La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 03/11/2021 00:00
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Los gerentes toman decisiones basadas en información obtenida, a menudo, de múltiples fuentes de datos, pero ¿cuántas empresas estructuran y contextualizan adecuadamente los datos recopilados para que puedan servir como base para una toma de decisiones más informada? ¿Cuántos tomadores de decisiones aceptan que toda la información disponible con solo hacer clic en un botón refleja esencialmente eventos pasados y sigue siendo muy difícil predecir el futuro?
¿Son las métricas la clave? Es obvio que las métricas son una parte importante de los modelos comerciales actuales. Usamos métricas para reportar el estado, riesgo, calidad, etc..., pero ¿son estos los principales impulsores para la toma de decisiones? No creo en esta idea. Las métricas son, sin duda, un importante punto de partida, una base para hacer las preguntas correctas, para investigar un poco más a través de la relativización de conceptos abstractos. Basándonos en un análisis de las métricas correctas, podemos comprender mejor los eventos pasados, lo que nos ayuda a construir modelos predictivos y, con base en ellos, tomar mejores decisiones.
Vivimos hoy en un mundo donde tener la información adecuada en el momento adecuado es una condición fundamental para gestionar de forma eficaz cualquier negocio. Un modelo de buen gobierno debe, por tanto, asegurar que la información necesaria esté siempre disponible, eliminando prácticas y procesos que contribuyan a la sobrecarga o condicionamiento de la información.
Un alto porcentaje de empresas industriales ya están convirtiendo sus procesos y recursos a nuevas tecnologías digitales (cloud computing, impresión 3D, inteligencia artificial, blockchain, robótica, internet de las cosas, etc.). ¡Todo indica que las fábricas se están volviendo más inteligentes!
La mayoría de las empresas industriales son ahora muy conscientes del potencial que podría resultar del proceso de digitalización de su modelo de negocio. Este nuevo paradigma ya ha entrado en la agenda de los comités ejecutivos que buscan identificar aquí nuevas oportunidades para diversificar mercados e incrementar ingresos.
Si bien las ventajas derivadas de los nuevos modelos de negocio basados en la digitalización de la economía son innegables, las empresas que limitan la aplicación de estas nuevas tecnologías a una “mera” redefinición de la oferta de productos y servicios están cometiendo un error de valoración. Estas nuevas herramientas tecnológicas también están disponibles para transformar las operaciones a lo largo de la cadena de valor, aumentando la velocidad de ejecución, la eficiencia, la confiabilidad y la flexibilidad, haciendo que las empresas sean más ágiles.
En la economía digital, el cliente asume una nueva centralidad, aceptando compartir información sobre sí mismo, pero a cambio exigiendo personalización y disponibilidad inmediata. Esta transformación en la relación entre oferta y demanda es irreversible y ha estado en la génesis de varias empresas que han modificado, a veces radicalmente, algunos de los sectores tradicionales de la economía.
Las empresas que quieran sobrevivir y, mientras tanto, aprovechar estas nuevas herramientas, deben mejorar sus habilidades digitales y, en el corto plazo, se verán obligadas a invertir en proyectos de digitalización de sus modelos de negocio, ya sea actuando en el portafolio de productos o procesos, en modelos de distribución o en la optimización de sus procesos internos, bajo pena de ser superados por nuevos actores, más preparados digitalmente y con mayor capacidad de adaptación a un mundo globalizado e interconectado digitalmente.