Moody’s cambia la calidad crediticia de empresas de infraestructura

Actualizado
  • 05/03/2025 00:00
Creado
  • 04/03/2025 17:31
La calificadora de riesgo dio a las empresas de infraestructura de Panamá ‘Baa3 negativa’, y aunque evaluó a 15 países de la región, en Brasil se ubicó la mayoría de las perspectivas ‘positivas’

La calificadora de riesgo Moody’s Raitings, en 2024, cambió las calificaciones de los emisores regionales de infraestructura, donde la mayoría de las perspectivas positivas se consolidaron en Brasil (Ba1 positiva), mientras aquellas con las perspectivas negativas fueron Colombia (Baa2 negativa), México (Baa2 negativa) y Panamá (Baa3 negativa).

A febrero de 2025, el número de empresas de infraestructura calificadas de América Latina por Moody’s abarcan múltiples sectores en 15 jurisdicciones. Los sectores van desde aeropuertos, generación de electricidad, gasoducto y puertos, entre otros.

En aeropuertos están Argentina, Caribe, Ecuador, México, Panamá y Uruguay; en distribución de electricidad, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México y Perú; en generación de electricidad, figuran Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México, Panamá, Perú y Uruguay; en gasoducto están, Argentina, Brasil, Caribe, Chile, Colombia, México y Perú.

Otros sectores o actividades son: puertos, donde figuran Brasil, Panamá y Uruguay; en autopistas de peaje Chile, Colombia, Panamá, Paraguay y Perú; transmisión, Brasil, Chile, Colombia, Panamá y Perú; en agua solo se encuentra Brasil; y entre otras, están Belice, Brasil, Caribe, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Panamá y Perú.

Temas clave para 2025

La calificadora se centró en cuatro temas crediticios clave para 2025, que tendrán varias implicaciones específicas para la infraestructura latinoamericana: el camino hacia la normalidad macroeconómica, donde las empresas de infraestructura se benefician de un crecimiento económico modestamente positivo y la caída de las tasas de interés; digitalización y disrupción, donde nuevas tecnologías cambian la demanda de electricidad en infraestructuras nuevas y emergentes de América Latina; tensiones geopolíticas, donde los cambios en la dinámica del mercado hacen que las oportunidades de crecimiento de la demanda sean menos seguras para la generación de energía; y transiciones globales, donde la transición energética y eventos climáticos extremos hacen que los precios de la energía sean más inciertos al añadir volatilidad y posibles daños a los activos de infraestructura.

Las expectativas de crecimiento moderado en la región también influirán en las condiciones crediticias de la infraestructura latinoamericana. El crecimiento de la demanda seguirá siendo moderadamente positivo en los segmentos de electricidad, autopistas de peaje y aeropuertos. La caída de la inflación en la mayor parte de la región ayudará a aliviar las preocupaciones de los reguladores sobre la asequibilidad para los contribuyentes.

Demanda de electricidad

El estudio también vaticina un aumento en la demanda de electricidad residencial e industrial en América Latina, superando el modesto 2,5 %-3,5 % en 2025, lo que refleja el crecimiento moderado general de la región.

La volátil energía hidroeléctrica domina la generación de electricidad en América Latina, con una contribución cada vez mayor de la energía solar y eólica. Todavía así, la proporción de energía hidroeléctrica en la generación total en América Latina ha disminuido en los últimos años, ya que Colombia y Brasil han comenzado a diversificar sus suministros de energía en un contexto de incertidumbre climática y mayor volatilidad de los precios al contado. Las redes de transmisión de electricidad y los conductos de gas natural seguirán beneficiándose de un flujo de efectivo muy estable, que favorece su expansión en la región.

Mientras que la inversión en energía eólica y solar renovable también seguirá expandiéndose a un ritmo moderado, ante el leve crecimiento de la demanda y las limitaciones existentes de las redes eléctricas. La demanda de electricidad de la región aumentaría hasta un 5,0 % en un contexto de mayor comercio y crecimiento global, especialmente si se materializan ciertos proyectos mineros en Chile, Perú y Argentina.

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