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- 15/06/2020 00:00
- 15/06/2020 00:00
El estado de emergencia nacional decretado por el Gobierno ha confinado a la población panameña, permitiendo salir exclusivamente para cubrir las necesidades básicas y esenciales, como es el caso del aprovisionamiento de alimentos.
Uno de los puntos destacables es que la operación o funcionamiento del sector agropecuario, a diferencia de otros, ha permitido a la población mantenerse tranquila, porque tiene la seguridad de que podrá contar con los alimentos que requiera. Es decir, la pandemia vino a reafirmar lo que todos sabemos, la importancia del sector agropecuario para garantizar la seguridad alimentaria.
Pero si bien, tal vez se ha incrementado la venta de productos –esto es cuestionable– desde el punto de vista de que con la pandemia los hábitos alimenticios han cambiado, también porque la capacidad adquisitiva ha desmejorado. Por ejemplo, si antes compraba tres libras de tomate, tal vez ahora esté comprando una.
Quizás el productor de legumbres esté subsistiendo, sobrellevando la situación, pero cuál es la realidad del productor de carne, por ejemplo, y de frutas que exportaba sus productos y que por el Covid-19 paralizó la exportación y, en el mejor de los casos, una vez retome la actividad, los números no le favorezcan para hacer frente a sus compromisos financieros.
Igualmente cabe resaltar que los grandes retos del sector agropecuario frente a la nueva normalidad estarán enfocados en:
La aplicación de estrictas medidas de bioseguridad en cada uno de los proyectos para salvaguardarlos, al igual que a todos sus colaboradores.
El principal desafío será superar los estragos del Covid-19 en el manejo de los flujos de caja, tanto de los productores como de los compradores y proveedores.
También serán importantes los cambios en las estrategias de manejo y tecnificación de sus proyectos.
E integración de nuevas estrategias de mercadeo de su producto, utilizando medios virtuales.
Frente a este panorama, las entidades bancarias constituyen un eslabón estratégico para que el sector agropecuario siga desempeñando una función primordial, imprescindible en este momento, como lo es la soberanía alimentaria. Además, es un sector que contribuye de forma inequívoca a generar empleo, fijando población al territorio, y cumpliendo una función medioambiental insustituible de preservación de los ecosistemas. Con la mirada hacia el futuro, la banca debe enfocar los esfuerzos en los financiamientos verdes, estimulando a los productores a establecer programas que disminuyan la huella de carbono, así como la utilización de energías renovadas (fotovoltaica, paneles solares, biodigestores, energías de combustión de metano), manejos pastoriles, previniendo la deforestación y estimulando las cosechas de agua.
Hay que seguir incentivando a los productores a que no desmayen en su labor en estos tiempos difíciles, ya que ha quedado demostrado su valor estratégico para el bienestar y salud de los panameños. A seguir reconociendo la importancia de este sector y respaldarlos con fórmulas de relevancia como estructuraciones, extensiones de pagos para aquellos productores que por el impacto del Covid-19 no han podido hacerles frente a sus compromisos bancarios. No solo aportando soluciones financieras para la agricultura y para la industria de los alimentos, también generando transferencia de conocimientos para los agricultores.
De cara a la nueva normalidad, la tecnología está siendo capital para incrementar la productividad de la actividad agraria; además, tendrán que considerar la aplicación de estrictas medidas de bioseguridad para salvaguardar sus proyectos y a todos sus colaboradores, así como la integración de nuevas estrategias de mercadeo de sus productos utilizando medios virtuales.
Concluyo con reafirmar que el sector agro está desarrollando su actividad de forma ejemplar, garantizando la calidad, cantidad, y la seguridad de los alimentos que produce y que pone a nuestra disposición. No desmayemos en aportar para que puedan seguir afrontando los retos en esta nueva normalidad.