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- 17/12/2024 11:42
- 13/12/2024 09:53
En la actualidad, el consumismo se ha convertido en una de las características más predominantes de las sociedades modernas, y Panamá no es la excepción. En un país que combina el dinamismo de una economía globalizada con una fuerte influencia cultural del marketing, el acto de consumir ha pasado de ser una necesidad básica a una herramienta de estatus, entretenimiento y, en muchos casos, una válvula de escape emocional.
Sin embargo, esta tendencia plantea preguntas cruciales: ¿cómo afecta este estilo de vida la salud mental de los panameños? ¿Estamos intercambiando el bienestar emocional por una satisfacción momentánea impulsada por la publicidad y las redes sociales?
Explorar el consumismo desde una perspectiva psicológica no solo permite entender su papel en las vidas, sino también identificar los riesgos y beneficios que conlleva. En este contexto, Panamá ofrece un interesante caso de estudio donde la modernización, las desigualdades económicas y la presión social para “tener más” juegan un papel crucial en el equilibrio entre consumo y bienestar mental.
“Como estilo de vida, está dejando huellas profundas en la salud mental de los panameños. Desde el estrés financiero hasta los conflictos en las relaciones personales, las consecuencias de este fenómeno son diversas”, comentó la psicóloga Alanys González en una entrevista a MÍA.
En un estudio realizado por Konzerta.com el 37% de los panameños utiliza su salario de diciembre para pagar deudas, el 32% lo usa para compras propias de la temporada navideña, el 12% lo ahorra, el 11% lo invierte y el 9% lo utiliza de otra forma.
Uno de los principales problemas asociados al consumismo en Panamá es el estrés financiero. En un país con marcadas desigualdades económicas, muchas personas sienten la presión de adquirir bienes y servicios que reflejen un estatus social elevado, incluso cuando sus ingresos no lo permiten. “Se ha demostrado que esto a menudo desemboca en endeudamiento, ansiedad y una preocupación constante por la estabilidad económica”, explicó González.
“Además, las comparaciones sociales y la baja autoestima son una constante. Las redes sociales y la publicidad suelen idealizar estilos de vida aspiracionales, promoviendo el consumo como sinónimo de éxito y felicidad” agregó.
Otro impacto negativo es el ciclo de insatisfacción. La felicidad que proporcionan las compras suele ser efímera, llevando a las personas a buscar nuevas adquisiciones para llenar vacíos emocionales. “Este patrón puede derivar en comportamientos compulsivos, como la adicción a las compras o oniomanía, afectando gravemente la calidad de vida”, advirtió la experta en salud mental.
A pesar de estos riesgos, el consumo también puede tener efectos positivos en la salud mental, siempre que se maneje de forma equilibrada. “Por ejemplo, en Panamá, muchas personas encuentran en el consumo una vía para acceder a experiencias enriquecedoras, como viajes, entretenimiento o educación, que pueden mejorar su calidad de vida y bienestar emocional”, mencionó González.
Asimismo, el consumo puede fomentar la conexión y el sentido de pertenencia. “Participar en eventos o adquirir productos asociados a una comunidad específica puede fortalecer los lazos sociales, lo que beneficia directamente la salud emocional”,explicó.
En el caso panameño, el consumismo está profundamente influido por factores como el crecimiento económico, pues según estimaciones de los principales establecimientos comerciales, las ventas han crecido entre un 40% y un 70% en comparación con meses anteriores, reflejando una significativa reactivación económica.
La demanda de artículos navideños y regalos ha sido el principal motor de este crecimiento. Entre los productos más buscados se destacan: pijamas familiares para usar en Nochebuena y Navidad; decoraciones navideñas como árboles, bolitas y flores; adornos temáticos como santos bailarines; lámparas decorativas; peluches navideños.
Según la vicepresidenta de la Asociación Panameña de Centros Comerciales, Nadkyi Duque “en esta temporada hay centros comerciales que manejan 150.000 personas al día, como es el caso de Albrook Mall, que posee tres veces más tráfico que cualquier otro centro comercial.
Por su parte, la empresa privada espera que durante la época se generen cerca de 12 mil empleos adicionales en las cadenas logísticas del sector, incluyendo el desarrollo de eventos y actividades de entretenimiento.
Una de las principales herramientas para combatir el consumismo es practicar el consumo consciente; “se debe reflexionar antes de realizar una compra y preguntarse ¿es esta una necesidad o un deseo impulsivo? Evaluar el propósito de cada adquisición puede ser clave para frenar los gastos innecesarios y enfocarse en lo que realmente importa”, mencionó González.
“Se deben establecer prioridades financieras que ayuden a mantener el control sobre los ingresos. Tener metas claras, crear un presupuesto y evitar compras a crédito son pasos esenciales para prevenir el estrés financiero, una de las consecuencias más comunes del consumo excesivo”, agregó.
El subdirector nacional de Currículo y Tecnología Educativa, Cesar Castillo, por su parte destacó en un informe publicado por el Ministerio de Educación (Meduca), que “una sociedad educada financieramente genera impacto positivo en su entorno, es decir, si actuamos juntos podemos transformarlo todo y, con ello, vivir en un mundo más sostenible” y según el Meduca “la implementación de la educación financiera en las escuelas fue posible gracias a la Ley 374 de 2023, que establece la enseñanza obligatoria de estos conceptos en todos los centros educativos del país”.
Adoptar estas prácticas no solo protege de las trampas del consumismo, sino que también fomenta una vida más equilibrada y satisfactoria, alineada con las verdaderas prioridades personales y familiares.
Promover la conciencia sobre el impacto del consumismo en la salud mental es clave para construir una sociedad más equilibrada, donde el bienestar emocional no dependa de la acumulación de bienes, sino de valores más profundos y significativos.