“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 11/07/2020 00:00
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Cuando hablamos de propuestas de alivio financiero, una de las afirmaciones que escuchamos con más frecuencia es que “para aplicar, se debe demostrar que un negocio es viable”.
Para los profesionales en consultoría de negocios, sistema financiero o que sean parte de una institución relacionada al desenvolvimiento del ámbito mercantil, el concepto de viabilidad es común.
Sin embargo, esto no sucede desde la perspectiva del empresario o comerciante; tampoco en cuanto a otros conceptos como solvencia y liquidez, factores que definen la salud de las operaciones y potencian la viabilidad.
Esta desinformación puede convertirse en una potencial limitante para todo aquel que esté considerando aplicar a esquemas de financiamiento o a cualquier otra medida de alivio financiero.
Por ello, es importante que se aclare el concepto, que se distinga de otros términos, y además que el comerciante o emprendedor esté en la capacidad de evaluar esta posibilidad en el contexto de su negocio.
Como mencionamos, estos tres conceptos se diferencian entre ellos.
Primero, la viabilidad hace referencia a la sostenibilidad de un negocio, un aspecto que está condicionado a los márgenes de ganancia. Si no existe una generación del ingreso neto, no se puede pretender ser sostenible.
En términos más simples, si usted está en cero –ni ganancias ni pérdidas–, ¿qué recursos pretende poner a disposición para cubrir los costos generados y satisfacer la entrega de un servicio o producto?
Segundo, la solvencia no es lo mismo que la liquidez, ni ambos son sinónimos de sostenibilidad o viabilidad.
La primera es la capacidad del negocio para hacer frente a sus deudas a corto plazo. Mientras que la liquidez es la rapidez con la que los activos del negocio pueden ser transformados en efectivo, sin incurrir en pérdidas.
Lo cierto es que la viabilidad depende de la solvencia y la liquidez. Si el negocio no está en capacidad de cumplir con sus obligaciones, esto podrá interrumpir las operaciones y, por ende, paralizar la actividad. De esta manera, la empresa deja de generar ingresos y se convierte en insostenible.
Con la respuesta a esta interrogante debemos ser cautelosos. No basta con evaluar resultados materializados o estimados con relación a los márgenes de ganancia. Tal como lo hemos definido.
La viabilidad del negocio o del emprendimiento se determinará a partir del análisis de una serie de factores que en conjunto evidencian una noción de éxito potencial. Entre estos listamos:
Esta es la primera garantía a la viabilidad. No se trata de ofrecer algo completamente nuevo, sino de dar un valor agregado, además de que el consumidor obtenga beneficios y soluciones.
Si no tenemos aunque sea una leve percepción, no sabremos cómo mercadear ni mucho menos dónde ubicar la demanda. A pesar de que existen negocios que logran tener éxito de forma orgánica, hay que dejar en claro que dicho crecimiento es limitado, comprometiéndose eventualmente la viabilidad, ya que es como haber estado navegando a ciegas.
Un elemento necesario, ya que tener un diferenciador no garantiza que seremos siempre los más demandados. Es imperativo que se realice un análisis de los competidores. Principalmente de aspectos como precio, mercadeo, localización, entre otros.
¿Estamos en períodos de bonanza o crisis? La respuesta delimitará hacia qué productos/servicios debemos inclinarnos. Si se determinan las conductas de consumo y las preferencias, incluso en tiempos de crisis, se logrará mantener la sostenibilidad.
Evaluar este denominador es vital ya que las operaciones demandan recursos, que de no estar a disposición interrumpen el giro normal del negocio.
Como mencionamos, proveer un producto o servicio implica incurrir en costos. Para el análisis de este aspecto se recomienda poner en práctica la planeación financiera para una mayor objetividad.
Para ello se debe de considerar implementar el análisis financiero de coeficientes de liquidez y rentabilidad, tales como el coeficiente corriente, el cual revelará la capacidad de cobertura de pasivos a corto plazo; el coeficiente de deuda total que dará señales de solvencia a largo plazo y el coeficiente de margen de ganancia como una medida de evaluación de desempeño.
Hacemos la aclaración de que este no es un checklist exhaustivo. El comerciante o emprendedor es quien conoce a cabalidad sus operaciones. Por lo que debe evaluar si hay otros elementos a considerar, según su realidad.
Es importante que el análisis sea comprehensivo. De manera que se evalúe como un rompecabezas donde una acción puede tener un impacto positivo, motivando a efectuar correcciones en ciertos aspectos que, en principio, parecían irrecuperables.