Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 04/04/2016 02:00
- 04/04/2016 02:00
Señorita Julia fue una de las puestas en escena que más impactó en el pasado Festival de Artes Escénicos, celebrado en Panamá durante el mes de marzo.
La mujer empoderada y las diferencias sociales entre criados y nobles atrapó al público del FAE 2016.
El próximo 5 de abril el proyecto Actinio vuelve a tomar como escenario el restaurante Las Clementinas Bistró del Casco Viejo, con uno de los clásicos del maestro sueco August Strindberg, una obra con un fuerte toque de determinismo, donde casi se puede palpar en miradas y diálogos la lucha de clases, la lujuria y la búsqueda de la mujer por desatarse de ataduras y prejuicios para lograr su autonomía.
La tragedia cuenta la historia de una joven mujer de clase alta que se aprovecha de su condición social para jugar a seducir a su criado. Durante la obra, estos dos personajes nos muestran la lucha de clases y cómo la condición de la mujer en el siglo XIX ya empezaba a romper barreras.
Escrita en 1888 y ambientada en la Suecia de 1874, Señorita Julia , es una obra de teatro realista , que en palabras de Sonia Pérez Olmedillo, ‘a pesar de tratarse de un texto y ambientación clásica, invita al espectador a reflexionar sobre cuánto se ha avanzado desde el siglo XIX hasta ahora en la igualdad de género, empoderamiento de la mujer y la igualdad de clases'.
SONIA PÉREZ OLMEDILLOACTRIZ
‘A pesar de tratarse de un texto y ambientación clásica, invita al espectador a reflexionar sobre cuánto se ha avanzado desde el siglo XIX hasta ahora en la igualdad de género'
Y de alguna forma un recordatorio a las generaciones del siglo XXI, que ‘muestra el cómo no tener herramientas intelectuales, emocionales y económicas puede derivar en que otros decidan por nosotros nuestro destino; cómo los límites impuestos por otros y otras, el qué dirán, provocan que dejemos de ser dueños de nuestra propia vida. Nos muestra una sociedad de clases cuya diferenciación de derechos y deberes la marcará el poder adquisitivo y herencias nobiliarias', explica la actriz, que comparte las tablas con Natalia Beluche y Hernan Gariglio.
Sonia, quien interpreta a Julia, tuvo que embarcarse en una búsqueda entre las mujeres de la aristocrática sociedad sueca del siglo XIX.
‘El personaje lo preparé leyendo sobre el siglo XIX-XX; sobre el autor, August Strindberg. Buscando animales que podrían corresponder a alguien con esa personalidad, con esa actitud. Escribiendo mi biografía como Julia, teniendo conversaciones por carta con Julia. Explorando variaciones físicas: desde lo grande hasta lo más chiquito (estática, ojos cerrados, muda). Viendo películas y obras de teatro ambientadas en esa época, de historias de mujeres de aquella época. Observando cuadros de la época, Munch. Observando y escuchando a mujeres de hoy en día'.
TRAS LOS CLÁSICOS PASOS
Carlos Algecira, director de la puesta en escena, define la experiencia como una necesidad de recorrer la historia con los tradicionales del teatro, ‘siempre hay que volver a los clásicos, retomar aquellos autores que fueron un referente importante en su época y que marcaron fuertemente con su estilo el teatro que hacemos actualmente'.
Para él, Strindberg tiene mucho que decir a la sociedad actual, por esta razón tomaron como excusa un texto maravilloso y emblemático del drama moderno.
En la obra, se puede apreciar a la mujer y su lucha por la emancipación; por salirse de las estructuras sociales donde ha sido encajada, la movilización social entendida como la forma de escalar o descender en una jerarquía social y las relaciones de poder con las que cualquier persona se enfrenta cotidianamente.
Señorita Julia es un verdadero viaje en el tiempo. La obra se realiza en una hermosa casa del Casco Antiguo, una casa en donde posiblemente pudo vivir una Señorita Julia panameña en 1900, sus decorados, sus puertas grandes de madera y su patio trasero transportarán al público.
La puesta en escena, busca que el espectador se sienta inmerso en la historia, que pueda espiar aquello que pasa en la casa de Julia mientras su padre no está.
‘Por esta razón decidimos hacer la obra en un espacio no convencional. El público no va a encontrar un teatro con escenario y bambalinas, por el contrario vivirá la experiencia de estar más cerca a los actores que nunca. Podrá escuchar su respiración e incluso percibir movimientos y miradas difíciles de ver en un espacio más grande. Cada noche pueden entrar 30 personas a la función', detalló Carlos Algecira, director de la pieza, quien además visualiza la experiencia como un reto a las entrañas de cada actor.
‘El trabajo de montaje fue muy interesante, porque los ensayos fueron un aprendizaje para todos. La búsqueda de la verdad en la escena, encontrar vida en cada cosa que hacemos, fueron nuestro pilar del proceso para llegar al resultado que tenemos hoy', puntualizó.