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'En Ecuador, el Gobierno miente en las cifras oficiales'
- 07/05/2020 00:00
- 07/05/2020 00:00
La dramática realidad que están viviendo los ecuatorianos, pudiese superar la imaginación de cualquier persona. Los cadáveres en las puertas y calles de acceso a los hospitales, en las salas y aceras de los hogares esperan para ser recogidos e introducidos en cajas de cartón y ser trasladados y enterrados en un cementerio improvisado. En los centros de salud no hay espacio para atender a más personas y las funerarias están desbordadas. El número de víctimas parece incierto.
“No existen registro de una tragedia de igual magnitud en casi 500 años, que lleva la ciudad de Guayaquil. Ni los incendios ni los piratas ni las epidemias del siglo XVII y XVIII trajeron tantas muertes juntas...”, explica Fernando Villavicencio, periodista de investigación, de nacionalidad ecuatoriana, que ha obtenido importantes premios por su aguerrido combate contra la corrupción. Villavicencio, autor de varios libros e investigaciones periodísticas, analiza la crisis sanitaria por la que atraviesa su país.
El periodista, sin titubeos, comenta cómo el virus Sars-CoV-2 ha mostrado su cara más terrorífica en una de las áreas más empobrecidas de la región latina. En su país, “la pandemia se ha combinado con un sistema corrupto y una economía destrozada. Pero, en medio de la calamidad, el ser humano saca lo mejor de sí: la solidaridad”, reconoce.
En una conversación, vía Zoom con La Estrella de Panamá, el periodista ecuatoriano revela que la cantidad de víctimas supera con creces los números oficiales. Las cifras son escalofriantes y el escenario futuro no parece alentador.
Desde nuestros medios digitales nos ha tocado llevar adelante una gran batalla por la verdad. Esa es la primera expresión que puede decir como periodista. La sociedad ecuatoriana tuvo que soportar no solo el acecho de un virus letal, sino enfrentarse a uno histórico que estaba en la sangre de la sociedad ecuatoriana, que es la corrupción. El sistema hospitalario de Ecuador estuvo devastado antes de la Covid- 19. Lo que hizo el coronavirus fue dejar ver a la sociedad cómo un sistema hospitalario público fue devastado por la corrupción durante los 13 últimos años. Hoy acabamos de publicar una nota, muy dramática, que presenta a Guayaquil como la ciudad más golpeada del mundo.
Porque el virus se encontró con un sistema hospitalario plagado de corrupción. Nos encontró con una economía destrozada y con una actitud inoperante del Gobierno. Cuando se declara el estado de emergencia, en los hospitales públicos no había ni para comprar mascarillas para médicos y enfermeras. El Gobierno prefirió pagar $341 millones de bonos globales 20/20. Pagaron la deuda y dejaron al sistema hospitalario prácticamente libre y expuesto al contagio. En un mes y medio han muerto más de 10,000 personas en Guayaquil. ¿Has visto esas imágenes dolorosas que transmitieron algunas cadenas internacionales? Fue porque nosotros logramos sacarlas del país, porque los grandes medios de comunicación les colocaron una veda y prefirieron cuidar la imagen del Gobierno a trasmitir la dolorosa y brutal realidad.
Cadáveres en las calles y en las salas de los hogares más empobrecidos, hasta por dos, tres y cuatros días llamando a emergencia para que vengan a recogerlos y no vienen a hacerlo. El otro virus que nos afectó fue la mentira. El Gobierno institucionalizó una mentira. Esas son las cifras oficiales. ¿Cómo puedes documentar la existencia de más de 10,000 muertos?
Las cifras que manejamos algunos medios y periodistas están basadas en datos del registro civil, de las defunciones. En Guayaquil, que es la ciudad más golpeada, el nivel de muertos antes de la Covid-19 era un número, ahora se ha triplicado. No se justifica este incremento radical. Estamos hablando de 15,000 muertos. Si a esto le restamos los fallecimientos normales que ha tenido Guayaquil en los últimos dos años, estamos hablando de que casi con certeza la letalidad del coronavirus ha provocado en menos de dos meses más de 10,000 fallecidos, solo en Guayaquil.
Estamos hablando de un país que tenía en enero de 2020 el 62% de su población económicamente activa desempleada y subempleo (informales). En Guayaquil, el 23% de la población no accede a agua potable y, sin embargo, la consigna del Gobierno es que se laven las manos constantemente con agua y jabón. ¡Por Dios!, cómo le dices eso a centenares de miles de personas que no tienen acceso al agua. Cómo le dices a la población “quédense en casa”, si es una ciudad donde la gran mayoría de la gente vive del comercio informal, vive en la calle. Si esas personas llevan $1 o $2 para sostener su hogar, ¿cómo le prohíbes a la gente salir a las calles?
Estamos hablando de un país con $64 mil millones de deuda externa. Ecuador y Argentina pasan a ser los países con el más alto riesgo país, de los más endeudados de la región. En esas condiciones se suman deuda externa, riesgo país altísimo y caja fiscal en cero, con números en rojo. Cada mes para pagar el registro de servidores públicos, el Gobierno tiene que hacer pedidos a organismos internacionales. Es decir, antes de que llegara el coronavirus estábamos en una condición de tragedia. Cuando nos agarra el virus, el Gobierno se encuentra con las cuentas en rojo. Lo único que está funcionando es la solidaridad de la gente. Esa cadena de solidaridad está controlando un poco el tema.
El mismo Gobierno quiso corregir unas gravísimas fallas y hoy está canalizando kit alimentarios en los que incluye una lata de atún, dos libras de arroz, sal, azúcar y aceite. Eso es para que una familia pase una semana. ¿Con eso puede vivir una familia de cuatro o cinco miembros? Estamos hablando de Guayaquil, con una temperatura de 36º y 38º donde la gente vive hacinada en pequeños cuartos y donde su sala de reunión es la vereda, en la calle. Ellos viven en las calles, por el calor. Es que si no tienes un sistema de aire acondicionado, difícilmente le vas condenar a una familia de cuatro o cinco miembros a que se quede en un cuarto. Ahora están llegando los gobiernos locales, con ayuda a los sectores más vulnerables. Pero, puedo advertir que si continúa esto, en Ecuador, Guayaquil y Quito empezaremos a vivir una explosión social.
Ya se han presentado algunos, no muchos. Muy pequeños, muy poco. Todavía se puede controlar porque la gente ecuatoriana no es tan explosiva, aguantamos.
La mayor cantidad de personas no moría en los hospitales, sino en las puertas de los hospitales. En las áreas cercanas a los hospitales. Las personas llegaban a los nosocomios, pero no había espacio para atenderlos. Y otros morían en casa porque no podían salir de allí. Las funerarias fueron desbordadas. Estamos hablando de centenares de muertos cada día. Se perdió todo el control de registro de víctimas. Hoy por hoy, a muchas familias les han llegado las cenizas, y luego aparece el familiar vivo. Y hay otros casos donde dieron las cenizas y resulta que el cadáver estaba en otro lado. Hay 130 cadáveres en descomposición total y no están identificados. Hay miles de ataúdes de cartón que han sido llevados a cementerios improvisados. Para mí, contar esto es muy doloroso. García Márquez se quedó corto cuando dijo que la realidad superó cualquier fantasía.
Hay una paralización total. Los únicos sectores que están operando son estratégicos, como la alimentación y la producción de petróleo. Aunque estamos produciendo poco petróleo, porque la maldición nos cayó de todas. Y digo esto porque hubo un siniestro natural que provocó la rotura de los dos oleoductos, y se ha suspendido la producción y comercialización de petróleo. El segundo renglón ecuatoriano es el petróleo y aún no logramos recuperar la totalidad de la operación. También está trabajando el sector de telecomunicaciones, pero este país, como te digo, se basa en la informalidad. Sin duda, los más golpeados han sido los de la pequeña empresa, los pequeños negocios.
Por ejemplo, ayer (4 de mayo) debía empezar el distanciamiento social. Es decir, que pasamos del confinamiento al distanciamiento social. Pero, casi todos los municipios ecuatorianos se han negado a entrar a esta fase. Pero, si vas a Quito o Guayaquil, te encuentras a decenas de personas en las calles. Una cosa es el decreto oficial y otra lo que está haciendo la gente, y no puedes controlarlo. Tienes una parálisis económica, un desempleo que crece, y no existe una certeza de que en las próximas semanas se pueda reactivar el aparato productivo. Es muy difícil. Lo que se puede advertir es que si no manejas el distanciamiento social con los protocolos que te exige el caso, lo que vamos a sentir es la segunda oleada de contagios igual o peor que la vivida semanas atrás.
Nosotros hemos denunciado en los últimos días y semanas cómo los sistemas de corrupción en hospitales públicos no perdonan ni en una época tan dolorosa. La fiscalía ecuatoriana acaba de allanar propiedades y hospitales del Instituto de la Seguridad Social de Guayaquil, porque compraron bolsas para cadáveres en $148 cada una, cuando una no cuesta más de $10 o $12. Nosotros hemos presentado facturas del costo. Ellos han comprado miles de bolsas por ese costo. La sociedad está terriblemente indignada porque no se puede robar a los muertos. Eso es lo que está pasando. La corrupción en el sistema ecuatoriano de salud es terrible. Te están vendiendo un litro de alcohol en $25. Ese alcohol cuesta $3 en el mercado libre, pero el Estado lo compra en $25.
Sin duda, las nuevas tecnologías nos han ayudado mucho y los portales digitales. Sin estas herramientas no hubiésemos podido romper la veda informativa del Gobierno y contar esta verdad. Tengo en mi Whatsapp miles de mensajes, fotos y videos que me envía la gente. Los ecuatorianos no confían en el Estado. Ellos confían en 4 o 5 periodistas del país o en pequeños portales digitales. Los periodistas de investigación hacemos un trabajo contracorriente. Creo que de esta experiencia nace un nuevo periodismo de investigación, mucho más valiente, más independiente, más ágil, que no se compromete.