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Boussingault y Rivero: vidas paralelas
- 05/03/2022 00:00
- 05/03/2022 00:00
“A ese hombre le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad”.
Son las palabras con las que Napoleón describe a Francisco Miranda y que Simón Bolívar suscribe al referirse a él como “el más ilustre colombiano y el venezolano más universal”. Muchas de las ideas que se atribuyen a Bolívar tienen raíz en el pensamiento Miranda, en particular la integración americana (Bohorquez, 1996). En ese espíritu, el Libertador adopta un enfoque en el que toma el pulso al desarrollo político y económico europeo y decide nutrir a América con esos nuevos conocimientos, entre ellos, el científico.
Jean Boussingault, francés, es contratado en 1821 por Francisco Zea, ministro de Simón Bolívar en Francia, para ir a Colombia con, entre otros, el científico François Roulin, el cirujano James Bourdon, el botánico Juste Goudot y el ingeniero peruano Mariano Eduardo de Rivero (natural de Arequipa), con la tarea de crear el Museo de Ciencias Naturales de Colombia y la escuela de formación de los ingenieros civiles y militares. Salen de Bélgica para escapar de la vigilancia de la policía gala, dado que el rey Luis XVIII era hostil a los Estados latinoamericanos insurrectos, y viajan desde Inglaterra a bordo del “Patriota” llegando a la Guajira el 22 de noviembre de ese año (Puigmail, 2013).
Ambos, Boussingault y Rivero, contaban con una carta de recomendación de Alexander Von Humboldt para Simón Bolívar, sin embargo, a pesar de sus pergaminos y prestigio, debido a las dificultades económicas de la joven república, el proyecto del Museo no se materializa y los dos científicos deciden tomar caminos distintos no sin antes trabajar juntos redactando “Memoria sobre diferentes masas de hierro, encontradas en la cordillera oriental de los Andes” (1823). Mientras que Boussingault decide permanecer en Colombia donde opta por la vida militar recibiendo el grado de coronel, Rivero parte hacia el Perú llegando a finales de 1825, donde es nombrado director general de minería, agricultura, instrucción pública y museo (1826). Dos años después, funda la Escuela de Minería de Huánuco? y el primer museo nacional de historia natural, antigüedades e historia del Perú.
Boussingault, profundo bolivariano y seducido por la política, fabrica una espada para el Libertador sobre la cual graba: “esta arma ha sido fabricada con el hierro caído del cielo por la defensa de la libertad”. Mientras que, Rivero, más académico y menos político, publica antes de partir hacia el Perú su estudio "Fuentes termales de la Cordillera de la Costa (Mariara y el Castaño)".
Ambos comparten el interés científico por determinar las riquezas de las comarcas que el Libertador venía ganando hacia la causa republicana y así reafirmar lo que los ilustrados del “Mercurio Peruano” venían sosteniendo desde mediados del s.XVIII sobre las inagotables posibilidades de crecimiento de Latinoamérica siempre que se contase con una buena administración. Así, al mismo tiempo que Boussingault exploraba los territorios de la Gran Colombia por cuenta del gobierno bolivariano, especialmente los volcanes del norte y escala el volcán Chimborazo (Ecuador); Rivero participa en una exploración de los llanos orientales de Colombia, recorriendo el río Meta y su confluencia con el Orinoco preparando un informe sobre este viaje al que titula “Itinerario de los Llanos de San Martín y del río Meta”. Ambos manifiestan al Libertador -por separado y en momentos distintos de su trayectoria- su pretensión de impulsar el mejor conocimiento mineralógico de Panamá sin saber de los planes y aspiraciones integracionistas que Bolívar reservaba para el istmo.
Boussingault decide volver a Francia después de la muerte de Simón Bolívar (1830). Se embarca rumbo a Francia en Cartagena el 11 de julio de 1832 a bordo del “Medina”, vía Nueva York. En el país galo se transforma en profesor de Química. Continua con su fascinación por la política y es electo en 1848 diputado del departamento del Bajo Rin por el Partido Socialista (Puigmail, 2013). Por su parte, Rivero fue nombrado cónsul general del Perú en Bruselas (1851) recibiendo del rey de Bélgica la Orden de Leopoldo y del rey de Dinamarca la Orden de Dannebrog en mérito a su labor diplomática y, en asociación con el viajero y diplomático suizo Von Tschudi -más tarde embajador de su país ante el Imperio del Brasil y autor del libro “Travels in Peru 1838-1842”- publicó en Viena “Antigüedades Peruanas”.
Ambos hombres de ciencia presentan anecdóticas coincidencias familiares. Boussingault contrajo matrimonio en 1833 con Adele Le Bel; Rivero se casó en 1840 con Águeda Escolástica Pacheco de Salas y Salazar. Ambos hogares tuvieron tres hijas y un hijo. En las dos familias, solo la segunda de las hijas tuvo descendencia.
En 1857, año en que a Boussingault se le confiere la Legión de Honor, Rivero publica -antes de morir ese mismo año- su última obra "Colección de Memorias Científicas, agrícolas e industriales, publicadas en distintas épocas, etc." donde acopia sus escritos sobre ciencias naturales, geología, mineralogía, minería y agricultura elaborados durante su vida académica.
Es sin duda la presencia de los militares la que refleja mayor impacto en la historia de la emancipación hispanoamericana. Sin embargo, las reseñas biográficas de otros actores, como los aquí presentados, revela un factor diverso y multifacético del actuar de estos personajes y permite pasar de lo individual a lo colectivo, demostrando así que la diversidad representada por cada uno -militar, científico, federalista, unitario, latinoamericano o europeo- no constituye un inconveniente a la hora de entender la historia colectiva dentro de la riqueza de la epopeya bolivariana.