El histórico triunfo de Panamá sobre Cuba en La Habana '82

Actualizado
  • 19/06/2023 00:00
Creado
  • 19/06/2023 00:00
Poveda doblegó al poderoso equipo y se llevó la victoria, 2 carreras por 1, con excepcional trabajo de relevo de Rigoberto Weeks
Cano, Tito Livio, Orozco, Eric, Weeks y Córdoba, parte de la selección en La Habana 1982.

Crispín Poveda se acercó al veterano director Carlos 'Chico' Heron y le dijo: “Yo creo que me puso para que nos apalearan, pero les salió la bruja”.

Habían transcurrido pocas horas del partido ante Cuba, en el béisbol de los Centroamericanos y del Caribe de La Habana '82, y el novel izquierdo aún no tenía claro, el por qué había sido designado abridor frente al trabuco caribeño.

Sin embargo, pese a cualquier pronóstico en contra, Poveda doblegó al poderoso equipo y se llevó la victoria, dos carreras por una, con excepcional trabajo de relevo de Rigoberto Weeks.

“No era el número uno en la rotación sino uno de los más jóvenes, y teníamos caballetes como Pablo Vigil y Ronny (Montero), pero fui designado”, recordó el serpentinero.

Carlos Heron (Izq.) nunca le dijo a Poveda (centro) el porqué de su designación frente a Cuba. A la derecha, Virgilio Kaa.

“Pienso que como abríamos con Cuba, los técnicos habrán dicho: 'no vamos a malgastar a los caballetes', pensando que nos iban a apalear, pero les salió la bruja”, sostuvo Poveda, cuatro décadas después de ese histórico partido.

No han sido muchas las veces en que la novena panameña ha logrado triunfos sobre la cubana, ni mucho menos alcanzado medallas en juegos regionales, como les ocurrió en esa ocasión en La Habana, en el marco de los XIV juegos Centroamericanos y del Caribe.

Históricamente, nuestro país ha sido un convidado de piedra en las acciones protagónicas de estos juegos, y La Habana no fue la excepción, cuando apenas alcanzó veinte medallas, once de plata y nueve de bronce.

Esta es la crónica de un partido, contada por dos de sus protagonistas y que, prácticamente, evitó que la anfitriona Cuba alcanzara el oro, y que nos dio la posibilidad de obtener una de las medallas en disputa.

Eric y Tivio Livio Espino, una dupla de hermanos que jugó varios años en la selección nacional.

Los expeloteros Crispín Poveda y Azael Domínguez recuerdan momentos y hechos de ese partido que siguió el Panamá deportivo, sumido en esa ocasión en los Primeros Juegos Juveniles Nacionales.

Nuevamente en el podio

Cuba era el 'cuco' del béisbol regional con nueve títulos en esos juegos, incluyendo en las últimas cuatro ediciones, por lo que al llegar estos, eran inmensamente favoritos.

No obstante, a ellos también les 'salió la bruja' y en su propia casa, porque el sistema de juego fue de clasificación sencilla, siendo el campeón, el equipo que más triunfo obtuvo.

Así las cosas, República Dominicana se llevó la de oro (5-1), luego siguió Cuba (4-2) y Panamá (3-3).

Después de ello, los cubanos alcanzaron títulos en seis torneos del área por los próximos 36 años, sin sufrir derrota alguna.

Nuestra novena había quedado fuera del medallero desde el tercer lugar obtenido quince años antes en San Juan (1966), así es que esa actuación volvía a ponernos en el mapa de la región.

En síntesis, en la historia del béisbol de estos juegos, se han logrado tres medallas de plata (1935, 1938, 2002) y cuatro de bronce (1930, 1959, 1966, 1982).

Panamá llevó para esa competición a lo mejorcito de su béisbol, con el técnico Carlos Heron como director, obteniendo triunfos sobre Cuba, Antillas Holandesas (Orlando Cano) y Puerto Rico (Víctor Mendoza).

La selección la conformaban: Rodrigo Luque, Franklyn Pérez, Luis Muñoz, Benjamín Salamín, Enrique Serracín, Eric y Tito Livio Espino, Vicente Foster, Azael Domínguez, Franklyn Castillo, Julio Murillo y Rodrigo Orozco, entre la receptoría, el cuadro interior y los jardines.

Los lanzadores fueron Ronaldo Montero, Pablo Vigil, Rigoberto Weeks, Orlando Cano, Víctor Mendoza, Crispín Poveda, Johnny Córdoba y Porfirio Monroy.

Un gran año

Poveda era de los peloteros más jóvenes del grupo, junto al primera base Luis Muñoz y al patrullero Rodrigo Orozco, por lo que pensó que otro sería el señalado.

Pero, el grupo técnico se inclinó por uno de los dos izquierdos que tenía el staff de serpentineros, que también incluía al capitalino Johnny Córdoba.

Crispín observa hasta hoy esa designación con recelo, porque nunca obtuvo una respuesta del veterano mánager, unido a las bromas de que fue objeto por parte de sus compañeros de equipo y después en Panamá.

Sin embargo, a favor de los técnicos está el hecho de que Poveda había tenido un excelente año en el nacional mayor, y en los partidos de fogueos previos al torneo en La Habana.

“Nosotros fuimos a Curazao antes de ir a La Habana y un poco antes de la competencia, realizamos unos partidos de preparación con los equipos Azul (A) y Rojo (B) de Cuba”, recordó.

“Les lancé a los cubanos en los amistosos, pero no pensé que sería el escogido para la misma confrontación de los juegos”, reflexionó.

En el nacional mayor de ese año logró marca de 4-0 en la fase regular con el equipo de Herrera, y récord de 10-2 al terminar el torneo. En uno de esos triunfos, abanicó a ocho bocatoreños en forma consecutiva.

Crispín señaló que una de esas victorias fue ante Chiriquí, a quien le ganó tirando toda la ruta en David, y al día siguiente lanzó otras siete entradas en Las Tablas.

“Ese fue mi año”, rememoró.

Además, venía de dos temporadas previas con la novena de Coclé, donde había logrado el título de mayor ponchador.

Memorable partido

En opinión de Azael Domínguez, no hubo 'magia' ni conjeturas, sino que se había estudiado al rival y Poveda era la mejor carta.

Recordó haber enfrentado a Cuba en el mundial de Cartagena en 1976, donde la sacó del parque en su primer turno, así es que había que enfrentarlos con una estrategia.

“Cuba se preparaba siempre para ganar. Era un equipo duro hasta en amistosos, pero siempre hubo el pensamiento de jugarles de igual a igual”, dijo.

“Ese juego para nosotros fue algo grande. La manera de ganarlo, con el 'fildeo' extraordinario que hizo Julio Murillo”, destacó.

Pero, mucho antes, estuvo el extraordinario trabajo que por más de siete entradas realizó Poveda, para después darle paso al derecho Rigoberto Weeks, quien también amarró a los cubanos.

“El partido fue interesante desde el inicio, porque nosotros hicimos dos carreras en los primeros episodios; en el séptimo me hicieron una carrera y en el octavo salí después de un out”, indicó Poveda.

Esa noche lo acompañaron: Luque, en la receptoría; Muñoz en primera, Salamín en segunda, Serracín en el short, Eric Espino en tercera; Orozco en el izquierdo, Murillo en el centro, Foster (Castillo) en el derecho; y Azael, designado (Tito Livio).

Uno de los aspectos claves fue tener como coach de lanzadores al experimentado técnico cubano Benito Camacho, quien le aconsejó trabajar a los bateadores con lanzamientos rompientes.

El bateador más difícil que enfrentó fue Víctor Mesa, aunque también le batearon fuerte Lourdes Gourriel, Antonio Muñoz y Pedro José Rodríguez.

Comentó que la atrapada de Julio Murillo fue extraordinaria no solo por el triunfo, sino porque de no haberla tomado, los hubieran dejado en el terreno.

Fue un batazo profundo de Mesa hacia la pradera central, Murillo corrió en dirección hacia la muralla y en el último momento, la atrapó para consumar el tercer out.

Cuatro años después, en los Centroamericanos y del Caribe de Santiago de los Caballeros, Poveda volvió a lanzarle a Cuba y los blanqueó por seis episodios antes abandonar el partido.

“No pudieron desquitarse conmigo”, apuntó.

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