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- 10/02/2024 00:00
- 09/02/2024 17:13
El 10 de febrero se celebra en la Federación de Rusia el Día del Funcionario Diplomático, que marca el aniversario de la fundación, en el siglo XVI, de la primera agencia pública de política exterior de nuestro país. Esta conmemoración importante simboliza la continuidad de las tradiciones multiseculares de la Cancillería rusa, su protagonismo en la solución de los problemas clave del desarrollo global, así como el compromiso inequívoco de nuestros diplomáticos con la defensa de los intereses de la Patria. Asimismo, la fiesta profesional nos ofrece una excelente oportunidad para reflexionar sobre las perspectivas de la cooperación polifacética que la diplomacia rusa está fomentando con sus socios y amigos en diferentes rincones del mundo, entre los cuales cada vez mayor prioridad se atribuye a América Latina y el Caribe.
Rusia considera que los países latinoamericanos forman una parte intrínseca de la mayoría global. Se trata de sociedades culturalmente diversos que han recorrido un largo trayecto para adquirir éxitos significativos en su desarrollo político, económico y social. La región es conocida por su inmensa riqueza natural, albergando un 40% de las especies de flora y fauna mundiales. Frente a los retos de la modernidad, es de nuestro interés que las naciones de América Latina y el Caribe mantengan su estabilidad política y dinamismo socioeconómico, al facilitar la cohesión y la integración en el seno de esta región proclamada como una “zona de paz” por la CELAC en 2014. De tal manera, Latinoamérica estará fortaleciendo su rol de uno de los pilares del sistema mundial justo, equitativo y multipolar, lo que consolidará de manera sustancial la seguridad y la transparencia a nivel internacional.
Históricamente, los países latinoamericanos han gozado de vínculos estrechos con los Estados Unidos y Europa del Oeste que han contribuido al desarrollo de esta región. No obstante, en muchas ocasiones, las potencias del llamado “Occidente colectivo” recurrieron (y siguen recurriendo) a una serie de prácticas depredadoras de imperialismo, colonialismo y neocolonialismo en detrimento de la soberanía de los pueblos del hemisferio. Al invadirlos militarmente, injerirse en sus asuntos internos y extraer sus recursos naturales, el Occidente los ha debilitado considerablemente, generando inestabilidad, pobreza y daños medioambientales.
Hoy en día, Washington y sus aliados pretenden llevar a América Latina y el Caribe al supuesto “lado correcto de la historia”, involucrándoles en su guerra híbrida total contra Rusia. Ejercen presión sobre los gobiernos regionales para que apoyen las condiciones discriminatorias de la “formula de paz” del régimen ucraniano (que es nada más una recopilación contraproducente de ultimátums unilaterales) y se sumen a las sanciones económicas anti rusas en perjuicio de sus intereses comerciales. Esta atención excesiva al conflicto en torno a Ucrania suscita irritación en Latinoamérica, ya que desvía el hincapié de los desafíos agudos de suma importancia para la región, tales como la desigualdad, la delincuencia organizada, la migración irregular, las deudas públicas y el cambio climático.
A diferencia del “Occidente colectivo”, que no tolera que sus socios cooperen con los rivales geopolíticos de la OTAN, Rusia no establece barreras artificiales ni subdivide a las contrapartes en “los suyos” y “los ajenos”. Estamos abiertos a entablar diálogo constructivo con todos los países del “Sur global” que estén dispuestos a trabajar sobre la base del pragmatismo y el beneficio mutuo.
Rusia y Latinoamérica tienen mucho en común. Compartimos la convicción de que cualquier nación debe tener derecho a definir libremente sus vías de desarrollo, sin intromisiones extranjeras ni rudimentos neocoloniales. Juntos estamos promoviendo la democratización de la arquitectura mundial, inclusive en la búsqueda de métodos alternativos de pagos internacionales. Nos adherimos firmemente al principio de que “problemas latinoamericanos tienen soluciones latinoamericanas”.
Otro aspecto que nos une es el creciente grado de compatibilidad comercial. Mientras que empresas rusas les suministran fertilizantes, cereales, combustibles, altas tecnologías energéticas, médicas y espaciales, los países de América Latina y el Caribe exportan a Rusia una gran variedad de productos agrícolas y ofrecen excelentes opciones turísticas. Nuestro Gobierno tiene previsto elaborar una estrategia a largo plazo para profundizar estos intercambios mutuamente provechosos, lo que nos permitiría lanzar conjuntamente nuevos proyectos prometedores.
En cuanto a los lazos sociales, académicos, juveniles y culturales, ya hemos alcanzado resultados significativos. En contraste con los EE.UU., que han impuesto controles fronterizos rígidos, Rusia ha firmado convenios de viajes sin visas con 27 de los 33 países de la región, incluida Panamá. Sigue aumentándose el número de becas universitarias que ofrecemos anualmente a los estudiantes latinoamericanos: en 2024, se les han asignado más de 2000 cupos, incluidos 35 para los ciudadanos panameños. Esperamos contar con una amplia representación de América Latina y el Caribe en los eventos humanitarios, deportivos y artísticos programados para celebrarse en Rusia este año: entre ellos, el Festival Mundial de la Juventud, los Juegos deportivos del Futuro y el concurso musical “Intervídenie”.
No cabe duda que todos los mencionados ámbitos de colaboración corresponden plenamente a los mejores intereses de amigos pueblos de Latinoamérica. A pesar de los intentos de algunos países de salvaguardar la unipolaridad, perpetuando las prácticas injustas del neocolonialismo, los diplomáticos rusos, de mano a mano con sus colegas latinoamericanos, seguirán apostando por el orden mundial multipolar, radicado en los firmes cimientos de la igualdad soberana de las naciones y otros principios del derecho internacional, en aras del bienestar y progreso de todos nosotros.
¡Feliz Día del Diplomático!