Una Copa de certezas e interrogantes

Actualizado
  • 21/12/2022 00:00
Creado
  • 21/12/2022 00:00
Buen fútbol y una renovación de jugadores augura una propuesta a futuro halagadora; traemos a colación solo dos interrogantes que son oportunos citarlos
Argentina ha ganado merecidamente el torneo en una final de alto vuelo en la que casi todas las palabras elogiosas están citadas o escritas en los medios de comunicación.

Argentina vive multitudinariamente el fútbol, por su fútbol, un momento de felicidad único que buscará prolongar en el tiempo. Cuando las necesidades y las circunstancias le devuelvan la mirada a los desafíos y las necesidades de la vida cotidiana, el sentirse campeones mundiales durante cuatro años aparecerá en el fondo de sus quereres para estimularles, contra las nubes grises, la ilusión de la vida, concibiendo que en el 2026 repetirán gesta con otra fiesta de canciones y tangos alegres.

Han ganado merecidamente el torneo en una final de alto vuelo en la que casi todas las palabras elogiosas están citadas o escritas en los medios de comunicación. Si la Selección de Francia se hubiese alzado con el título también le hubiese aportado brillo a esta edición.

Desde que el balón entró en la portería, lanzado por Montiel, las celebraciones en Argentina crecen como lo reflejan las noticias que nos llegan desde Buenos Aires, una ciudad que se debe sentir en estos momentos única como en la última línea de su poeta Jorge Luis Borges, en Fundación mítica de Buenos Aires: “La juzgo tan eterna como el agua y el aire”.

Con los reconocimientos a Argentina, Catar 2022 nos ha dejado enseñanzas, certezas e interrogantes en el plano deportivo. El crecimiento de ciertas selecciones, la exposición de buen fútbol y una renovación de jugadores que augura una propuesta a futuro halagadora, entre las certezas; hay también un cúmulo de interrogantes que surgieron, abordarlas todas no es factible aquí, solo traigo a colación dos que, aunque no parezcan las más relevantes, me parece oportuno citarlas.

A la FIFA y a la IFAB posiblemente le llegue la inquietud de si no se debe establecer un “pie ético” que no se debe traspasar en la tanda de penales.
A revisión, ¿la tecnología o el arbitraje?

El mundial se nos presentó como el evento que daba un paso adelante con nuevas herramientas de tecnología incorporadas para brindar un arbitraje con mayor claridad y precisión para los equipos y los aficionados. Después de la implementación del VAR, hace cuatro años, quienes apoyamos su incorporación quedamos con buenas sensaciones en cuanto a sus perspectivas frente a los desafíos venideros.

El mundial catarí nos dejó altas y bajas en este sentido, principalmente porque el VAR llegó al mundial en un periodo de implementación en el que, tanto árbitros centrales como asistentes, estuvieron actuando en ligas o competencias internacionales que lo utilizaban. Por deducción, se esperaban menos grises de los que se sintieron, al contar además con nuevos equipos y actualización en sus capacidades.

Entre ellos debemos citar uno de los más notorios, el gol de Japón ante España, en un resultado que a la postre determinó en el grupo E la eliminación de Alemania y el liderato de Japón. El árbitro convalidó la anotación; desde los ángulos televisivos con los que se difundió el gol, la percepción fue que el balón había salido en su totalidad del terreno de juego.

El día después, la FIFA dejó circular una toma vertical propia que mostraban el balón sin haber salido enteramente; por ello, amparados en el reglamento que determina que la pelota tiene que haber traspasado en su totalidad las líneas de banda, seguía activo en juego. ¿Era necesario esperar el día siguiente para dar claridad sobre una jugada decisiva en un torneo que pone la sensibilidad de la afición a flor de piel? La transparencia es un argumento incuestionable para aportar credibilidad y confianza en el arbitraje. La toma debería haberse facilitado de inmediato para su difusión.

En otras ocasiones, los criterios y parámetros utilizados para juzgar faltas “graves” y conceder un penal al equipo “agredido”, se sintieron aplicados de manera dispar, según se tratara de uno u otro protagonista. La no repetición (normal) de una jugada polémica, la repetición corta o sin ángulos, la falta de consulta del árbitro para poder apreciarla, dejaron insatisfacciones.

El próximo mundial debería, sino eliminar, reducir al mínimo esos baches o parches. No tendría que ser únicamente para lo interno de la Comisión arbitral, de eso se trata en últimas el propósito “altruista” (por lo justo) con el que se apela a nuevas herramientas de apoyo. El problema no es de la tecnología, es de criterios uniformados y transparencia.

Penales, ¿límites o libertad provocadora?

El guardameta Emiliano Martínez, el popular Dibu, leyenda ya en la historia de la Selección Argentina, alcanzó su máximo aporte con tres momentos clave de la final: le desvió con el pie el disparo a quemarropa a Muani, a los 122 minutos, que prácticamente sepultaba a Argentina dándole la victoria 4-3 a los galos; le detuvo a Coman el segundo penal, en la tanda de definición, para darle a la albiceleste la ventaja; e influyó psicológicamente sobre Tchouaméni para que enviara desviado su cobro en el tercer turno, dejando la Copa al alcance albiceleste en el turno de Montiel, quien acertó. Todas estas acciones trascendentes.

Entre ejecutor y portero regularmente existe en el cobro de un penal un juego psicológico, buscando influir en la ejecución. Uno lo hace para acertar y el otro para intuir la dirección de este.

Concebida para dirimir en las instancias finales de un torneo, una contienda emparejada en el marcador en los 90 minutos de juego y los 30 de prórroga, la tanda de penales tiene una carga emotiva, de presión, con consecuencias en cada cobro que van adquiriendo mayor peso a medida que avanzan los turnos. Se camina sobre una cuerda en extremos sin ambivalencias: héroe o villano.

Sergio Goycochea, un compatriota y colega en la función de Martínez, se convertiría en Italia 1990 en el héroe inesperado de Argentina rozando con su participación la altura del aporte de Maradona. Goycochea posibilitó la llegada de Argentina a la final, deteniendo penales tanto en los cuartos de final contra Yugoslavia, como en la semifinal ante Italia. Alemania fue campeón mediante un penal anotado en el transcurso del juego; ello no le restó méritos a Goycochea que estuvo cerca de detenerlo. Todavía no se presentó la oportunidad de definir el título apelando a la tanda de penales.

Esta instancia posee un enorme peso de crueldad que deposita en el ejecutor que falla. Entre los muchos hechos que podríamos citar para respaldar su incidencia, se podría citar el mundial Estados Unidos 1994, el primero que se definió utilizando este recurso. Tras el 0-0, en 120 minutos de juego, con la tanda 3-2 a favor de Brasil, Roberto Baggio, el mejor jugador de Italia durante la Copa y uno de las grandes figuras del fútbol, tiene que ejecutar el quinto penal para los italianos. No se trataba ni siquiera del penal que les podía conceder el título, sino el que les posibilitaba continuar con vida aferrados a la esperanza de que el jugador brasileño que cerraba el quinto turno, errara para continuar.

Baggio lo enviará a las nubes, Brasil sería el campeón. El jugador italiano quedaría marcado durante su carrera con ese instante. Con la fortuna que permite hoy la tecnología, si se vuelven a mirar los videos de las instancias que se resolvieron con este recurso de definición, desde España 1982- mundial pionero en adoptarlo- en las dos finales mundialistas en las que se ha apelado a ellos, Estados Unidos 1994 y Alemania 2006, los porteros mostraron un comportamiento mesurado.

El “Dibu” Martínez ha roto en Catar 2022 este comportamiento. Lo había hecho ya durante la última Copa América 2021, en las semifinales ante Colombia tras el empate 1-1. En los penales, el Dibu provocó a los colombianos con una frase no digna de citar y un bailecito ridiculizando.

Ahora estuvo provocador en el partido de cuartos de final contra Países Bajos que concluyó con el marcador de 2-2. La tanda de penales 4-2 se inclinó a favor de Argentina. En la final, subió el tono de su apuesta con una osca actitud ante Coman; a la que sumó la manipulación del momento sobre Tchouaméni, pateando el balón hacia un costado obligando al francés a ir a buscarlo para robarle concentración; puso el cierre con una imagen final al posarse sobre la ingle el trofeo del Guante de Oro al mejor portero. Un mensaje con sugerencias que ha suscitado polémicas; la puesta en escena que permite la magnitud de la Copa del Mundo no debe emparejarse con la de los partidos reñidos con bronca en el barrio.

Sin restarle los altos méritos deportivos expuestos por Martínez, quitándose la camiseta del equipo preferido, ¿la laxitud en su comportamiento ante los ojos del mundo al otro lado de la pantalla, es folclore? ¿No hay que darle resonancia o debe desaprobarse?

Las preguntas aumentan en el aire si le agregamos inquietudes como, por ejemplo: la ventana inesperada que ha abierto el Dibu, no hay que condicionarla porque puede inducir a que otro portero suba aún más la apuesta, con el argumento, ¿si un campeón del mundo lo hizo por qué no yo?; ¿a qué recurso extremo van a apelar los pateadores para llegar de tú a tú a la intimidación porque para ganar el título todo vale?

En el cobro de los penales, el reglamento establece que el portero antes de lanzarse debe mantener uno de sus pies sobre la línea. A la FIFA y a la IFAB posiblemente le llegue en algún momento esta inquietud sobre la mesa, considerando si también no se debe establecer un “pie ético” en una línea de comportamiento que no se debe traspasar o si se debe seguir dejar corriendo la “libertad” que inauguró el portero albiceleste en esta competición.

Usted también tiene la palabra para opinar. La Copa Mundial ha demostrado ese lado fascinante del fútbol, nada está dicho hasta el final, la tecnología que podamos incorporar no amenaza a este deporte al estar protagonizado por humanos; los puntos diversos y los interrogantes surgidos lo mantendrán siempre vivo.

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