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Diecisiete años de videoarte y colaboración
- 23/07/2023 00:00
- 23/07/2023 00:00
El proyecto de exponer una retrospectiva de la obra en videoarte de Donna Conlon y Jonathan Harker empezó a tomar forma en 2017 en Casa Santa Ana. En 2019 ya el curador suizo Sandino Scheidegger tenía una idea de lo que esta exhibición sería. De entonces a 2023 “Pasaron muchas cosas, ente ellas, que el Museo de arte Contemporáneo se sumó al proyecto”, comenta Carolina Hausmann. de Casa Santa Ana. Encontramos la forma de colaborar y Juan Canela, curador en jefe del MAC se sumó como co-curador en la muestra”, agrega.
Casa Santa Ana ha tenido una relación larga con Conlon y Harker, “desde 2018 hacemos un taller que se llama Voces en acción, un taller de producción y conceptualización de arte para personas trabajando en medios creativos”, explica Hausmann. Y la inclusión del MAC ha enriquecido esta propuesta.
“Ellos ya venían conversando, tenían bastante hecho cuando el MAC se sumó al proyecto y se dieron muchas conversaciones con Sandino, para entender qué hacer porque había una decisión de principio que es que queríamos que estuvieran todos los videos”, cuenta Canela.
Y es que asistir a un museo para mirar 18 proyecciones puede convertirse en algo monótono. “Ttuvimos que pensar en cómo hacerlo, porque dentro de 10 años ya no lo podríamos haber hecho, hubiesen sido demasiados. Con 18, podías hacerlo y te daba una panorámica de la función completa, La evolución, las temáticas…”, destaca Canela.
“La decisión se tomó de manera muy intuitiva, y nunca lo cuestionamos (...) la oportunidad de presentar todo, en una muestra de media carrera, era como un cake de cumpleaños en el que quieres poner todas las velas, es algo sentimental de nuestra parte, queremos compartir todo”, dice con entusiasmo Donna Conlon.
“Algo lindo de ver es la evolución de los procesos nuestros. La evolución de los procesos de pensamiento lógico, las maneras de comunicar una idea, empezamos con cámara fija en un asola toma, producciones muy sencillas y luego con el tiempo vamos montando producciones más complejas y eso es muy evidente en la exposición”, resalta Conlon.
Otro elemento muy interesante, para la artista, en las conversaciones con los curadores, fue cómo hacer la exposición dinámica e interesante para el público. “Siempre el reto fue explorar todas las posibilidades de cómo se puede presentar un videoarte y hacer que la exposición sea divertida para el público”.
Cada sala tiene una dinámica propia, hay presentaciones en televisiones viejas pequeñas… hay proyecciones en pantalla grande. “Esa variación lo hace más divertido para la gente que está viendo los videos y lo divertido es importante para los videos”, asegura Canela.
El curador hace la salvedad de que la forma de montar la exposición también tiene que ver con la naturaleza de los trabajos y los videos y de la práctica. Debe tener sentido que esté montado de una manera y no de otra. Y esto ayuda al público, afirma Conlon, porque “estamos pidiendo mucho, si ves todos los videos completos, te toma más de una hora, que es alcanzable pero hay que hacerlo accesible”.
El crédito de ello, para Hausmann es para los artistas que a lo largo de sus proyectos han abordado temas con los que es imposible no conectar. “Siempre hay elementos panameños y reconocibles para los panameños, temas universales, se usan una forma muy juguetona, pero súper inteligente, encontrando formas de hacernos ver el mundo diferente, hacernos cuestionar cosas, hacen que te rías”, insiste.
Para Canela, el hecho de que los protagonistas de las obras sean objetos que tienen una carga simbólica importante, hace que sean muy reconocibles no solo por los panameños, sino por todo el mundo. “Con acciones muy sencillas que te hacen pensar muy rápido”.
Con todos los convocados presentes, partimos del lobby del MAC para un recorrido completo en 'Esto es lo que hay'. Detrás del lobby están los 'Videojuegos', “piezas más instintivas, pero con capas de mensajes”, indica Conlon.
“Es una serie que estuvieron haciendo por dos años, son videos más sencillos que están grabados con un plano fijo, pero allí está el germen de lo que después crece más, a nivel de producción y de pensar los videos, con un movimiento más grande, una amplitud más grande en cuanto a lo cinematográfico”, detalla Canela.
Con video games, los artistas no se refieren a juegos electrónicos. Las piezas, más bien, proyectan lo que pudiesen considerarse juegos de mesa y en algunos casos, juegos de manos. A través de ellos, se presentan diversas temáticas: En Video game #1, dos manos (personas) tratan de mover por turnos y en un orden aparente una serie de ladrillos que tienen forma de letras. Al final, se forma la palabra Panamá. El juego se da a orillas del Canal de Panamá. En Video game #2 dos manos trabajan con trozos de escombros de una casa demolida en Bella Vista. Las piezas ordenadas se van reemplazando por trozos de vidrio y metal que van adquiriendo mayores longitudes. Lllama la atención sobre los cambios que va teniendo la ciudad de Panamá.
El Video game # 5 destaca cómo los jugadores van cambiando de posición algunas piezas, lo que se hace que su significado varíe de “ME” (yo) a “WE” (nosotros). Contempla la lucha entre lo colectivo y lo individual o entre la visión femenina y masculina.
Otros discursos presentes en los video juegos abordan la colaboración, el intervencionismo, la discusión política. Sí o no, opciones trascendentales en el caso del referéndum por la ampliación del Canal o un discusión de pareja… cada quien aporta su propia mirada.
Subimos las escaleras y nos topamos con Lotería un video que luce una estética de cine experimental y cuenta ya con una producción audiovisdual más elaborada. Muestra analogías con objetos circulares, el principal, una balota de lotería. “es el sueño de cambiar tu vida de un día para otro. A través de la lotería o de muchas otras maneras, pero jugar la lotería siempre te da una esperanza de que puede cambiar tu situación. Pero de un momento a otro puede cambiar también la diversión”, advierte Conlon.
En una sala de mediano tamaño, completamente cuadrada, se proyectan cuatro videos, cada uno en una de sus paredes. En medio de la sala hay una otoman, también cuadrada,para qu eel público pueda sentarse. Las pantallas se han sincronizado. Cuando una proyección termina, automáticamente inicia la siguiente. “Tuvimos que decidir cuales de los videos podrían funcionar en este formato. Escogimos los que tuviesen una estructura de inicio y final, con una narrativa”, explica Canela.
Allí se presentan Tapitapultas. Las tapas de plástico de colores que se van lanzando con cucharas, a manera de catapulta, en un agujero hasta generar una montaña de desecho. En Manos invisibles. Las manos enguantadas de un mago a través de juegos de manos e ilusionismo hacen crecer una cantidad de monedas, las llamadas Martinelli. “Algo que todo el mundo piensa es que inventamos dinero, el mago produce una moneda, siempre estamos pensando cómo se puede fabricar más dinero”, manifiesta Conlon. El video aporta varias miradas, una de ellas, la desconfianza de la gente ante las nuevas monedas que salieron de la nada. Otra, cómo a través del crédito terminamos jugando con dinero que no existe.
Drinking song. Así se llama la tonada que sirvió de base para la creación del himno estadounidense. En el video, se interpreta el himno de Estados Unidos con los sonidos de botellas de cervezas nacionales. Los nombres de las cervezas aluden al imaginario panameño y lo que se busca es evocar la compleja relación entre Panamá y Estados Unidos.
Por último, Bajo la alfombra. Se extiende un rollo de grama que semeja una alfombra. Una escoba va recogiendo toda la basura que hay alrededor y la esconde bajo la alfombra. Al final, todo lo oculto se convierte en un cerro que con una bandera panameña en la cima, identifica nuestra ciudad, nuestro país.
La sala principal de la planta superior alberga tres videos proyectados en grandes pantallas. Se decidió no proyectarlos en las paredes para generar movimiento en los visitantes. “Fue un reto muy grande cómo trabajar el espacio, sabíamos que queríamos tres pantallas grandes para proyectar estos tres videos, que como dice Donna hacen un viaje, un recorrido”, dice Canela. En Voz a la deriva, una botella hace un recorrido por una corriente de agua; en Zincfonía tropical, un mango recorre unas interminables hojas de zinc y en Efecto dominó, los adoquines alineados en las calles de San Felipe hacen que el espectador recorra todas las calles del barrio. “Siempre hay movimiento y funciona bien, también por los sonidos, otro reto cómo plantearlos. Obviamente se contaminan pero tú puedes ver uno u otro y los sonidos no te molestan del todo, pueden convivir juntos”, agrega.
Efecto Dominó fue tal vez la pieza más complicada en realizar. Tomó unos 9 meses completar los adoquines, almacenarlos y limpiarlos. La filmación tomó unos 5 días en los que había que cuidar el detalle de la luz, para que no se interrumpiera la continuidad, contar con la colaboración de autoridades del área y transeúntes para que no aparecieran en la pieza. El video sigue la trayectoria de una línea de adoquines que van cayendo en efecto dominó, como señala su nombre. La obra evidencia “la cadena de desarrollo que sigue andando y es muy difícil de parar”. Finaliza cuando el último adoquín cae al mar.
Nos dirigimos hacia un pasillo siguiendo los sonidos de vidrios que se rompen.
En el suelo, dos pantallas planas recostadas una con la otra crean un triángulo. De un lado se presenta Estación seca, filmado en una planta recicladora de vidrio.
Del otro lado, se proyecta Brisa de verano, En primer plano hay una cerca de ciclón donde quedan atrapados algunos desechos que el viento ha levantado del suelo.
Llegamos a la sala del fondo donde se proyecta el video Maníferos, obra que se estrena en la muestra. Con una duración de 10 minutos, se ha instalado una banca para que los espectadores lo puedan observar con tranquilidad.
Es filmado en un bosque de teca, una madera que no es nativa. El ambiente está manipulado por el ser humano y en él viven unos seres llamados maníferos, criaturas que de a poco van llegando a ese espacio, lo exploran y deciden habitar en él. Nunca mejor dicho, forman una “manada” que debe luchar por su territorio, interactuar, crear relaciones, formar familia, luchar por recursos, proteger a los suyos.
“Es un poco la historia de la vida de cualquier ser, hacemos que las manos tengan las reglas que tendrían los animales en su ambiente. Se muestra las dinámicas entre gentes y culturas. El final nos hace pensar en los ciclos de vida. Empieza con los seres emergiendo, apareciendo y termina en una fase que puede verse como el fin de un ciclo, ya sea un día, una estación o una vida”, explica Conlon.
En este tono reflexivo finaliza la muestra, con la esperanza de que los visitantes se detengan a pensar y tomen un poco de conciencia. “Ayuda tener sentido de humor para captar tu atención de la gente y entonces, puedes hablar, discutir abiertamente sobre estas cosas que preocupan”, concluye Conlon.