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- 25/12/2024 00:00
- 24/12/2024 15:32
Durante los próximos dos años (2025-2026) en Panamá prevalecerá la presión sobre la calidad de los activos de los bancos a medida que se materialice el impacto retrasado de los programas de ayuda relacionados con la pandemia, consideró la calificadora de S&P Global Ratings en un reporte reciente.
Con base en el informe denominado “América Latina - Panorama bancario por país”, la calificadora presenta sus expectativas sobre los sistemas bancarios de 15 países en América Latina para 2025, entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay.
En el caso puntual del país, S&P Global Ratings hace referencia a que dentro de los factores crediticios claves para ese comportamiento es que el 26 de noviembre disminuyeron las calificaciones soberanas de largo plazo a ‘BBB-’ de ‘BBB’ y de corto plazo a ‘A-3’ de ‘A-2’, sin quitarle el grado de inversión. Y explican que la baja refleja la menor flexibilidad de Panamá, lo que aumenta su vulnerabilidad a los desafíos económicos y fiscales venideros.
Sin precisar en nombre, la calificadora explicó que debido a esa disminución también bajó la calificación de un banco panameño, la cual está limitada por la calificación del soberano.
El analítico principal del reporte es el mexicano Ricardo Grisi.
El reporte de la calificadora indica que la calidad de activos de los bancos panameños seguirá siendo históricamente débil durante los próximos dos años. La razón, las presiones sobre la capacidad de pago de los prestatarios y el deterioro de los préstamos corporativos mantendrán los activos improductivos por encima de los niveles históricos, ubicándose en 2,7 % al 30 de septiembre de 2024, comparado con el 2,0 % registrado en 2019.
“Este deterioro se debe al fin de los programas de ayuda, altos niveles de desempleo y el crecimiento de la economía informal desde el inicio de la pandemia, lo que podría afectar la calidad de los activos”, detalla en reporte.
Aclara que Panamá no cuenta con un acreedor de última instancia. Además que el país tampoco tiene un banco central o un sistema de seguro de depósitos efectivo para respaldar a las instituciones financieras en dificultades. Sin embargo, el gobierno ha utilizado Banco Nacional de Panamá, de propiedad pública, para proporcionar liquidez al sector financiero, corporaciones y pymes.
Las condiciones económicas en Panamá, que aún son difíciles, podrían poner a prueba el crecimiento del sistema bancario y su calidad de activos. El riesgo de daño a la confianza de los inversionistas y a la futura inversión privada derivado del cierre de un gran proyecto minero de cobre el año pasado podría dificultar las cosas para el sistema bancario del país.
El lento crecimiento económico de Panamá en el corto plazo (ligeramente por debajo de 3 % en 2024) se traducirá en un flojo crecimiento de los ingresos. Esto se suma a los actuales desafíos fiscales del país, como las bajas tasas de recaudación de impuestos y la pérdida de ingresos fiscales por el cierre del proyecto minero de cobre.
En nuestra opinión, esto podría obstaculizar la confianza de las empresas y los hogares, lo que presionaría el crecimiento empresarial y las condiciones operativas de los bancos. Esto mantendría altos los niveles de activos improductivos.
La rentabilidad debería ser estable, pero persiste el riesgo de mayores provisiones para pérdidas. La debilitada calidad de los activos podría aumentar las provisiones para pérdidas crediticias de los bancos, lo que limitaría los resultados netos del sistema.
Se están realizando esfuerzos para fortalecer el marco regulatorio. La regulación del sistema financiero continúa mejorando en Panamá. La brecha con la regulación internacional se está reduciendo, aunque el marco de Panamá está rezagado respecto de sus pares en la región.
Cabe destacar que, en su opinión, los indicadores de calidad de activos de los bancos seguirán bajo presión debido a las tasas de interés persistentemente altas y a las condiciones económicas débiles, aunque mitigadas parcialmente por las conservadoras estrategias de crecimiento. Esperamos que el crecimiento del crédito se recupere lentamente en 2025, pero seguirá siendo más débil que históricamente. Es probable que los bancos sigan aplicando prácticas de organización conservadoras, dado el lento ritmo de estabilización de la calidad de los activos.
Banca local, en cifras
Con cifras al año fiscal que culminó en diciembre, S&P Global Ratings dice que el crecimiento promedio de créditos en el sector para 2025 tienen una proyección de 5,0 %, una estimación de 2024 de 7,0 % y real de 2023 de 5,3 %.
En cuanto a activos improductivos como porcentaje de los créditos en todo el sistema, la calificadora proyecta para 2025 un 2,7 %, con una estimación de 2024, con 2,8 % y un 2023 real de 2,8 %.
En cuanto al retorno sobre activos promedio del sistema (ROAA, por sus siglas en inglés), la proyección para 2025 es de 1,7 %, e igual cifra se mantiene para la estimación de 2024 y el real de 2023.
Entre las conclusiones principales para Panamá, S&P Global Ratings destaca dos puntos: 1). La rentabilidad se mantendrá estable, pero las presiones sobre la calidad de los activos podrían aumentar las provisiones para pérdidas crediticias, lo que dañaría los resultados netos de los bancos durante los próximos 12 meses, y 2). Aunque Panamá no tiene un acreedor de última instancia, el Gobierno ha utilizado con éxito al Banco Nacional de Panamá como vehículo para proporcionar liquidez al sistema bancario.
El reporte da una mirada a la banca regional, donde la rentabilidad, proyecta, se moderará desde niveles fuertes, pero advierte que seguirá siendo sólida en comparación con sus pares internacionales. En primera instancia se encuentran los riesgos del deterioro para la banca de América Latina.
Señalan que hasta ahora, las autoridades de los países avanzados han orientado sus economías hacia una lenta desaceleración económica, pero los riesgos podrían volver a aumentar. Una desaceleración más profunda de lo esperado podría deprimir las exportaciones de los principales mercados emergentes al reducir los volúmenes comerciales, los flujos de cartera y las inversiones extranjeras directas. Una actividad económica más lenta podría poner en peligro los fundamentos de los sectores corporativos y la calidad de los activos de los bancos.
El complejo panorama político en América Latina probablemente genere volatilidad en los mercados durante los próximos trimestres. Los inversionistas se esfuerzan por comprender las políticas de los nuevos gobiernos y el equilibrio de poderes que impulsará la agenda legislativa en los próximos años.
Los indicadores de calidad de los activos se han deteriorado en toda la región, debido al débil desempeño económico, el bajo crecimiento del crédito y la presión sobre los segmentos de préstamos al consumo y a las pequeñas y medianas empresas. La calificadora estima que los indicadores de calidad de activos se estabilicen a finales de 2024 y que empiecen a mejorar en 2025.
Es probable que las provisiones sigan siendo altas, lo que afectará la rentabilidad. Sin embargo, el desempeño operativo debería todavía debería ser sólido gracias a los márgenes más altos de los bancos que aquellos en sus países pares. Los bancos en la región seguirán operando con una sólida capitalización y liquidez.
También esperan que el crecimiento de los préstamos se mantenga en un solo dígito. En opinión de la calificadora, la demanda de crédito aumentará en el sector corporativo una vez que las tasas de interés caigan a niveles más accesibles. No obstante, es probable que los bancos sigan aplicando prácticas conservadoras dado el lento ritmo de estabilización de la calidad de los activos.
Los bancos en América Latina están acostumbrados a operar en condiciones desafiantes y tienen sólidos niveles regulatorios de capital y liquidez, lo que los ayudará a navegar en un entorno más difícil. La regulación local suele ser estricta, dada la volatilidad económica, y se implementa en todas las entidades reguladas.
La rentabilidad seguirá presionada por los costos del crédito, que siguen siendo elevados, pero es sólida en comparación con la de sus pares mundiales.
También consideran que los indicadores de calidad de activos de los bancos en general seguirán bajo presión debido a las tasas de interés persistentemente altas y a las condiciones económicas débiles, aunque mitigadas parcialmente por las conservadoras estrategias de crecimiento.
Estiman que el crecimiento del crédito se recupere lentamente en 2025, pero seguirá siendo más débil que históricamente. Es probable que los bancos sigan aplicando prácticas conservadoras, dado el lento ritmo de estabilización de la calidad de los activos.
Proyectan que la expectativa de que el crecimiento en la región promedie poco más de 2 % en los próximos años, lo que es inferior al de la mayoría de los mercados emergentes. Los principales cambios en nuestras proyecciones de PIB por país corresponden a México (a la baja) y Argentina (al alza).
En México, ahora proyectan un crecimiento del PIB de 1,2 % en 2025 (en comparación con el 1,5 % anterior). Varias fuentes de incertidumbre respaldan su opinión de que la inversión fija será más débil de lo que habíamos previsto anteriormente:
En primer lugar, bajo el mandato del presidente estadounidense electo, Donald Trump, la amenaza de cambios al T-MEC, cuya revisión está prevista para mediados de 2026, podría retrasar las decisiones de inversión. Nuestro escenario base supone que no habrá cambios importantes en el T-MEC, ni antes ni durante el proceso de revisión.
En segundo lugar, la política de inmigración de Estados Unidos hacia México probablemente también será polémica bajo la nueva administración estadounidense, lo que podría influir en los cambios propuestos en la política comercial y debilitar la inversión y las remesas.
En tercer lugar, las reformas mexicanas aprobadas recientemente (como los cambios al sistema judicial), que en algunos casos todavía requieren legislación secundaria, también podrían retrasar las decisiones de inversión hasta que haya más claridad sobre las implicaciones de esos proyectos de ley.
En Brasil, el crecimiento continúa sorprendiendo al alza. En S&P Global Ratings proyectan un crecimiento del PIB de 3,1 % en 2024 y de 1,9 % en 2025 (anteriormente proyectamos un crecimiento de 2,8 % para 2024 y de 1,8 % para 2025). El estímulo fiscal, que mantiene alto el consumo de los hogares, continúa impulsando el crecimiento. Esto ha mantenido una brecha de producción positiva de alrededor de 1,5 % del PIB, de acuerdo con nuestras estimaciones, lo que aumentó las expectativas de inflación y llevó al banco central brasileño a reanudar los aumentos a las tasas de interés.
Estiman que las tasas de interés aumenten hasta principios de 2025, hasta que las expectativas de inflación comiencen a regresar al objetivo de 3% del banco central.