Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
- 31/12/2023 00:00
- 30/12/2023 14:28
Un análisis de la consultora McKinsey & Company sobre la Perspectiva energética global 2023 prevé que las inversiones anuales totales en el sector energético en general crezcan entre 2% y 4% anual (aproximadamente en línea con el crecimiento del PIB mundial) hasta alcanzar entre $2 mil millones y $3.2 mil millones en 2040.
El documento destaca que las tecnologías de descarbonización demuestran los niveles más altos de crecimiento de la inversión entre 6% y 11% anual, impulsado principalmente por la fuerte adopción de la infraestructura de carga de vehículos eléctricos y el uso y almacenamiento de captura de carbono.
En ese sentido, sugiere que abordar los cuellos de botella de la tecnología de transición energética con materiales sustitutos, innovación, desarrollo de infraestructura y regulación serán cruciales para lograr los objetivos net-zero que apuntan a limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar los aumentos de temperatura a 1.5°C, en línea con el Acuerdo de París.
El análisis muestra que la inversión en una combinación energética amplia, incluidos petróleo y gas, continuará durante un período para apuntalar la seguridad del suministro y satisfacer la demanda en todos los escenarios. Al mismo tiempo señala que el aumento de las energías renovables podría reducir las emisiones provenientes de la generación de energía hasta en un 71% en todos los escenarios para 2050 en comparación con los niveles actuales, a pesar de duplicar o incluso triplicar la demanda.
En el caso de los combustibles fósiles mostró que el crecimiento agregado total ha comenzado a desacelerarse y se espera que la demanda comience a disminuir en los próximos 2 a 7 años en todos. Pronosticó que de lograr cumplir los compromisos adquiridos por los países y la industria, la demanda de petróleo se reducirá casi a la mitad para 2050, impulsada principalmente por la desaceleración del crecimiento de los parques de automóviles, la mayor eficiencia de los motores en el transporte por carretera y la continua electrificación del transporte.
El análisis modela las perspectivas de la oferta y la demanda de productos energéticos a lo largo de una trayectoria de 1.5°C y cuatro escenarios de transición energética ascendente (Compromisos Alcanzados, Aceleración Adicional, Trayectoria Actual y Pérdida del Impulso). Estos escenarios de transición energética examinan resultados que van desde un calentamiento de 1.6°C a 2.9°C para 2100 y están moldeados por más de 400 factores de distintos sectores, tecnologías, políticas, costos y combustibles, y sirven como base de datos para informar a los tomadores de decisiones sobre los desafíos que deben superarse.
“El análisis de estos escenarios ascendentes muestra que el mundo requiere una importante corrección de rumbo para alcanzar los objetivos alineados con el Acuerdo de París. Si bien vemos un fuerte aumento en las tecnologías bajas en carbono, como las bombas de calor solares, eólicas y eléctricas, se necesita un urgente impulso global y colaboración en toda la cadena de valor de la energía para resolver los cuellos de botella y cumplir con los requisitos previos críticos para una descarbonización acelerada”, expresó Bram Smeets, socio de McKinsey.
Cuellos de botella
Por otro lado, también identificó que cuellos de botella relacionados con la disponibilidad de tierras, la infraestructura energética, la capacidad de manufactura y la mano de obra, la asequibilidad del consumidor, la voluntad de invertir, la disponibilidad de materiales y otros, podrían ralentizar la transición energética en un momento en que el despliegue de tecnologías de energía limpia debe ocurrir a un ritmo cinco veces mayor que el actual para lograr los compromisos de emisiones net-zero; pero cuando se superen los obstáculos, la energía limpia podría representar hasta 85% de la generación eléctrica mundial para 2050 en un escenario en el que todos los actores alcancen los compromisos adquiridos.
Las consultora apunta que las tecnologías con el más rápido crecimiento esperado son las más vulnerables a los cuellos de botella, en particular la eólica y la solar, los vehículos eléctricos, el hidrógeno verde y las bombas de calor. De estos, se espera que la energía eólica, los vehículos eléctricos y el hidrógeno verde sean los más gravemente afectados, con una potencial falta de suministro de entre 20% y 50% para los electrolizadores, y esta cifra aumentará a más de 50% para algunos materiales utilizados en los imanes de energía eólica, y se proyecta un aumento repentino de 330% en la demanda de litio para baterías para 2030.
“La historia nos ha demostrado que las nuevas tecnologías se desarrollan mucho más rápido de lo previsto con los catalizadores e incentivos adecuados. Para cumplir los importantes compromisos climáticos a nivel mundial, se necesitan pivotes sustanciales en todas las industrias y geografías. Con señales de precios positivas y un panorama de innovación boyante, existen los ingredientes para permitir la corrección del rumbo hacia una trayectoria de 1.5°C y superar los cuellos de botella”, añadió Ole Rolser, socio de la consultora.
Se estima que el consumo mundial de energía estará determinado por la velocidad de la electrificación de la industria. Para 2050, el consumo mundial de energía podría disminuir hasta 6% en comparación con 2022 en un escenario de compromisos alcanzados, ya que la electrificación de diferentes sectores resulta en un menor consumo de energía.
Se prevé que la demanda de hidrógeno aumentará de dos a cinco veces para 2050 en todos los escenarios, ya que el crecimiento proviene tanto de las industrias tradicionales consumidoras de hidrógeno como de la química y la refinación. En escenarios de transición más rápida, se proyecta un fuerte crecimiento también en industrias completamente nuevas, como el transporte pesado o la calefacción industrial o el hierro y el acero.
“Latinoamérica tiene un papel importante que desempeñar en la transición energética. La región tiene uno de los mejores potenciales renovables del mundo en energía eólica, solar e hidráulica. Y los recursos son suficientes para descarbonizar sus propias necesidades energéticas a un coste competitivo y para proporcionar el 5% de la demanda mundial de energía final a través de la exportación de electricidad renovable como moléculas, en forma de hidrógeno verde, amoníaco y otros derivados”, aseguró Clemens Müller-Falcke, socio de McKinsey.
Abandonar el uso del petróleo, gas y carbón como meta para el 2050 fue el acuerdo al que llegaron los 200 países reunidos en la COP28, realizada en Dubái. El consenso al que han llegado supone un reto y una oportunidad para la requerida transacción energética para mitigar el calentamiento global y la diversificación de fuentes de energía más modernas y menos contaminantes.