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Rodolfo Villacís, el eterno maestro de la natación
- 07/08/2023 00:00
- 07/08/2023 00:00
El deporte de la natación ha tenido importantes figuras a lo largo de su historia, que han forjado la identidad de esta disciplina y permitido grandes cambios para su desarrollo.
En Panamá se practica desde la llegada de los estadounidenses, a propósito de la construcción del canal interoceánico, y se consolidó poco después con la edificación de bases militares, en el área que fue conocida como Zona del Canal.
Sin embargo, no se conoce mucho de su llegada y evolución hasta 1917, cuando los diarios locales hablan de la creación de un club en el sector canalero de la capital, y se menciona a otro en el atlántico colonense.
Es posible que, como ocurrió con otros deportes, sus primeros pasos fueron mucho antes, pero de manera espontánea, sin organización y sin las bases para ello.
Un razonamiento lógico nos lleva a esto al ser un país cruzado por ríos y rodeado de mares, además de que nuestros indígenas tenían a la natación, como una de sus principales formas de distracción.
En esa dirección, solo hay que recordar los ríos que se encontraban en los sectores de San Felipe y El Chorro, que después se llamó El Chorrillo, y de la conocida playa de Bella Vista, todos en la ciudad capital.
De las actividades organizadas en esos lugares en los años 20 fue que nació la figura del tabogano Adán Gordón, como atleta y luego como representante panameño en los juegos olímpicos de Ámsterdam en 1928.
Gordón se convirtió al inicio de los años 30 en uno de los primeros instructores conocidos del deporte, y ejerció el cargo conjuntamente con el de administrador por las próximas tres décadas de la Piscina Olímpica, que después llevó su nombre.
Precisamente fue en esta instalación donde un día llegó a trabajar como salvavidas Rodolfo Villacís, y se quedó por mucho más tiempo de los que inicialmente pensó.
De Villacís, uno de los maestros que brindó conocimiento, protección y cariño a sus pupilos, es de quien nos referiremos en el artículo de hoy, tras su fallecimiento a los 81 años hace unas semanas.
Rodolfo Villacís nació y se crió en la ciudad de Colón, donde la naturaleza de todo niño es la de practicar algún deporte, sobre todo en las décadas de los 40 y 50, donde no había mucho de dónde escoger.
Al principio se inclinó por el atletismo, quizás llevado por los triunfos aún frescos del legendario velocista Lloyd LaBeach o lo actuado más recientemente por el semifondista Frank Prince.
Lo cierto es que en su época escolar se vio enrolado en el grupo de entrenamiento del profesor Henry Jones, reconocido por el trabajo disciplinado y acucioso en las pistas.
“Comencé en el atletismo participando en las competencias colegiales representando a la escuela Enrique Geenzier, en Colón. Era corredor de 100 y 200 metros planos y de distancias largas”, dijo en una ocasión.
Sin embargo, un día fue invitado a participar en la Vuelta Acuática a Colón, competición creada por esos tiempos por el dirigente y entrenador Luis 'Borriguero' Ayarza.
“Me gustó más la natación que el atletismo, ya que por un lado me sentía a gusto como pez en el agua y se maltrata menos la rodilla”, apuntó.
Esa estrecha relación con el deporte fue la que lo llevó a estudiar educación física en la Universidad de Panamá y que casi lo obligó a trasladarse a la capital, ciudad que lo adoptó como uno de sus hijos.
Fue en ese marco de acciones que Villacís se unió a otros entusiastas jóvenes de la natación para crear el club Delfines Azules en 1965, precisamente en la piscina Adán Gordón.
Tal vez fue la responsabilidad que llegó a tener, a partir de la creación del club y de la necesidad de darle mayor impulso, que el educador físico comenzó a darle largas a la posibilidad de dejar la natación, como en un inicio había sido su plan.
“Mi mayor satisfacción fue siempre el ayudar a los atletas, ya que cuando comencé como entrenador me fijé como meta estar por unos 10 años, pero si hoy sigo aquí, más de 40 años después, es porque siempre me sentí comprometido en hacer las cosas bien”, señaló.
En efecto, los Delfines Azules se convirtieron en uno de los clubes más representativos de la natación istmeña, tanto en el plano local como en el exterior, y en un momento, a contar con los mejores nadadores.
De sus filas salieron Carlos González, Manuel Gutiérrez, Iván Rodríguez, Ricardo Torres, Vincent Thomas, Vicky y Juliet Stern, y los hermanos Lorena y Gustavo Harper, quienes dejaron innumerables huellas en sus actuaciones en términos generales.
Villacís llegó con tres de ellos a los juegos olímpicos, un sueño que buscan cumplir no solamente los atletas sino todo entrenador. González estuvo en 1976 en Montreal, Gutiérrez en las ediciones de 1984 (Los Ángeles) y 1988 (Seúl), y Rodríguez en 2000 (Sidney).
También fue entrenador nacional durante casi dos décadas, a partir de los años 80, lo que le permitió ser formador de decenas de nadadores de su club, y colaborador en las carreras de deportistas de otros clubes y de otras provincias.
Villacís será recordado como el instructor de mayor reconocimiento de los últimos cuarenta años, pero principalmente, como el maestro y forjador de varias generaciones de atletas.