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- 27/06/2024 00:00
- 26/06/2024 13:16
Me hospedé en una calle de Chapinero, una zona de caminos empinados y casas campestres construidas a principios del siglo XIX, al nororiente de Bogotá. Hoy en día es una localidad multicultural que reúne bares, cafeterías, entretenimiento y vida nocturna. Es también un punto gastronómico cada vez más interesante, con nuevas propuestas de jóvenes cocineros y restaurantes ya consolidados en la escena local.
El Chato y Leo son dos grandes ejemplos, ambos representan la cocina colombiana a su manera y ocupan puestos importantes en los listados internacionales. El primero dirigido por el chef Álvaro Clavijo, quien suma varios reconocimientos a lo largo de su carrera, se enfoca en exaltar el producto criollo aplicando las técnicas y conocimientos adquiridos durante su estadía en Europa.
El segundo con la reconocida chef Leonor Espinosa a la cabeza, es un imprescindible para entender y celebrar la biodiversidad de Colombia, con un profundo sentido de respeto hacia las comunidades locales y su entorno. Espinosa cree en la gastronomía como motor social de cambio, razón por la cual creó la fundación Funleo hace 16 años. Visitar La Sala de Laura, el bar de su hija Laura Hernández ubicado en el segundo piso del restaurante, es también un viaje necesario a través de la coctelería y los diferentes destilados creados por la propia Laura, inspirados en los ecosistemas colombianos.
Otros restaurantes que bien vale la pena destacar e incluir en el itinerario son:
De la mano del mismo Álvaro Clavijo, Selma abrió sus puertas hace poco para presentar una carta con platos más informales, en un ambiente casual, a diferencia de su hermano El Chato. En el menú hay énfasis en la gastronomía mediterránea, no faltan el tzatziki con pepino fresco y aceite de oliva acompañado de pan pita hecho en casa, el chuletón de cerdo como opción fuerte, las costillas y el arroz de cordero. Dirección Calle 65 #4-50
El cocinero Jefferson García se enamoró de los páramos colombianos cuando regresó de nuevo a su país, después de vivir por más de diez años en el extranjero. Viajó para investigar y entender cómo vivían las comunidades de la zona y su relación con el agua, un recurso que desde su punto de vista no debería darse por sentado. Su cocina muestra el producto que crece en los páramos y a su vez envía un mensaje para crear conciencia. Dirección: Carrera 3era #57-35.
La propuesta de este restaurante, ubicado en una casona que hace esquina en Chapinero, apunta a la sostenibilidad y al aprovechamiento máximo de los ingredientes, con platos sencillos y sabrosos. Para el chef Alejandro Gutiérrez el producto local es la estrella. Hay pescado del norte del pacífico colombiano, arepas bien tostadas, cubio (tubérculo) con crema de cenizas y aceite verde, entre otros platos. La carta de vinos es extensa y no se puede terminar la comida sin una buena taza de café colombiano. El postre más emblemático es la Mil Hojas, hay que probarlo para entender porqué. Dirección: Carrera 4ta bis #58-60.
Inspirado en una taberna (izakaya) japonesa, pero con un toque bastante irreverente, el chef Jaime Torregrosa abrió Humo Negro hace casi tres años. Hay mucha influencia de Japón, pero también de todos los viajes de Torregrosa que lo han llevado desde California hasta Suecia. Mientras él se encarga de la cocina, Manuel Barbosa hace su parte en la barra con una coctelería impecable. Dirección: Carrera 5ta #56-06
No hay ningún letrero en la fachada, pero detrás de la puerta está el restaurante Prudencia, en una calle de La Candelaria. La historia del cocinero Mario Rosero y su esposa Meghan Flanigan es bastante singular. Ambos se conocieron en Estados Unidos y se mudaron a Bogotá para abrir su propio restaurante, aunque nunca habían tenido experiencia en el rubro gastronómico. A partir de entonces se ha convertido en un infaltable para los viajeros, solo está abierto a la hora del almuerzo y el menú varía dependiendo del producto disponible, todo es local y muy fresco. Dirección: Carrera 2 #11-34.