Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 06/06/2010 02:00
- 06/06/2010 02:00
COLOMBIA. El 16 de enero de 1991, la CNN alcanzó la cima. La transmisión en vivo y en directo de los bombardeos que lanzó contra Bagdad la coalición internacional encabezada por Estados Unidos dejó a medio mundo con la boca abierta.
Ver a los reporteros como Bernard Shaw y Peter Arnett cubriendo en tiempo real la guerra contra el régimen de Saddam Hussein que había invadido Kuwait era presenciar un nuevo capítulo en la historia del periodismo. Nunca en un televisor había brillado la estela de luz de un misil destructor que en ese mismo instante cruzaba el cielo de la capital de Irak.
Con ese trabajo, la CNN se convirtió en el canal más famoso del planeta. No solo consiguió superar a los tres pesos pesados de la televisión gringa —la ABC, la CBS y la NBC—, sino que al poco tiempo era el referente en casi todas las oficinas del Pentágono e incluso en los despachos de la Casa Blanca. En ambas dependencias se hablaba del ‘efecto CNN’ para describir el fenómeno por el cual esa cadena era un factor clave a la hora de tomar decisiones políticas. Imposible más influencia, más penetración y más sintonía.
Pero hoy la cosa es muy distinta. Atrás quedaron esos días de ratings por las nubes y de primeros puestos en las listas de Nielsen.
La sintonía de la CNN se ha desplomado como un yunque y tanto periodistas como directivos viven horas inquietantes.
No es para menos. Los programas más famosos empiezan a hacer agua. Los datos son reveladores. En el primer trimestre de 2010, por ejemplo, la audiencia de Larry King Live, uno de los buques insignias de la CNN durante los últimos 25 años, cayó el 43% con respecto al mismo período del año anterior. Terrible.
Otros estimativos sostienen que si el año pasado Larry King tenía 1,4 millones de televidentes, ahora ronda los 771,000. Si se analiza solo el mes de marzo, el desastre es aún mayor: el 53% de televidentes menos. Y si se miran las cifras de la competencia, el tema es para llorar. El show de Sean Hannity en el conservador canal Fox, lo cuadruplica en rating, y el de Rachel Maddow de la MSNBC le da palo a dos manos. Como dijo el jueves en portada The New York Times, a Larry King, que esta semana cumple 25 años al aire como el rey de la franja de nueve a diez de la noche, ‘lo están ahogando los competidores’.
Si por las toldas de Larry King llueve, por las de Anderson Cooper no escampa. Su programa, que se emite en CNN de las 10 a las 12 de la noche, tuvo una reducción del 42% en el primer trimestre de 2010 con respecto a 2009.
Más preocupante aún es que si bien Cooper pasó varios días en Haití tras el terremoto de enero y le dedicó horas al debate sobre la reforma a la sanidad norteamericana —tema muy taquillero—, no logró contener la aplanadora de Bill O’Reilly, también de Fox, cuya sintonía aumentó el 28% y que con más de tres millones de televidentes diarios lo tiene liquidado.
La debacle de los ratings no ha sido en balde en la CNN. Ya ha hecho rodar cabezas, la más visible de las cuales ha sido la de Campbell Brown. Esta periodista, que se vinculó a la cadena en 2007 tras 11 años en la NBC, renunció hace dos semanas a su espacio de las 8 de la noche. No pudo soportar la paliza que le venían dando Bill O’Reilly, cuyo programa se transmite también a esa hora, y Keith Olbermann, de la MSNBC. Campbell lo reconoció con valor envidiable. ‘Me voy porque los ratings de mi programa eran muy bajos. No hay excusas’.
Pero ¿a qué se debe que tanto la Fox como MSNBC tengan contra las cuerdas a la CNN? Dos factores inciden principalmente. El primero es el retiro de dos superestrellas en los últimos meses. La primera de ellas fue Lou Dobbs, un periodista que por más de 20 años trabajó en la cadena y que abandonó su programa tras un rifirrafe con los directivos que le reprocharon las permanentes críticas a los inmigrantes. La otra superestrella fue la reportera internacional Christiane Amanpour, que a partir de agosto se vincula como presentadora de The Week (La Semana), el espacio político dominical de la ABC.
El otro factor es que la competencia de la CNN hace un periodismo que no solo se ciñe a la información. En este sentido, David Goldman, ex director editorial de la MSNBC, cree que ‘la CNN necesita una identidad’ pues se limita a decir que ‘cubre noticias’ cuando eso equivale a que un restaurante anuncie que ‘cocina comida’. Y Michael Hirschorn, especialista en medios de comunicación, agrega que ‘ahora lo que funciona son las noticias empaquetadas en entretenimiento’ y eso no lo ofrece la CNN.
De allí que los directivos estudien, por un lado, contratar a Katie Couric, presentadora del noticiero de CBS, para reemplazar a Larry King con un programa de opinión, y, por otro, revivir un espacio de debate como Crossfire (Fuego cruzado), que salió del aire hace cinco años. La meta es dejar de ser un canal descafeinado.
RENTABLE
Mientras los ratings bajan, las utilidades suben. A finales de la semana pasada, Jim Walton, el presidente de la CNN a nivel mundial, anticipó que en este 2010 la cadena iba a anunciar las mayores utilidades en 30 años. El fenómeno se explica, en primer término, por la publicidad en internet, que le aporta el 8% de las ganancias (ese portal es el más consultado en noticias). La otra causa tiene que ver con las ventas de publicidad en los distintos países, según señala el diario Financial Times. Ahora prevé venderles noticias escritas a los diarios. La historia de la CNN se inició el 1 de junio de 1980. La sigla quiere decir Cable News Network, esto es, Red de Noticias por Cable.