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Finanzas personales, una variable imprescindible en la administración estratégica de los recursos
- 06/06/2020 00:00
- 06/06/2020 00:00
Los momentos de crisis exacerban una de las mayores incertidumbres que las personas pueden tener con respecto a su situación financiera personal: ¿cómo administrar mis recursos?
De dicho cuestionamiento se generan otras dudas en torno a la localización, principalmente con relación a los vínculos y los rendimientos. Todo esto crea una gran confusión sobre qué acciones emplear, por dónde empezar y el deseo de una respuesta inmediata.
Tal como lo ilustra la historia, la planeación financiera personal es la respuesta directa y más exacta a estas interrogantes. De acuerdo con los hechos registrados en la recesión de 1970, la estanflación –derivada del alto nivel de desempleo y la inflación– puso en contexto de riesgo los recursos de muchas personas.
Para estos años, la planeación financiera ya era una materia en estudio y práctica en Estados Unidos. Por lo que aquellos asesores que tenían conocimientos, actuaron en respuesta a una localización efectiva y a la implementación de vínculos financieros y legales que permitieran la administración eficiente y la protección. Por ejemplo, se registró un mayor uso de los beneficios fiscales y la localización de recursos en vínculos que permitieran la pérdida de poder adquisitivo frente a la inflación.
Esta sensación de incertidumbre con respecto a nuestras finanzas personales, es una situación con la cual nos vamos a enfrentar todos en algún momento de nuestra vida, no necesariamente durante las crisis. Es importante que comprendamos la planeación financiera desde una perspectiva holística. Una práctica que trasciende la administración de los ingresos y los gastos, de la elaboración de un presupuesto y la creación de un fondo de emergencia.
La planeación financiera holística hace referencia al proceso administrativo de las finanzas personales de forma comprehensiva. Es decir, el individuo se enfoca en planear u organizar diversas áreas que inciden en sus finanzas. Entre estas cabe mencionar, por orden de prioridades, la planeación enfocada a la cobertura de riesgos, organización patrimonial, fiscal, retiro, educación. Todas estas son de base para la estabilidad financiera en el corto, mediano y largo plazo.
La consideración de estas áreas en el proceso de planeación se comprende a mayores rasgos si tomamos como referencia las etapas de la vida que se determinan a partir de nuestra edad. Etapas en las que surgen diversas necesidades y deseos a los cuales se dará satisfacción a partir del recurso económico.
A manera de ilustración entre la etapa de 30 a 40 años, la mayoría de las personas se encuentra con la necesidad de contar con una cobertura de riesgos, y mira la acumulación de patrimonio. Conforme se avanza en edad, son mayores los riesgos a los que el individuo está expuesto en el ámbito laboral y de salud, e incluso surge la responsabilidad de la protección a la familia. Por otro lado, las personas comienzan a adquirir activos, en su mayoría inmuebles, a razón de un mayor poder adquisitivo.
De estos eventos se da origen a la necesidad de una planeación financiera en la cobertura enfocada a la contratación de productos de seguros, los cuales deberían ser escogidos de acuerdo con nuestro perfil. Sin embargo, al no considerar la planeación, se termina por tomar decisiones desacertadas.
La acumulación de activos genera obligaciones, y surge la necesidad de la planeación patrimonial. De lo contrario, se suscitan los típicos casos de insolvencia personal.
La planeación financiera es un proceso complejo que engrana diversos temas del eslabón de las finanzas personales. Y es por lo que termina siendo una respuesta efectiva a la incertidumbre sobre cuál es la forma más eficiente de administrar mis recursos en tiempos de crisis, a medida que nuestros perfiles financieros se tornan más complejos.
La situación actual deja en evidencia la necesidad de poner en práctica la materia. Podríamos notar una mayor tendencia a su consideración y adopción en la generación de millenials y la generación Z en América Latina (estos son los grupos cuyas edades oscilan entre los 20 y los 55 años).
Las afirmaciones y hechos citados remarcan la importancia de las finanzas personales, sin embargo, debemos reconocer que existen limitantes para ciertos mercados, como el de América Latina, en cuanto a la adopción de estas prácticas.
Entre estas, cabe destacar la baja calidad de educación financiera y la informalidad económica que exacerban el tema de los no bancarizados (Informe de Inclusión Financiera, FELABAN 2019).
De acuerdo con los hallazgos publicados en el más reciente informe 'Global Findex Database' (2017), el 69% de los adultos en el ámbito global posee una cuenta de ahorros.
Se estima que 1,7 mil millones permanecen excluidos de los sistemas financieros, reportándose la mayoría en América Latina; y es el género femenino el de mayor representación. Dichos resultados se corroboran con la tendencia del hábito del ahorro, del cual se registra que el 50% de la población mundial lo practica, a diferencia de los países desarrollados donde el 71% de la población bajo análisis lo confirma.
Como una segunda limitante cabe señalar la carencia de una oferta de productos apropiados para la satisfacción de las necesidades y los deseos que surgen en cada una de las etapas de la vida. Tal como se indica en el 'Informe de productividad del Banco de Desarrollo de América Latina' (CAF, 2018): “Los sistemas financieros de la región latina muestran un importante rezago con respecto a regiones desarrolladas”.
En los países en desarrollo, como por ejemplo, Estados Unidos y Reino Unido, se emplean y ofertan productos muy variados que son estructurados específicamente para la satisfacción de las necesidades y cumplimiento de metas y objetivos.
En EE.UU. los planes 529 enfocados a la planeación educativa de los hijos y planes 401(k) que en conjunto con cuentas IRAS y fondos de pensión privada, ofrecen una mayor probabilidad de crear fondos para la jubilación. En lo que respecta a Reino Unido, hay un amplia variedad de esquemas de pensión privados.
Entre mayor conocimiento tenga la sociedad sobre los conceptos financieros, se promueve una mayor comprensión de los beneficios.
En el 'Reporte de economía y desarrollo de la CAF' (2011) se confirma que “existe una correlación positiva entre el acceso a los servicios financieros y el ingreso familiar. Sin embargo, dicha correlación no es equivalente al uso de los servicios financieros y el ingreso”.
Es decir, que la falta de integración de nuevos productos no necesariamente es un déficit de recursos, sino de desconocimiento de conceptos y beneficios.
De mejorar la educación, se podría esperar que los individuos se interesaran por vínculos apropiados para la satisfacción de sus necesidades y deseos y, por ende, una mayor inclinación a las finanzas personales.
Así lo establece el 'Informe de productividad del Banco de Desarrollo de América Latina' (CAF, 2018): “Un mayor desarrollo financiero no solo implica que el sistema financiero sea grande y eficiente, sino que también provea instrumentos financieros adecuados a distintas necesidades y que los ciudadanos tengan acceso efectivo a los mismos”.
Concluimos la importancia de adoptar y poner en práctica estos procesos con el objetivo de crear en la sociedad perfiles financieros más robustos que contribuyan a una economía país más estable.
Como se indica en el 'Informe educación financiera en América Latina y el Caribe (OECD, 2013): “El uso de servicios y productos financieros es promotor de crecimiento económico en economías avanzadas y en desarrollo, apoyo a alivio de la pobreza, progreso social y crecimiento sostenible”.