A la zona de la Cruz Roja llegan solo los heridos más delicados, pues otros muchos son tratados por las cuadrillas de médicos, enfermeros y kinesiólogos, entre otras especialidades, que están desperdigados por toda la plaza para brindar primeros auxilios.
Algunos son todavía estudiantes universitarios que se han organizado por redes sociales para brindar sus servicios de auxilio durante estos días. "Somos más de cien", afirmó a Efe Juan Pablo González.
Identificados con cruces de esparadrapo sobre su ropa de trabajo o pintadas en la piel o sobre cascos de ciclismo, estos socorristas llevan siempre un dispensador que contiene agua con bicarbonato, la panacea que buscan todos los manifestantes para rociarse en los ojos cuando el gas lacrimógeno les abrasa y deja la plaza irrespirable.
"En la plaza se hacen hartos juegos, pero a veces los carabineros llegan y comienzan a disparar. Tenemos que ir a curar a los heridos y traerlos a los centros de asistencia o luego derivarlos a un centro hospitalario", explicó a Efe uno de los asistentes que no quiso identificarse.
"Vienen con los perdigones incrustados en la cara o en los brazos, o con cortes por los impactos de las bombas lacrimógenas", agregó.
De repente una serie de disparos rompe la tensa calma, la gente corre hacia el centro de la plaza y entre la desesperada muchedumbre se comienzan a distinguir a las víctimas de las balas, que llegan cojeando o con la mano en la cabeza.
Uno tiene la marca hendida de la pelota de goma en pleno pecho. "De ser una bala de verdad ya estaría muerto", pensaba el herido en voz alta y con muecas de dolor mientras era atendido.
Otro corrió peor suerte, y el proyectil se le quedó dentro del brazo, para lo que necesitó hasta cuatro voluntarios presionando el hueco en su brazo para extraer el caprichoso balín.
Sin una cifra oficial de heridos, el seguimiento que realiza el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) revela de momento que son como mínimo centenares y casi la mitad por arma de fuego.
En otros casos ya puntuales se ha llegado a utilizar balas de plomo contra la población, con consecuencias letales, pues al menos 5 de los al menos 19 de muertos que se registran en esta ola de protestas fueron presuntamente a manos de agentes del Estado.