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- 05/01/2025 00:00
- 04/01/2025 18:22
Desde el año 2000, a causa del cambio climático y a la gestión insostenible de la tierra y los recursos hídricos, las sequías se incrementaron en un 29 % a lo largo del planeta, indicó el Atlas Mundial de la Sequía, un estudio elaborado por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld).
A mediano plazo, esta realidad reseca no conocerá banderas ni territorios, ya que la falta de agua afectará a 3 de cada 4 personas en 2050, resaltó el Atlas de la Sequía, estudio publicado a inicios de diciembre de 2024.
Por ser un tema que a todos afecta, en particular a un país como Panamá, el Hay Festival Fórum Ciudad de Panamá decidió incluir el agua como uno de los ejes a desarrollar del 28 al 29 de enero de 2025.
Más de una docena de eventos serán la pauta a seguir en este festival de las ideas que ocurrirá en el Museo del Canal, La Manzana y la Universidad Santa María La Antigua. Para obtener más información sobre la segunda edición de esta iniciativa puede irse a la página web www.hayfestival.com/forum/panama
Una experta en el agua es la antropóloga, ensayista y periodista española Virginia Mendoza, quien es la autora de obras como Detendrán mi río. Desarraigo y memoria en un rincón de la España sumergida (Libros del K.O., 2021), Heridas del viento. Crónicas armenias (La línea del horizonte, 2018) y Quién te cerrará los ojos. Historias de arraigo y soledad en la España rural (Libros del K.O., 2017), entre otros.
Dado su amplio conocimiento en la materia, Mendoza participará en dos eventos en el ámbito del Hay Festival Fórum Ciudad de Panamá, y en ambos sus participaciones estarán relacionadas con el agua.
Su primera cita con el público istmeño será un conversatorio que tendrá con la investigadora social Emma Gómez (Panamá) el miércoles 29 de enero de 2025, a las 5:00 p.m., en el vestíbulo del Museo del Canal, donde hablará de su libro La sed. Una historia antropológica (y personal) de la vida en tierras de lluvia escasa (Debate, 2024).
Luego, ese mismo 29 de enero, pero a las 8:00 p.m., igual en el Museo del Canal, Virginia Mendoza y el economista Ricaurte Vásquez (administrador del Canal de Panamá) dialogarán en una mesa redonda sobre el preciado bien con el abogado Sergio Díaz-Granados (presidente del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe).
Mi relación personal y familiar con el agua tiene que ver sobre todo con su ausencia. Ese es, de hecho, el origen del libro La sed. La Mancha, que es un lugar históricamente muy árido, atravesó una gravísima sequía en los años de 1990 que me marcó mucho porque crecí con restricciones de agua. Llegamos a tener más o menos media hora de agua al día en las casas y mi abuelo era la persona encargada de abrir y cerrar la llave del depósito. Yo solía acompañarle.
Aun a riesgo de idealizar, que es algo que no quiero hacer, diría que la cultura de las motillas tuvo una relación con el agua no excelente, pero sí mejor que la que tenemos quienes hoy vivimos en la misma tierra española. Se trata de la cultura que se desarrolló en La Mancha durante la Edad del Bronce, en un momento en el que gran parte del mundo atravesaba una de las peores megasequías de la historia. Esta gente hace más de 4.000 años supo que había agua bajo tierra, cuando ya no quedaba agua superficial, y que podía extraerla. No creo que fuese una relación excelente, pero el pozo más antiguo que se ha encontrado en la península ibérica lo construyeron y usaron ellos durante casi un milenio, mientras otras sociedades colapsaban y en cambio hoy no tiene agua porque está ubicado precisamente muy cerca del que hoy es uno de los puntos clave en relación con el robo de agua en la península.
Lo cierto es que me parece que en este sentido las historias más interesantes han ocurrido en África, América del sur y Asia. O son las que más han despertado mi interés, al menos. En Europa me interesan mucho las historias que se han ido tejiendo alrededor de santos hacedores de lluvia y las costumbres y tradiciones que se han ido desarrollando a partir de esos relatos, como es el caso de San Isidro en España, que se extendió a América Latina; San Medardo en Francia, Saint Swithin en Inglaterra... El caso de San Isidro es especialmente peculiar porque, si bien en la España rural es habitual pedirle la lluvia en tiempos de sequía con rogativas que todavía se practican, en Madrid se ha expuesto y se ha sacado en procesión el cuerpo del labrador en varias ocasiones para invocar la lluvia.
El ser humano siempre ha necesitado agua porque es agua, porque viene del agua. Partiendo de esta base, parece evidente que la búsqueda del agua, la sed, sea uno de los motores que nos han impulsado a evolucionar, a migrar, a innovar, etc. Nuestros antepasados primates aparecieron en un contexto arbóreo, lluvioso y cálido, pero el género Homo surge en un contexto totalmente diferente, en el que la sequía lo va sitiando. Desde entonces, los momentos más relevantes que hemos vivido a nivel de género e incluso de especie han coincidido con épocas especialmente áridas y frías. Hay más factores que confluyen, evidentemente, de hecho, el bipedismo ya se había desarrollado al parecer en los árboles mucho antes, pero si no hay agua, tampoco hay comida y aun así el hambre ha eclipsado a la sed muy a menudo en la historia que nos contamos sobre nosotros mismos.
Me interesa mucho cómo buscan el agua las mujeres wayuu, de Colombia, por ejemplo. Sobre todo, porque la ubicación del agua, dicen en este pueblo, la revela un antepasado a través de los sueños. Creo que es importante atender a los sueños y a los antepasados a todos los niveles, pero quizá en relación con el agua sea especialmente fundamental. Sin ser wayuu, en un momento de desesperación mi abuelo supo dónde encontrar agua precisamente porque había oído dónde la habían encontrado sus antepasados. En este sentido, también tenemos mucho que aprender de los bosquimanos del Kalahari (región del sur de África).
Un hecho fascinante en este sentido es que Ecuador otorgase a un río, el Vilcabamba, estatus de persona jurídica hace unos años. Dicho así, parecía una noticia de broma, pero era urgente encontrar el modo de proteger nuestros ríos y otros países lo están haciendo, como fue el caso del Whanganui en Nueva Zelanda, el Magpie en Canadá o el Atrato en Colombia. Precisamente hace unos días se anunció que la alcaldesa de París se está planteando hacer esto mismo con el Sena.