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Efecto de la desigualdad en la distribución de vacunas, impacto en la población infantil y educación presencial
- 28/04/2022 00:00
- 28/04/2022 00:00
Desde que apareció en diciembre de 2019, han pasado más de dos años y la covid-19 se ha apoderado de todo el mundo, incluida América Latina y el Caribe, región que ha sido la más afectada por esta pandemia, rompiendo récords de muertes y fatalidades. Los informes muestran que la región alcanzó alrededor del 20% de casos confirmados y 30% de las muertes en todo el mundo, a pesar de tener solo el 8,4% de la población mundial. Uno de los principales desafíos es la falta de producción de vacunas, por lo que una gran parte de la población está sin vacunar.
Los informes indican que el 8% de la población no ha sido vacunada o no está dispuesta a hacerlo. Este porcentaje es especialmente alto en el Caribe: 60% en Haití, 49% en Jamaica y 43% en Santa Lucía y Dominica. La pandemia ha afectado muchísimo los sectores económico, sanitario y educativo en todo el mundo.
Debido a las estrictas restricciones de movilidad en el mundo, los responsables de dar manutención a sus familias se vieron obligados a quedarse en casa. Este confinamiento resultó en altos niveles de desempleo, que llevó a la desigualdad económica, pobreza y al aumento de la criminalidad mundial. Se estima que en el año 2020, la pandemia condujo a unos 22 millones de personas más a sumirse en la pobreza, dejando a los ciudadanos de bajos ingresos, mujeres, personas discapacitadas y minorías vulnerables en peores condiciones, con un impacto significativo sobre los niños.
La igualdad en la distribución de vacunas sigue siendo un reto, ya que algunos países informan de una cobertura de vacunación completa, similar a los de Europa y América del Norte, otros informan porcentajes de vacunación inferiores al 1%.
Los grupos que brindan atención médica y servicios públicos están muy expuestos por las labores diarias que desempeñan en su trabajo, por lo que también se encuentran en el renglón de máxima prioridad. Otros criterios exigen incluir a los grupos de edad avanzada que son muy propensos a infectarse con este virus. En un plano importante están los grupos que trabajan para satisfacer las necesidades diarias de alimentos, agua, entre otros servicios esenciales, cuya vacunación no podemos dejar de lado para que la economía del país no se afecte y la vida cotidiana de la población se mantenga en actividad.
Una de las principales razones de la carencia de vacunas es la falta de recursos económicos; los gobiernos deben adoptar un enfoque colectivo y presupuesto necesario para la inmunización de los ciudadanos. Esta falencia ha causado el colapso del sistema sanitario de varias naciones.
La pandemia ha afectado mucho a los niños que no logran comprender la situación actual. Los estudiantes se vieron limitados a sus hogares y las escuelas cerraron, lo que tuvo efectos adversos en la salud mental y física de ellos. Los estudios han demostrado que algo menos de una cuarta parte de los estudiantes reciben clases presenciales, mientras que el resto depende, si logran acceder, de las clases en línea o virtuales. Este tipo de educación resulta en un perjuicio a los estudiantes porque no cuentan con los recursos para recibir las clases en línea, son estudiantes de sectores de escasos recursos con pocas oportunidades de recibir el apoyo para los servicios que necesitan. El efecto de esta crisis en la escolarización de los jóvenes plantea tener una generación que se pierde en términos educativos.
Los estudios demuestran que la crisis de la covid-19 puede desencadenar síntomas de ansiedad u otras formas de trastornos mentales en niños y adultos. Las personas sujetas, por ejemplo, a depresión y trastorno bipolar son más vulnerables a los cambios de rutina y patrones de la vida diaria. Los padres que experimentan síntomas de ansiedad podrían transferirlos a sus hijos. Este escenario crea un ambiente de riesgo para los niños en el hogar. Se deben tomar medidas para regular estos síntomas y crear un estilo de vida más saludable para que el ambiente no se vuelva angustioso para los niños.
Urge un sistema que se enfoque en la equidad, teniendo en cuenta a los estudiantes que provienen de diversos círculos sociales, haciendo hincapié en aquellos provenientes de entornos vulnerables para que no se vean tan afectados en este momento de crisis. Hablamos de un derecho básico para todos los niños de tener acceso a la educación y otros recursos, los entes gubernativos responsables deben manejar este tema con la prioridad necesaria.