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Observación de cetáceos, producto turístico prioritario de Panamá para impulsar el sector
- 07/07/2020 14:41
- 07/07/2020 14:41
Como cada año, a partir de julio, se inicia la temporada de avistamiento de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) en el Pacífico panameño, una actividad que en los últimos años se ha convertido en un atractivo turístico para el país.
"Sin dudas el avistamiento de ballenas es uno de nuestros productos turísticos prioritarios" para impulsar la industria sin chimeneas, apuntó el administrador de la Autoridad de Turismo (ATP), Iván Eskildsen.
La observación de cetáceos toma aún mayor relevancia como estrategia para potencializar el turismo ecológico, en momentos en que el sector enfrenta situaciones de crisis, agravada ahora por los efectos de las restricciones de la pandemia de la enfermedad de la covid-19.
Sin embargo, el avistamiento de cetáceos "se debe promover con mucha conciencia y responsabilidad hacia la preservación de los océanos que bañan las tierras panameñas, que reciben estas visitas y de las que se puede sacar mucho provecho a través de actividades diversas concebidas dentro del desarrollo sostenible”, planteó el director de Costas y Mares del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), José Julio Casas.
La observación de ballenas data de la década de 1950 y se ha incrementado con gran fuerza en los últimos años, aportando importantes ingresos a la economía de las diferentes naciones del mundo, según el estudio "Estado del Avistamiento de Cetáceos en América Latina", realizado por Erich Hoyt y Miguel Iñíguez (2008).
En Panamá, por ejemplo, la observación de cetáceos es una actividad que ha venido creciendo en los últimos años, aseguró MiAmbiente en un comunicado de prensa.
En su estudio, Hoyt e Iñíguez, destacan que en los años ochenta y noventa, Panamá, estableció numerosos parques nacionales y comenzó a ofrecer a los ecoturistas sus selvas tropicales, siguiendo el exitoso modelo de Costa Rica. Su línea de la costa, mucho más extensa, tanto sobre el Caribe y como en el Pacífico, le brinda un alto potencial al turismo marino y de cetáceos, destacan los autores en la investigación.
Sin embargo, según los científicos, el establecimiento del avistamiento de cetáceos y la investigación en el país fue "lento", pero está poniéndose al día en forma "rápida".
Tanto es así que "el potencial está comenzando a ser observado principalmente dentro de los parques marinos y áreas protegidas que son un imán para los turistas que desean explorar el mundo natural".
No obstante, ahora "el desafío será asegurar que se desarrollen viajes de alta calidad y que la premisa fundamental sea un buen manejo de los cetáceos y del hábitat marino en general", concluyen.
Mundialmente se estima que la observación de cetáceos (grupo que incluye a las ballenas y los delfines) aumenta a una tasa promedio de 11.3% anual (1998-2006), lo cual representa tres veces la tasa de crecimiento del turismo mundial y 4.7 veces la tasa de crecimiento del turismo en América Latina, durante aproximadamente el mismo período de tiempo.
Las ballenas jorobadas se trasladan todos los años desde las aguas antárticas hasta las aguas tropicales del Pacífico de Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica, entre los meses de julio y octubre. Sin embargo, la mejor temporada para mirarlas en Panamá es en agosto y septiembre de cada año.
Para estos meses es cuando cientos de estos cetáceos emigran hacia el norte desde el hemisferio sur para aparearse, dar a luz, cuidar y preparar a las ballenas bebés para el largo viaje de regreso al sur.
Pero pese a que la migración de estos cetáceos se da cada año, según Casas, "en el país no hay ningún estudio poblacional" que estime la cantidad de ballenas que llegan al país cada año durante esta temporada.
Panamá cuenta con una diversidad de cetáceos impresionante y de gran relevancia para la ciencia, que incluso se puede aprovechar como plataforma de oportunidad para potenciar los estudios científicos y la recopilación de datos que pueden utilizarse para conocer y proteger mejor a las poblaciones de ballenas y delfines, según International Whaling Commission.
De hecho, la Comisión Ballenera Internacional (CBI) reconoce la población de jorobadas del Sur como el Stock o Unidad Poblacional “G”.
En Panamá se pueden observar más de treinta mamíferos marinos. Entre los que se pueden ver en el Pacífico está la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), (esporádico) orca (Orcinus orca),el delfín moteado o manchado del Pacífico (Stenella attenuata), delfín nariz de botella (Tursiops truncatus).
En esta aguas también se puede avistar el delfín rotador o tornillo (Stenella longirostris), cachalote (Physeter macrocephalus), Zifi de Cuvier (Ziphius cavirostris), delfín Calderón de aleta corta (Globicephala macrorhynchus), aunque no se les ve con frecuencia.
Mientras que en la parte del Caribe se puede observar el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus, delfín moteado o manchado del Atlántico( Stenella frontalis). Además del delfín Tucuxi (marino) y el costero (Sotalia guianensis), que tampoco son comunes.
Estudios recientes realizados en Colombia, indican que la población de ballenas actualmente ha adelantado su llegada, aunque mantiene su fecha de regreso al Sur lo cual aumenta el tiempo de permanencia de estos rorcuales en las aguas de la región, lo que favorece el desarrollo de actividades como el turismo de avistamiento, que genera beneficios económicos a las comunidades costeras donde se concentra dicha especie.
Según MiAmbiente, en las costas locales panameñas se pueden encontrar diferentes ofertas para observar tanto ballenas como delfines; aunque para el Caribe, la actividad está prácticamente restringida a la observación de delfines nariz de botella (Tursiops truncatus) en la bahía de Bocatorito en Bocas del Toro, mientras que en el Pacífico se pueden encontrar diferentes zonas para realizarla.
La majestuosidad de las gigantescas ballenas se puede ver en las Perlas, Isla Iguana, Montijo, Coiba e Islas Secas; así como también grandes grupos de delfines, principalmente el delfín nariz de botella y el delfín manchado pantropical (Stenella atenuatta), que es la especie más común y abundante de todo el Pacífico Oriental Tropical, por lo que hace que los encuentros con éstos sean muy probables.
Cabe destacar que Panamá también ha establecido lineamientos para salvaguardar los cetáceos y otras especies marinas. En 2005 estableció el Corredor Marino de Panamá para la protección y conservación de los mamíferos marinos; se establece así, un comité directivo que debe velar por el alcance de sus objetivos. El comité es presidido por el MiAmbiente y cuenta con la participación de un grupo interinstitucional que incluye Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y la Academia.
Este Comité estableció en 2007 el primer Protocolo de Avistamiento de Cetáceos, documento que fue actualizado en 2017 y que contiene el código de conducta que se debe seguir durante la realización de esta actividad.
MiAmbiente informó que realiza monitoreos de las poblaciones de cetáceos en Isla Iguana y en el Parque Nacional Coiba, y apoya otras iniciativas de investigación lideradas por ONGs, universidades y centros de investigación, que generan información técnica para fortalecer el proceso de toma de decisiones sobre estos mamíferos marinos; además desarrolla programas de capacitación a las comunidades que realizan la actividad a nivel nacional, para asegurar que las personas que brindan el servicio turístico de avistamiento cumplan con la normativa existente.
Entre otras instituciones públicas abocadas al cuidado y preservación de los cetáceos también están: la Autoridad de los Recursos Acuáticos, la Autoridad de Turismo, la Autoridad del Canal, así como la Fundación Mar Viva, entre otras más, sumando a las empresas privadas del sector, a través de la Cámara Marítima de Panamá.