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- 13/06/2021 00:00
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Verónica es diseñadora gráfica de profesión y trabaja como free lancer desde Boquete. La naturaleza juega un papel primordial en su vida, “es lo que me rodea”, asegura y lo certifican los pájaros que se escuchan al fondo mientras conversamos por teléfono. Por ello, no será difícil encontrar en sus diseños e ilustraciones animales de diversas especies, así como guiños de nuestra cultura y nuestros habitantes.
Pero esto no significa que ella se encuentre aislada del resto del mundo. Comparte mucho de su tiempo libre haciendo amistades en ClubHouse una red social a la que se pertenece solo por invitación y en la cual las conversaciones (audio) son el gran atractivo.
Allí, de a poco fue escuchando más y más sobre un tema que ha generado mucho ruido: el Blockchain, las criptomonedas y los non fungible tokens (NFT), activos digitales, una nueva forma de crear y comercializar arte.
“Llevo unos tres meses y medio interesándome en el tema y es algo de lo que no he parado de escuchar, ya sea en Clubhouse o en Twitter, que son redes en las que se relacionan tanto coleccionistas como artistas y se ha abierto todo un mundo de conexiones y oportunidades con la plataforma blcokchain”, comenta.
Para Buruyides, conocida en sus redes sociales como @veroivo “es muy cool” compartir esta información, porque aunque diseñadores y artistas manejan ciertas herramientas tecnológicas, todavía existe mucho temor sobre esta nueva plataforma y lo que promete. “Está la duda de si será algo duradero o si será una burbuja…”. También es una especie de misterio cómo funciona el criptoarte y dónde radica exactamente su valor, que es en ese código irrepetible que es capaz de dar forma a la obra que el público puede observar e incluso copiar, sin que ello afecte su costo.
“Pienso que es como cuando empezó internet, que había mucha especulación porque no sabíamos definir exactamente qué era, para qué servía y los riesgos que conllevaba estar conectados: me pueden rastrear, robar mi información, mi identidad... pero a pesar de todo esto, hoy en día forma parte de nuestra forma de vivir, es una herramienta de uso diario”, comenta.
Y es que cuando se trata de intangibles, la cosa se complica. Sobre todo, si hablamos de dinero. Dice el dicho, más vale pájaro en mano... y a eso nos hemos acostumbrado.
“Pero mira cómo nos hemos acostumbrado a utilizar banca en línea y a pasar dinero de un teléfono a otro porque confiamos en el sistema bancario, pero no resulta ser distinto a hacerlo de un wallet digital a otro…”, cuestiona.
La descentralización y la trazabilidad que ofrece Blockchain son sus mayores atractivos, sin embargo, debe pasar algo de tiempo para constatar su confiabilidad y posterior aceptación.
Hay que tomar en cuenta que los cambios tecnológicos son cada vez más veloces. No termina uno de acostumbrarse a algo cuando ya cambió, y a veces, no hay que ser muy viejo para sentir que puedes quedarte atrás.
“Siempre me ha gustado explorar, soy muy inquieta, no quiero dejar que la tecnología pase sobre mí, siempre he estado investigando, leyendo todo el tiempo y lo de los NFT me llamó mucho la atención cuando se supo lo de Beeple, —quien logró en una subasta la cifra récord de $69 millones por su NFT— De repente no entendía cómo funcionaba pero estaba relacionado con arte”, relata.
En Clubhouse no se dejaba de hablar del tema y aprovechó las reuniones en el app para enterarse y aprender.
Entonces decidió incursionar. El primer paso fue abrir un wallet digital, a través de la aplicación Metamask, para luego sincronizarlo con el marketplace —sitio donde se da la venta de NFT o criptoarte— en este caso, Open sea. La tarea no resultó sencilla pues la aplicación no está disponible en todos los países.
“Fue todo un proceso de aprendizaje, compartiendo con artistas de México, Cuba Chile, hasta que pude dejar todo “seteado”.
Luego con Felipe Echandi, uno de los desarrolladores de Cuanto App, se explayó en cuanto a la posibilidad de crear un NFT. Echandi le comisionó una obra en la cual empezó a trabajar de inmediato.
“El proyecto fue súper cool porque involucraba una reinterpretación de las culturas de Latinoamérica, inspirándome en las huacas y monolitos, figuras de la América ancestral. Felipe me pidió que tuviera relación con el emoji de robot que contiene whatsapp y cuando me puse a investigar en la biblioteca de Boquete empecé a verle un parecido sorprendente con las figuras prehispánicas, son cuadrados. De allí surgió el avatar del NFT”, explica.
Utilizando pinceles y brochas digitales del programa Adobe Fresco, Verónica le dio forma a este avatar que descansa sobre unos patrones inspirados en la cultura 'shipibo' (Sudamérica), con un gran parecido a los circuit boards de las computadoras.
Buruyides ya vendió su primera obra y va por más.
“Así arrancó todo ese estudio, una colección que se llama Latinofuturismo; y sigo investigando y pensando cual va a ser la siguiente movida”, dice.
Pero esta colección no es lo único que está en la mente de la artista. “Yo uso brochas digitales que le dan a mi trabajo un look and feel orgánico, natural. Tengo una conexión muy íntima con la naturaleza y la definición de Panamá. Mis diseños, mis ilustraciones o mis animaciones van a llevarte a ese sentir, de cultura, temas ancestrales, conciencia sobre la naturaleza. Mis próximas colecciones van a seguir ese manifesto que es lo que ves y encuentras en Panamá, lo que me rodea. Probaré con diferentes colecciones en diferentes marketplaces para posicionarme y llegar a esos coleccionistas que están buscando esos trabajos especiales”, asegura.
Y es que al igual que en el arte tradicional, hay que saber mercadear el trabajo, lo que se traducirá en venta de obras. “Cada artista maneja su propia estrategia, por ejemplo, ofrecer con la obra un llamado unlockable content. Algunos ofrecen una conferencia, videos animados de la ilustración, souvenirs… Y existen diferentes marketplaces y puedes ofrecer colecciones diferentes, una en cada marketplace. Así experimentas con ideas o estilos distintos y te das a conocer ante más coleccionistas”, detalla.
Claro está, también se requiere del esfuerzo de estar pendiente de las redes sociales, generar una expectativa para el lanzamiento de una colección y de hacer una estrategia para el lanzamiento tomando en cuenta qué coleccionista pudiese tener curiosidad por alguna de las obras. “Esa parte de mercadeo es lo que genera un factor diferenciador entre todos los NFT que se están produciendo”, comenta.
La experiencia que Verónica ha tenido con artistas de otros países ha sido muy valiosa. “La comunidad de NFT es súper linda, te hace conectar con muchos artistas, te sientes respaldado, sabes que puedes preguntar, pedir ayuda, nos apoyamos en retweets para que más gente se anime a comprar, vean el arte y eso me parece muy bonito y solidario. Trasciende barreras y fronteras, todo puede ser muy digital y parece frío, pero lo más importante es esa comunidad de personas que están haciendo arte, creando, expresándose”.
Para Buruyides, la tecnología del NFT “es una ventana donde todos deberíamos experimentar, luego tomas tu decisión, pero debes experimentar y darte cuenta si conecta con tu arte o no le encuentras significado. Hay que tener esa curiosidad, hay que atreverse y experimentar, y que más artistas en Panamá se atrevan a compartir”.
No hay cursos de Blockchain, ni de NFT, tampoco de criptomonedas, sin embargo, ya el gobierno salvadoreño se ha decidido a apostar por esta posibilidad. “Ya algunos diputados más modernos en Panamá, como Gabriel Silva están considerando esta posibilidad. Se ve como algo fantasioso en este momento, pero es algo que vendrá con mucha fuerza y está más cerca de lo que pensamos”, considera.
Eso sí, no se trata de hacerse millonario de la noche a la mañana o de abandonar el empleo.
“Yo lo veo como un activo, esa mentalidad de ganar dinero y tener una ventana vendiendo tu arte está cool, pero es una carrera a largo plazo. Puedes tener un golpe de suerte, que suba la divisa, te compren obras, pero no te desesperes, hay que tener paciencia”, concluye.