La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 30/10/2024 00:00
- 29/10/2024 18:19
Han transcurrido dos semanas de goleadas impensadas en el fútbol europeo y suramericano que tienen alegres a las aficiones de los equipos vencedores y posiblemente sonrientes a las casas de apuestas, que recogieron para ellos casi todo el dinero pujado en línea, con poco para repartir entre los apostadores. Haber pegado con alguno de los resultados impensados que se dieron tiene tintes de acierto referido a Nostradamus.
Lo que acontece en Europa y Suramérica sirve de termómetro para medirle el pulso al fútbol profesional mundial, pues uno representa a la élite y es la primera economía de este deporte, mientras que el otro funge como una de sus principales canteras que nutre con un apreciable caudal de jugadores a las principales ligas y, además, es el territorio de tres países que suman diez Copas mundiales: Argentina, actual campeón, Brasil y Uruguay.
En este contexto que traspasa fronteras, un Barcelona en reconstrucción que busca recuperar el tiempo perdido, que le ha relegado en los últimos años a los escalones medios de las competiciones, le pasó por encima al todopoderoso Bayern Munich con un sonoro 4-1 en la Champions League, y el sábado pasado le infringió al Madrid, el mejor equipo del mundo 2024 -avalado con el Balón de Oro en esta categoría- un lacerante 4-0 que ocupó la primera plana de las noticias deportivas en el mundo.
Una herida aún sangrando a la que le añadieron vinagre al no darle a Vinicius el Balón de Oro al Mejor Jugador, la cual intentarán contener con algodón y esparadrapos, procurando que el sábado el Valencia pague los platos rotos; derrotarles convincentemente en la duodécima jornada de la liga española ayudará a poner otro tema en la conversación.
Al unísono de lo que acontecía por allá, las semifinales de la Copa Conmebol Libertadores, el torneo del continente americano equiparable a la Champions League de la UEFA, dejaron boquiabiertos a los aficionados con las goleadas de los equipos brasileños Atlético Mineiro sobre el argentino River Plate 3-0 y el Botafogo con un apabullante 5-0 sobre el Peñarol de Uruguay.
Dos resultados que en los pronósticos parecían descabellados, tanto por la amplia diferencia de goles como por el intuir un bajón en el rendimiento en el juego y la escasa resistencia que presentaron argentinos y uruguayos. La campaña desarrollada por los cuatro semifinalistas hacía prever una contienda ajustada desde el arranque.
Con el primer finalista para la final del 30 de noviembre en Buenos Aires definido ayer, esta noche en Montevideo se decide el segundo finalista en el encuentro entre Peñarol y Botafogo en Montevideo. El 5-0 de la ida a favor de los brasileños hace inclinarse a considerar que este partido será un encuentro de trámite en el que Peñarol pondrá todo el empeño por despedirse de la Libertadores, brindándole una alegría a su afición con la victoria. Ello le permitiría mantener la ponderación de una buena campaña que le ilusionó, aunque no encontrará la llave para abrir la puerta en el penúltimo paso hacia el título.
No existen antecedentes en la historia de la Copa Libertadores de un equipo que ha remontado en semifinales una derrota por 5-0, desde este dato estadístico darle vuelta a este marcador se podría calificar más que una proeza como un milagro uruguayo, si lo consiguiesen. Una tarea con denominación de “misión imposible” porque necesitan anotar cinco goles sin que los brasileños marquen alguno para que el gol diferencia a favor esté igualado; buscando al terminar el tiempo reglamentario, ganar la clasificación en la tanda de los tiros penales.
El “Milagro Dorado” sería ganarle 6-0 al Botafogo y acceder con este resultado a la final. El fútbol nos suele sorprender rompiendo inamovibles, quebrando parámetros y expectativas, pero teniendo en cuenta que el rival al frente es el Botafogo, un equipo con un respetable potencial ofensivo, actual líder del Brasileirao con 49 goles en 26 partidos, y una ambición enorme por ganar por primera vez la Copa Libertadores, la sensatez llama a no devaluarles excediéndose en suponer que dejarán escapar sin reaccionar un boleto del que tienen adquirido el
99 %.
Ahora, si dejamos a un lado la misión uruguaya de contrarrestar la ventaja del 5-0, estos dos contendientes que llegaron a esta instancia con atributos y virtudes sobresalientes, nos pueden dejar un grato recuerdo del último partido del año entre ambos por el nivel de juego que tienen para exponer.