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- 03/02/2011 01:00
- 03/02/2011 01:00
PANAMÁ. En la época de las larguísimas negociaciones con Estados Unidos que culminaron en los Tratados del Canal y la recuperación de nuestra gran riqueza, la posición geográfica, todos los panameños, funcionarios del gobierno o particulares, aprovechábamos los cónclaves internacionales para llamar la atención sobre la situación colonial de Panamá y a criticar a los EEUU por mantenerla en pleno siglo XX.
En esos tiempos me tocaba asistir a las reuniones de INTELSAT y no obstante el disgusto de los representantes de Comsat, el signatario norteamericano, nunca perdí la oportunidad de hacerlo.
Y esto lo hacíamos todos los panameños en cualquier foro internacional. Era una espina permanente en la anatomía del coloso y una de las manifestaciones de la táctica de Gandhi de la lucha pacífica por la liberación de su pueblo. También era un signo de unión de todo un pueblo por lograr su liberación del yugo colonial.
En el mundo de hoy prevalece todavía el espíritu colonialista de los países ricos contra los llamados países emergentes. Panamá es un ejemplo de esto.
Si bien nos liberamos teóricamente del yugo colonial al perfeccionar nuestra independencia, estamos todavía sujetos a las presiones de los Carteles de los países ricos unidos bajo el manto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
No, otra cosa son las famosas listas negras o grises que lo que encierran es una flagrante discriminación para que nuestros países no compitan, en este mundo globalizado, en los negocios financieros, incluyendo los vehículos societarios.
¿Y de qué nos acusan y qué pretenden de nosotros?
De ser un Paraíso Fiscal no cooperador y, para redimirnos, tenemos que ser transparentes y abrir nuestro sistema financiero al escrutinio de todos ellos.
He dedicado los últimos 10 años a desenmascarar a la OCDE y a su principal motor, EEUU, demostrando que Panamá, al igual que su sistema financiero y societario, son un ejemplo para el mundo y que, por el contrario, los que nos acusan son la negación de lo que predican y pretenden imponernos.
He demostrado en mis escritos que nuestras leyes fiscales no discriminan entre nacionales y extranjeros y que nuestro sistema bancario no está blindado para los que violan la ley.
También que nuestros vehículos jurídicos no sirven de refugio a criminales y los que así lo han hecho han sido identificados y juzgados por nuestra justicia.
Por el contrario, el miembro más conspicuo de la OCDE atrae la inversión extranjera eximiéndola de pagar impuestos y dándole anonimato total al inversionista y asegurándole, además, que no dará información de sus cuentas de banco a los países de donde son nacionales o residentes.
Que esto es así lo confiesan abierta y públicamente al presentar en días pasados una propuesta de enmienda para autorizarlo. Vamos a ver si la aprueban, ya que en el 2002 la misma propuesta fue negada. Pero estas cosas son invisibles para la OCDE.
Con respecto a los vehículos jurídicos, desde hace varios años el Senado está tratando de aprobar, sin éxito hasta el presente, la llamada ley Levin, proyecto S569, para obligar a los Estados de la Unión a identificar los clientes.
Hay que ver la oposición que la misma ha suscitado, entre otros, del Estado de Delaware, el que más vehículos jurídicos coloca a los extranjeros, negocio que le representa el 25% de su presupuesto. Panamá introdujo esta norma en 1994.
También somos un ejemplo en otras cosas, tales como nuestro registro de naves, el primero del mundo con más del 20% de la flota mercante mundial por la confianza en la eficiencia de nuestro registro y por la seguridad que nuestras leyes dan a los entes que financian las naves.
Y qué decir de nuestro Canal, un ejemplo de buen manejo, 100% en manos panameñas, al igual que nuestros puertos, ya son los primeros en América Latina en el trasbordo de contenedores.
Hay muchas cosas más de las cuales nos sentimos orgullosos, como nuestra Zona Libre, nuestro aeropuerto de Tocumen, nuestras comunicaciones digitales, nuestro sistema electoral que en las últimas cuatro elecciones le diera el triunfo a la oposición política con la aceptación inmediata de los resultados por el gobierno perdidoso.
Todo ello, unido al buen manejo de las finanzas públicas, dio lugar a que en el año que acaba de pasar las tres entidades calificadoras de riesgo le otorgaran grado de inversión a nuestro país.
De ser un país muy pobre al estar privados de nuestra riqueza, la posición geográfica y el Canal, a partir del año 2000 empezamos a convertirnos en un país rico, con el potencial de llegar a ser el país más rico de las Américas, lo cual permitirá que si los gobiernos administran bien esa gran riqueza, en pocos años no habrá en nuestro país niños descalzos y que se acuesten con el estómago vacío y con una educación que les permitirá competir en este mundo globalizado.