Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 26/04/2014 02:00
- 26/04/2014 02:00
La política de deportación excesivamente estricta del presidente Obama divide a los demócratas latinos. Esa división llega a San Antonio, donde una estrella ascendente del partido disiente con una figura más antigua del ‘establishment’, que ha sido considerada como su mentor.
Si vamos a ver una obra de Shakespeare, primero debemos presentar la escena. Los activistas sostienen huelgas de hambre frente a la Casa Blanca, exigiendo que Obama reduzca el número récord de deportaciones —más de 1,100 por día y, en su conjunto, 2 millones en cinco años. El presidente, obcecadamente, se niega a hacerlo.
En 2012, Obama dio a conocer la ley de Acción Diferida para los que Llegaron de Niños (DACA, por sus siglas en inglés), que permite que inmigrantes jóvenes indocumentados permanezcan en el país y soliciten permisos de trabajo por dos años. Recientemente, sin embargo, el presidente dijo que no iba a expandir el programa DACA para los adultos, entre ellos, los padres de los niños nacidos en Estados Unidos que corren peligro de quedar separados de sus hijos.
‘Si comenzamos a ampliar eso, entonces esencialmente estaría ignorando la ley en forma que pienso sería muy difícil de defender legalmente,’ expresó Obama al locutor de Telemundo, José Díaz-Balart. ‘Por tanto, no es una opción.’
Es asombroso. Obama ignora la ley cuando es políticamente conveniente y después la vuelve a descubrir. En inmigración, Obama será lo que le pidan —duro, compasivo, o una pizca de ambas cosas.
Ahora el drama. El ex secretario de Vivienda, Henry Cisneros, es uno de los personajes más respetados en la comunidad hispana. Aún así, no hay mucho que respetar en su posición concerniente a las deportaciones.
Como parte del grupo de trabajo del Bipartisan Policy Center, que dice apoyar la reforma migratoria mientras, al mismo tiempo, respalda el statu quo, Cisneros dijo a los reporteros que él y sus colegas, —la ex Secretaria de Estado, Condoleezza Rice; el ex gobernador de Mississippi, Haley Barbour; el ex gobernador de Pennsylvania, Ed Rendell, etc.— no concuerdan con los que exigen que Obama detenga las deportaciones.
‘Creemos que no es hacer lo correcto,’ dijo.
¿Et tu, Henry? Conozco a este hombre desde hace 25 años, y lo considero un amigo. Aún así, no me cabe la menor duda de que si el presidente que deportó 2 millones de personas, la mayoría de ellas latinas, fuera republicano, Cisneros haría un escándalo en lugar de respetar esa política.
Además de apoyar al establishment, Cisneros provee de cobertura a Obama —que ocupó el tercer lugar entre sus candidatos preferidos para la presidencia, después del gobernador de Nuevo México, Bill Richardson y Hillary Clinton— al oponerse a que se detengan las deportaciones.
Le inquieta que poner freno ‘pueda crear un entorno político en el que sea imposible, en un tiempo razonable, obtener la reforma migratoria integral, porque las aguas estarán muy emponzoñadas políticamente.’
¿En serio? ¿A Cisneros realmente le preocupa descarrilar la reforma migratoria? Ya está totalmente hundida. No ha prestado atención al debate. De lo contrario, entendería la broma: El pozo ya está emponzoñado y fue Obama el que lo hizo al utilizar la inmigración para su conveniencia política y tratar de serlo todo para todo el mundo.
Para un liderazgo mejor, observen a la persona que ocupa ahora el puesto que tuvo Cisneros en los años 80.
El alcalde de San Antonio, Julián Castro —quien es mencionado como posible candidato para la vicepresidencia en 2016— no está siguiendo la línea del gobierno. Ha estado en la Casa Blanca para hablar con Obama sobre la inmigración, así es que sabe cómo son las cosas. En un momento, Castro observa que Obama afirma carecer de poder para detener las deportaciones. Y al siguiente, ve cómo Obama detiene cientos de miles de deportaciones mediante DACA, con una autoridad legal que el presidente dijo no poseer. Castro sigue apoyando a Obama, pero ver de cerca esas contradicciones lo hacen cínico a cualquiera.
Ahora Castro sugiere que Obama modifique su política de deportaciones.
‘Mi esperanza es que el gobierno actúe de otra manera,’ expresó durante un reciente evento en la Biblioteca Conmemorativa de Lyndon B. Johnson, en Austin, que celebraba el 50° aniversario de la Ley de Derechos Civiles. Cuando se le preguntó sobre las críticas por las deportaciones excesivas de Obama, Castro estuvo de acuerdo con los críticos.
‘No estoy de acuerdo con el número de deportaciones,’ dijo. ‘Mi esperanza es que de la misma manera que hizo con [DACA], el presidente encuentre medios dentro de su poder, que sean constitucionales, que reduzcan el número de deportaciones.’
Así pues, Castro ha roto filas con su mentor, y se ha colocado en el lado correcto de la Historia. Mientras tanto, Cisneros sigue siendo el consumado miembro del equipo. La cuestión para los latinos es: ¿En qué equipo está jugando?
ANALISTA DE THE WASHINGTON POST WRITERS GROUP