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- 20/02/2020 06:00
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Esta interrogante está presente en la vida de cientos de mujeres y hombres alrededor del mundo. Hoy día, la tercera dolencia más común por la que las parejas acuden a profesionales de la salud sexual es la dispareunia. Un factor fisiológico que impide mantener relaciones sexuales gratas, y que consiste en dolor pélvico antes, durante o después del coito.
Pese a que tiene mayor presencia en la anatomía femenina, los hombres también suelen presentar este padecimiento en el área genital, así lo establece Julián Aníbal Villarreal, médico urólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú), a través de sus investigaciones.
Dentro de los síntomas de este trastorno están el dolor al eyacular, la presión dolorosa en la musculatura vaginal, el dolor extremo durante la penetración (en ambos), la imposibilidad de alcanzar orgasmos durante el coito, entre otros.
En los hombres, la dispareunia también se refiere a la sensación de dolor intenso en el pene o en el prepucio, los testículos, uretra y glándula prostática. En la mayoría de los casos está relacionado con la presencia de dolor en la eyaculación; asimismo, puede estar asociado, durante la fase de excitación, con la erección, o durante el coito con la penetración. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en su cuarta versión (DSM- IV), se establece que la dispareunia es “una subclasificación del trastorno de disfunción sexual”.
Se trata de “un dolor genital recurrente o persistente asociado con el coito y que causa considerable estrés e interfiere en las relaciones interpersonales”, reza el texto.
De acuerdo con Ana Belén Carmona, sexóloga y psicóloga, según una publicación de lasexologia.com la evaluación es complicada y no siempre se presentan los síntomas de forma frecuente, además “no hay un perfil de mujer que tenga más opciones a sufrir dispareunia que otra, pues las causas de esta dificultad pueden ser de diversa naturaleza, algunas de ellas físicas o médicas ante las cuales cualquier mujer puede estar igualmente predispuesta”.
En el estudio de Villarreal se destaca la profundidad del perjuicio que genera la dispareunia, ya que suele afectar las relaciones conyugales que se viven de manera insatisfactoria, y “acaban generando sentimientos de temor y malestar en ambos miembros de la pareja”.
Para las mujeres, lo que puede comenzar como un dolor pasajero se puede agravar si no se acude a ayuda profesional con rapidez, sin embargo, algunas mujeres prefieren acudir a sexólogos o terapeutas antes que a ginecólogos.
“Debido a esta diversificación de profesionales es difícil estimar la prevalencia de mujeres que sufren dispareunia. En nuestro centro de sexología, de cada 15 a 20 mujeres, aproximadamente, una acude buscando ayuda para su padecimiento”, enfatizó Carmona.
“El dolor en la vagina sucede por un mal funcionamiento muscular, ya sea por debilidad o por hipertono”, explicó la fisioterapeuta sexual Marta Torrón al diario El País. “Se puede contraer mucho la vagina y no tener tonificado el músculo o se puede apretar más o menos y tener la musculatura hipertonificada. En ambos casos producirá dolor”.
La experta señaló que: “Es importante saber exactamente cómo es la dolencia para ejercitar los músculos que sean apropiados".
Para hombres, la dispareunia ha sido objeto de poca investigación, por lo que en la actualidad existen pocos estudios, lo que ha incrementado su asociación con la prostatitis crónica o la enfermedad de Peyronie (un trastorno que produce la incurvación o deformación del pene durante la erección e imposibilita el sexo).
Las expertas afirman que es de suma importancia diferenciar el vaginismo de la dispareunia, dado que en la segunda el pene puede llegar a introducirse en la vagina y produce incomodidad y dolor, mientras que en el vaginismo la vagina reacciona, se contrae y bloquea la entrada del pene.
Para tratar los casos de dispareunia en hombres y mujeres es necesario acudir a un profesional médico para “descartar cualquier infección vaginal, malformaciones, cicatrices u otras enfermedades en la zona genital”, afirman los especialistas.
En las mujeres es posible padecer de esta afección entre las edades de 30 a 50 años, como describe Carmona: “Son mujeres que, en general, tienen pareja estable, que llevan un tiempo con dolor y han consultado previamente con su médico (generalmente, su ginecóloga), quien muchas veces les comenta que no encuentra ninguna explicación ginecológica para el dolor”.
El tratamiento debería ser, según la terapeuta, “farmacológico, aunque en algunos casos también inciden aspectos psicosexuales, como desavenencias con la pareja. En ocasiones es imprescindible el uso de geles o cremas lubricantes para minimizar el malestar”.
La comunicación en pareja es fundamental, ya que muchas veces para minimizar la tensión pélvica se requerirá de un cese de coito por periodos de tiempo variables. Si la pareja no reacciona bien a la renuncia del coito, la situación sexual podría agravarse, en tales casos, la especialista sugirió que: “Dependiendo de la causa del dolor, la solución puede ser una terapia sexual o de pareja, un tratamiento médico o fisioterapia”.
Por su parte, Torrón acentuó: “El trabajo fisiológico será entre la terapeuta -que deberá calibrar la gravedad de la situación y elegir los ejercicios apropiados para tonificar adecuadamente la vagina-, y la paciente. El trabajo de la paciente será semanal y tendrá que hacer los ejercicios apropiados. Y el de la terapeuta, igual, porque los ejercicios se van adecuando conforme se progresa”.
De cualquier manera que se plantee, la dispareunia es un trastorno que afecta al 12% de mujeres fértiles (mientras que no se han confirmado los porcentajes para hombres), y la única forma de prepararse es con educación sexual.
“Las mujeres deben aprender a conocer y apreciar sus vulvas -y también a disfrutar de ellas- ya que es el mejor recurso para evitar problemas de dolor motivados por la ausencia de lubricación y prácticas eróticas poco apropiadas”, destacó Carmona.
Si a la mujer o el hombre se le dificulta tener relaciones sexuales y presenta dolores intensos (y frecuentes), los expertos aconsejan centrarse en diversas prácticas sexuales y evitar la penetración hasta hallar la solución médica.